Ursula Von der Leyen 'aka' VDL: la ministra de Merkel que puede acabar presidiendo la Comisión Europea con el voto de la extrema derecha
Nació en la cummune (barrio) de Ixelles (Bruselas) hace 60 años. Se crió en Bélgica, porque su padre fue alto funcionario comunitario a finales de los 60: Ernst Albrecht, dirigente de la CDU. Estudió en la Escuela Europea, como la mayoría de los hijos de funcionarios comunitarios en Bruselas, y se marchó a Alemania cuando su padre se convirtió en directivo de la compañía de productos alimenticios Bahlsen.
Descendiente del barón Ludwig Knoop, boyante comerciante textil de Bremen del siglo XIX, en 1977 empezó a estudiar Economía en la Universidad de Gotinga, para luego mudarse a Münster.
Después del asesinato del presidente de la patronal alemana Hanns-Martin Schleyer, en 1977, por parte de la Fracción del Ejército Rojo, su padre la envió a Londres de incógnito, donde estudió en la Escuela de Economía y Ciencia Política con el seudónimo de Rose Ladson y con protección de Scotland Yard. En 1980 empezó a estudiar Medicina en el Hannover Medical School, donde se graduó en 1987.
Ursula von der Leyen, VDL, Tiene siete hijos, y lleva en el Gobierno de Angela Merkel desde los inicios, hace 15 años. Ha pasado por diferentes carteras, y pasa por ser una conservadora liberal en lo social, apoyando el matrimonio igualitario desde la cartera de Asuntos Sociales. Pero también ha sido una gran otanista desde la cartera de Defensa. Incluso en Bruselas se habló de ella en alguna ocasión para secretaria general de la Alianza Atlántica.
Al frente de la cartera de Defensa ha tenido que sufrir críticas por el estado del ejército alemán, y también por sombras de tratos de favor en contratos públicos. Además, también ha recibido acusaciones de plagio por su tesis doctoral.
Ursula Von Leyen recibió las primeras noticias de que podía ser presidenta de la Comisión Europea el lunes 1 de julio por la noche, después de 24 horas de bloqueo entre los líderes de la UE reunidos en Bruselas en torno al nombre del candidato socialista, Frans Timmermans. La alianza entre socialdemócratas y liberales sumaba a favor del spitzekandidat socialista, pero el bloqueo de los populares a un nombre, paradójicamente aceptado por Merkel, unido a las reticencias de los gobiernos extremos –Polonia, Italia y Hungría– hizo inviable la candidatura del holandés y abrió la puerta a otras posibilidades.
Ahí surge la ministra de Defensa de Merkel, que durante el martes 2 se convierte en la única viable gracias a que cambian de bando los liberales y Emmanuel Macron, reeditando una alianza y un reparto francoalemán de los principales puestos de la UE –presidencia de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo–. Los socialistas, por su parte, aceptaron a VDL a cambio de un premio de consolación –jefatura de la diplomacia europea, en Josep Borrell– y la mitad de la presidencia del Parlamento Europeo –David Sassoli– a cambio de aceptar otros cinco años más de presidencia popular de la Comisión Europea. Cuando haya acabado su mandato Von der Leyen, habrán pasado 20 años de dominio popular de la UE.
El pacto a puerta cerrada de espaldas al Parlamento Europeo, el acuerdo francoalemán, estaba sellado. Pero faltaba un paso fundamental, toda vez que los socialdemócratas lo aceptaron: el visto bueno del Parlamento Europeo. Ursula von der Leyen necesita 374 votos, la mitad más uno, para ser presidenta de la Comisión Europea. Y, a día de hoy, los números los tiene muy justos. Y, sobre todo, los tiene demasiado azules.
Verdes y la Izquierda Unitaria ya han dicho que no la quieren. Suman 115 escaños. Era previsible. Están fuera de la mesa camilla de los gobiernos y de las tres principales familias, populares, socialdemócratas y liberales. Y todos los votos que el martes por la tarde se sumen a a esos 155 vendrán mayoritariamente del S&D.
Y a partir de aquí empiezan los problemas de una votación que se hace en urna y de forma secreta. Lo socialdemócratas están profundamente divididos, al 50% dicen algunas fuentes. Los españoles y los portugueses defienden a Von der Leyen, en tanto que Pedro Sánchez y António Costa fueron los negociadores socialdemócratas que pactaron el reparto de cargos, así como los socialistas daneses, en el Gobierno de su país. En el resto, hay problemas, sobre todo por parte de los alemanes, que cogobiernan con Merkel pero que no quieren saber nada de Von der Leyen.
