Las promesas de Assassin’s Creed y otras grandes franquicias anualizadas
Desde hace ya muchos años no somos precisamente pocos los que sentimos que la masa de jugadores vive en una contradicción absoluta. Si te metes en cualquier página web de videojuegos o en cualquier foro, comprobarás en el acto como los comentarios contra las franquicias anualizadas salpican tu pantalla hasta saturarla. Sin embargo año tras año las correspondientes nuevas entregas de dichas franquicias son capaces de vender aún más que las entregas del año anterior, en un bucle de éxito comercial que parece no tener fin. ¿Qué ocurre? ¿Cómo puede explicarse algo así?
Bien, creemos que muchos jugadores pecamos directamente de ingenuos. Cada primavera comienza la correspondiente campaña promocional de los títulos que aterrizarán en las tiendas en otoño, y siempre, como si se tratará de una nueva forma de alergia inevitable, acabamos tragando con el continuo bombardeo de marketing hasta interiorizarlo para decir de nuestra boca palabras que no son nuestras, que han sido introducidas en nuestra sesera a base de tráileres espectaculares y promesas que nos suenan endiabladamente honestas. ‘Este Call of Duty será el mejor de todos’, ‘el nuevo FIFA revolucionará la serie’, ‘este nuevo Assassin’s Creed no cometerá los errores del pasado’.
Sí, toca hacer autocrítica y señalarnos a nosotros mismos como los primeros culpables de que esto sea así. Los miembros de la prensa especializada y nosotros en particular tenemos siempre la sana intención de juzgar con pinzas cualquier videojuego que aún no haya caído en nuestras manos para ser analizado como es debido, pero a veces nos dejamos llevar por la emoción, limitándonos a transcribir el mensaje de las editoras sin realizar una crítica en profundidad más que necesaria. Nos encantan los videojuegos y siempre mantenemos vivo el tantas veces ingenuo deseo de que cumplirán con nuestras expectativas, norma por supuesto aplicable más allá de las grandes franquicias anualizadas.
Pero a lo que vamos. Escribimos estas líneas porque nos encontramos a mitad de mayo, hace nada tuvo lugar la presentación en sociedad de Call of Duty: Black Ops III y ayer mismo la de Assassin’s Creed Syndicate; el mes que viene es el E3 y nos da que de aquí a octubre y noviembre que aterricen los grandes lanzamientos vamos a recoger no pocas promesas grandilocuentes. Oiremos algunas declaraciones por parte de sus responsables dignas de ser enmarcadas y como digo, a veces os las transcribiremos sin advertir de que, oye, bien pueden cumplirse o no.
Llevamos ya unas cuantas, como que Black Ops III será el título que realmente revolucionará esta franquicia de acción ofreciéndonos el mejor Call of Duty visto hasta la fecha. Anda, esta afirmación nos suena de todos los años anteriores. Por parte de Syndicate, sus responsables han prometido que no cometerán los errores de Unity, título que protagonizó uno de los mayores fiascos de 2014 al llegar a las tiendas repletito de bugs y errores gravísimos que nos estropearon la experiencia jugable, muestra inequívoca de que desde Ubisoft prefirieron cumplir con el calendario a raja tabla en vez dedicarle más tiempo para ofrecer un producto de mayor calidad.
En el caso de las franquicias deportivas, pocas son las que ofrecen una evolución palpable entre un año y otro, empezando por la mismísima FIFA de Electronic Arts. Ojo, estamos ante un gran simulador deportivo, pero tenemos la sensación de llevar jugando a exactamente el mismo juego con pequeños retoques desde hace ya no pocos años, por lo que cada vez que entrevistamos a uno de sus responsables disparamos la pregunta de siempre: ¿realmente este nuevo FIFA ofrecerá suficientes novedades como para que nos salga rentable su compra? Sobra decir que siempre nos esquivan con elegancia y tacto.
Centrémonos ahora en Assassin’s Creed, más que nada porque un servidor le tiene un gran cariño. Sí, así es, siempre me he considerado fan de esta franquicia de aventuras desde su primera entrega, la cual pese a tener no pocos defectos me conquistó hasta el punto de que cada pocos meses sentía la necesidad de volver a pasarme el juego entero, y eso que ciertas mecánicas eran endiabladamente repetitivas. Si tuviera que decir por qué me conquistó, señalaría sin dudarlo su magnífica ambientación en la época de las Cruzadas. En dicho sentido considero el primer Assassin’s Creed como uno de esos juegos que, mientras lo saboreo, me hace pensar ‘dios santo, este es el juego al que siempre he querido jugar’.
