Trump iguala en 16 meses el número de ataques con drones en Yemen ordenados por Obama en ocho años
Donald Trump ha disparado el número de bombardeos aéreos contra Al Qaeda en Yemen. El Pentágono ha confirmado recientemente que entre enero y abril de 2018, Estados Unidos llevó a cabo 27 ataques contra el grupo terrorista.
Junto a los 127 del año anterior, los bombardeos ordenados bajo la Administración Trump en Yemen suman en total 154. Obama, por su parte, ordenó durante sus ocho años de mandato entre 154 y 174 ataques aéreos en el país, según los datos recogidos por el Bureau of Investigative Journalism. En consecuencia, Trump ha multiplicado por cinco o por seis –dependiendo de las estimaciones escogidas–, el ritmo de los bombardeos ordenados por Obama.
A diferencia de su predecesor, Trump ha delegado la guerra contra el terrorismo en sus generales, que ya no necesitan autorización directa del presidente para lanzar ataques. “Hemos dado al Ejército total autorización y eso es lo que están haciendo. Por eso han sido tan exitosos últimamente”, declaró el presidente en abril del año pasado tras el lanzamiento en Afganistán de la bomba no nuclear más potente de EEUU.
La entrada de Trump en Yemen empezó de la peor manera posible. Durante una operación de las fuerzas especiales a los pocos días de su nombramiento, el soldado Ryan Owens perdió la vida. Esa “total autorización” de Trump al Ejército le sirvió de coartada para quitarse responsabilidad por la muerte de Owens. “Esto era algo que ellos querían hacer. Los generales, que son muy respetados, vinieron a verme y me explicaron lo que querían hacer... Y perdieron a Ryan”.
Estados Unidos lanzó su primer ataque con drones en Yemen en el año 2002. Tan solo unos meses después del 11-S, Bush autorizó el bombardeo, que iba dirigido contra Qaed Salim Sinan al Harethi, líder de la rama de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) y presunto cerebro del atentado contra el buque estadounidense USS Cole en el que murieron 17 soldados en Yemen en el año 2000. Un misil Hellfire impactó contra el vehículo en el que viajaba Harethi y mató también a sus cinco acompañantes, entre ellos el estadounidense Kamal Derwish.
Ha sido una bombona de gas que ha explotado en el vehículo de Harethi, aseguró el Gobierno de Yemen. Pronto se filtró en Washington que se trataba de un ataque por un dron de la CIA. Aun así, las autoridades estadounidenses no confirmaron su autoría. “Sería algo muy bueno que [Harethi] estuviese fuera de combate”, afirmó el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, cuando se le preguntó sobre el ataque.
Desde entonces, no volvió a haber ninguna información sobre ataques con drones en Yemen. Pero algo cambió en 2009 bajo las órdenes de Obama. Tras varios intentos de atentado contra EEUU que llevaban directamente a AQAP, EEUU reactivó su campaña.
Entre estos intentos de la organización terrorista destaca la bomba que escondía Umar Farouk Abdulmutallab, y que finalmente no explotó, el día de Navidad de 2009 en un vuelo entre Ámsterdam y Detroit. Un año después, una pista de los servicios de inteligencia saudíes permitió a las autoridades británicas identificar unos artefactos explosivos escondidos en cartuchos de tinta enviados desde Saná, la capital yemení.
“Seguiremos diciendo que las bombas son nuestras”
Obama reactivó el programa de ataques, pero siguió haciéndose en secreto. “Seguiremos diciendo que las bombas son nuestras, no vuestras”, afirmó el presidente Salé al general Petraeus en una reunión celebrada en 2010 según un cable diplomático difundido por Wikileaks. En el mismo encuentro, el viceprimer ministro yemení, Rashad al Alimi, reconoció que acababa de “mentir” al Parlamento al decir que las bombas eran de fabricación estadounidense, pero lanzadas por Yemen.
Poco después, Yemen cambió de postura y reconoció los ataques estadounidenses. No solo eso, sino que el sucesor del presidente Salé, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, alabó en 2012 dichos ataques por su elevada precisión. “Tecnológicamente, el dron es más avanzado que el cerebro humano”, afirmó. Ese mismo año, Obama autorizó los llamados 'signature strikes', ataques dirigidos contra personas sospechosas de llevar a cabo una actividad terrorista, a pesar de no saber quiénes son.
A finales de 2013, esos aparatos estadounidenses “más avanzados que el cerebro humano” atacaron por error una boda y mataron a unos 15 civiles. EEUU pensaba que aquello era un convoy de Al Qaeda. Días después, el Parlamento yemení aprobó una resolución no vinculante pidiendo el final de los ataques aéreos de EEUU. Pero el Gobierno seguía defendiéndolos: “Son un mal necesario y un asunto muy limitado”, señaló el ministro de Exteriores de Yemen. Con Trump ya no parece que los ataques sean un “asunto limitado”.
El número de víctimas civiles a causa de los bombardeos no está claro. De acuerdo con los datos del Bureau of Investigative Journalism esta cifra oscila entre 84 y 134, la inmensa mayoría bajo la Administración de Obama (80-117).
AQAP es la rama más poderosa de Al Qaeda y, según un informe de la ONU publicado en enero, “continúa organizando ataques en el exterior”. Acosado por los ataques aéreos, la rama de la organización terrorista acaba de estrenar un nuevo medio de propaganda, Al Badr Media Foundation.
El 24 de mayo, tan solo un día después de su creación, el primer mensaje de Al Badr consistía en una recopilación de consejos lanzados por Muhannad Ghallab, uno de los portavoces de la organización terrorista, para evitar los drones estadounidenses y otras medidas de seguridad. Casualmente, el propio Ghallab murió en un ataque de un dron de EEUU en 2015.