“Es una victoria de Orbán y compañía. Se han opuesto a Timmermans, quien defendía el Estado de Derecho. Los jefes de Gobierno están matando el proceso de los spitzenkandidaten con Von der Leyen, que era la ministra más débil del Gobierno”, tuiteó tras conocerse el acuerdo en torno a Von der Leyen el exdirigente del SPD Martin Schulz. “La propuesta es muy decepcionante, nuestro grupo se ha mantenido firme en defensa de la democracia europea y el proceso de spitzenkandidaten, que no queremos que muera. Es inaceptable que gobiernos populistas representados en el Consejo hayan tumbado al mejor candidato sólo porque defendía la defensa del Estado de Derecho y los valores europeos”, dijo la presidenta de los socialdemócratas en la Eurocámara, la española Iratxe García, entre dos aguas literalmente, quien entregó el viernes una carta de seis páginas con peticiones a Von der Leyen; entre los alemanes, franceses, británicos, griegos –por la postura de Alemania durante la crisis– y belgas contrarios, de momento, al pacto y su jefe, Pedro Sánchez, firmante del acuerdo. En 2014, el PSOE votó en contra de Jean-Claude Juncker; en 2019 defiende a Ursula von der Leyen. Los socialistas italianos tienen dudas, aunque de la pedrea han sacado la presidencia del Parlamento Europeo durante dos años y medio. No está mal para ellos, ni tampoco para los partidos del Gobierno, M5S y Lega. Y ahí empieza Von der Leyen a entrar en problemas: recibir votos de partidos a los que se les he aplicado un cordón sanitario para evitar que accedieran a los órganos de gobierno de la Eurocámara: los partidos del grupo Identidad y Democracia –Salvini, Le Pen, AfD...–.
Así, los 42 votos italianos pueden resultar claves al final. Y, por eso, también puede haber una negociación por detrás sobre el comisario italiano a cambio de los votos. Salvini querrá que sea alguien muy afín a él –¿Giancarlo Giorgetti?–.
Y si eso es así, puede darse el caso de que los votos socialdemócratas que le falten a Von der Leyen los vaya recogiendo por su derecha. No sólo del Gobierno italiano, sino, como decía Schulz, del partido gobernante húngaro, el Fidesz, suspendido aún por el Partido Popular Europeo por sus violaciones del Estado de Derecho. O el PiS, el ultraconservador partido del Gobierno polaco del ECR –grupo en el que está Vox–, que ha recibido el veto en la Eurocámara a su primera ministra Beata Szydlo, quien no pudo hacerse con la presidencia de la comisión de Empleo, lo cual les tiene bastante molestos.
Pero Polonia, como Hungría y el resto del Grupo de Visegrado, Eslovaquia y la República Checa, deberían apoyar a Von der Leyen, en tanto que su veto a Timmermans en la cumbre de líderes de la UE –por la presión con el Estado de Derecho sobre los gobiernos húngaro y polaco– fue crucial para que surgiera el nombre de la ministra alemana, quien, de momento, tiene previsto mantener a Timmermans salvo que éste cambie de opinión –o alguien le haga cambiar de opinión–.
La otra pata del acuerdo, los liberales, tampoco están en bloque con Von der Leyen. tienen dudas de su compromiso con la defensa del Estado de Derecho en Hungría y Polonia, en tanto que fuentes del ECR han ido diciendo que la candidata se comprometió a rebajar la presión que ha ejercido Timmermans en la última legislatura sobre el Fidesz y el PiS. Y, también, lo que es fundamental para los liberales es que Margrethe Vestager tenga los mismos galones y responsabilidades que Timmermans.
La conclusiones del Consejo Europeo del 2 de julio no especifican eso, porque sería una forma de imponer a Von der Leyen cómo ha de configurar su Ejecutivo, pero sí que el presidente del Consejo, Donald Tusk, lo mencionó en su declaración al final de la cumbre. Y ese compromiso es clave para decantar el voto de los liberales.
Para intentar dar la vuelta a la situación, Von der Leyen respondía este lunes a primera hora a los líderes parlamentarios socialistas y liberales, Iratxe García y Dacian Ciolos, a las demandas expresadas por escrito por ambos el jueves pasado. Las cartas, a las que ha tenido acceso eldiario.es, procuran “recoger bastantes de las demandas, tanto en cuestiones del clima, como sociales, reforma de Dublín y un mecanismo para fortalecer el rule of law” . La candidata entra en detalles con medidas concretas, como que la UE se comprometa con la Convención de Estambul sobre violencia machista.
Las cartas enviadas a los socialdemócratas –8 páginas– y liberales –7 páginas– contienen párrafos calcados en relación con medio ambiente, refuerzo de la democracia comunitaria y el Estado de Derecho, por ejemplo. Y también algunos apartados propios para cada familia. Sin embargo, uno que preocupaba mucho a los liberales, como es el de la equiparación en el escalafón de Vestager con Timmermans, se hila con cuidado.
Von der Leyen dice: “La cúpula de la Comisión consiste en un presidente y dos vicepresidentes ejecutivos. Uno de ellos, el primer vicepresidente, reemplazará a la presidenta en su ausencia”. Todo ello, en un entorno de “igualdad de género” en todos los niveles, lo que supone que si la presidenta es mujer, el primer vicepresidente sería Timmermans. Los liberales dudan de que esta solución sea satisfactoria, y tendrá incidencia en buena parte de su bancada: por un lado, están a la par en escalafón –vicepresidentes ejecutivos–; por otro lado, sólo hay un vicepresidente primero y es el socialista.
Von der Leyen saldrá elegida presidenta de la Comisión Europea el martes. La candidata pactada a puerta cerrada por populares, socialdemócratas y liberales, a espaldas del Parlamento y fuera del proceso de los spitzenkandidaten, será jefa del Ejecutivo comunitario.
Ya sólo queda la duda de cuánta deuda contraerá con los grupos de extrema derecha y ultraconservadores en la votación.