Luego vinieron otros, muchos otros. Hay algunos realmente memorables y otros más olvidables, pero de lo que a nadie le cabe la menor duda es que las mecánicas propias de la serie comienzan a agotarse de forma preocupante. Encarnar a un asesino maestro del parkour ya no sorprende en absoluto ni resulta mínimamente exótico, algo por otro lado completamente lógico que responde a la decisión de Ubisoft de lanzar uno o inclusive más títulos de Assassin’s Creed al año.
Si ser un asesino ya no ‘mola’ tanto, ¿dónde podemos encontrar ese aliciente que nos atraiga irremediablemente? En la ambientación histórica, por supuesto. Pero aquí como en muchas otras cosas el gusto de cada uno es crucial. A mí personalmente no me llamó para nada la atención lo de hacer de pirata en Black Flag, aunque reconozco que es un gran juego, y personalmente tengo mis reservas con la época victoriana en la que se asienta Syndicate. Esto por supuesto no impide que tenga unas ganas locas por comprobar si los ferrocarriles, los carruajes y demás añadidos propios de esta época consiguen aportar frescura a la experiencia Assassin’s Creed.
Desde Ubisoft Quebec, su estudio responsable, nos han asegurado que así será, que los carruajes cambiarán para siempre nuestra forma de desplazarnos por la ciudad pero, ¿acaso con ello no se parece Syndicate a cualquier GTA? Sinceramente, salvando las distancias, esa es la sensación que me llevé al ver al protagonista robando un carruaje para dar comienzo a una persecución por las calles de Londres. Otro ‘gran’ añadido que supuestamente cambiará nuestra forma de desplazarnos es un gancho que podremos disparar para subir en segundos a los tejados o usar de tirolina, algo que me genera otra duda, ¿no será entonces demasiado fácil dar esquinazo a nuestros perseguidores? Y por favor, no me digáis ahora que la policía de la época usaba ganchos como ese porque no me lo creo.
Cada nuevo Assassin’s Creed ha tratado de añadir ciertas novedades que, vistas con la perspectiva que dan los años, sólo podemos caracterizar como anecdóticas. La prueba es que muchas de ellas no han continuado vivas en la saga, y si algo caracteriza a las franquicias anualizadas es que viven para llevarse a la tumba todo aquello que supuestamente funciona. Que sean novedades de carácter anecdótico sólo responde a que no hay demasiado margen de movimiento, y no lo hay por dos motivos principales.
El primero es que las ventas mandan, y si algo vende es porque supuestamente gusta a los jugadores. Ergo si algo gusta para qué tocarlo. El segundo motivo lo encontramos en que los estudios encargados de estos títulos suelen tener uno o dos años para darles forma, tiempo sin lugar a dudas limitado, más aún cuando hablamos de una franquicia como Assassin’s Creed con un fuerte componente sandbox. Creo que existen dos vías posibles para solucionar este último problema: o se le da un respiro a cada nuevo lanzamiento acabando con la anualidad o bien se meten más estudios de desarrollo en el ajo, tal y como están haciendo tanto con Call of Duty como con Assassin’s Creed. Sobra decir que esta segunda opción parece no estar funcionando demasiado bien.
El caso es que en otoño recibiremos un Assassin’s Creed Syndicate desarrollado en exclusiva para PC, Playstation 4 y Xbox One. Y sí, nos encantaría que cumpliera con todas sus promesas ofreciendo un título fresco, absorbente y sólido a nivel técnico. Sin embargo siento decir que por mucho que se lo proponga no podrá dejar en un servidor la marca del primer y el segundo título de la serie.
Lo visto hasta ahora de Syndicate puede dar para ofrecer un grandísimo juego, eso no lo dudo, pero me entristece decir que la anualización de esta franquicia ha tenido en mí el mismo efecto que tuvo el saber que los Reyes Magos no existían. Sí, puedo esperar impaciente la llegada de las próximas navidades, pero la magia se ha esfumado definitivamente.