“Ya se van los pastores a Extremadura, ya se queda la sierra triste y oscura. Ya se van los pastores hacia la majada, ya se queda la sierra triste y callada”. Más de 250.000 ovejas merinas de La Rioja llegaron a surcar la geografía española cuando nacieron estos versos populares. Llegaban a Extremadura, Andalucía o Alcudia, donde el invierno era más cálido. Las trashumancia fue un motor fundamental para la economía ganadera de la sierra riojana, con rebaños que la practicaban en 48 núcleos de población.
Sin embargo, las prácticas trashumantes se fueron abandonando en el siglo XX con la generalización de los piensos y en 1998 solo quedaban tres rebajos en Brieva, Viniegra de Abajo y Viniegra de Arriba con unas 5.200 ovejas en total que realizaran estos viajes, entonces ya en tren hasta Soria y Burgos y desde allí, dos o tres jornadas a pie hasta llegar al Alto Najerilla. Aquellas historias siempre las escucharon de niños los actuales pastores de esta zona de las Siete Villas de La Rioja. El gusanillo de recuperar la tradición, unido al ahorro de costes que supone y el bienestar para los animales, impulsó hace unos años a un puñado de pastores a volver a la trashumancia moviendo el ganado en camiones.
Aunque sigue siendo una práctica muy puntual, en los últimos años se han sumado nuevos pastores y son unos siete los que actualmente llevan el ganado desde La Rioja hasta Extremadura en camiones; otro pastor riojano acaba de empezar a hacer una trashumancia dentro de La Rioja a pie, entre Santo Domingo y Matute y el pueblo de Brieva de Cameros tiene un ganado municipal e imparte formación práctica a pastores y personas que quieren incorporarse. La Rioja busca así mantener vivo “el viaje en busca de la eterna primavera”.
Un recién estrenado pastor trashumante
David Ceballos llegó a la ganadería por casualidad, no tenía herencia familiar como la mayoría de ganaderos. “Hubo recortes dónde trabajaba y perdí el trabajo, como me gusta la naturaleza y los animales, me lancé a la aventura en 2015. Además me gustan los riesgos”, cuenta este pastor natural de Cantabria pero vecino de Santo Domingo de la Calzada. La idea de la trashumancia vino más tarde al aumentar su explotación: “Hace dos años surgió la oportunidad de ampliar la explotación porque un pastor de Matute quería dejar el rebaño. Nos decidimos por comprar su explotación y creamos una titularidad compartida con mi mujer”.
Ya con unas 1.100 cabezas de ganado, la idea de estos ganaderos fue pasar parte del año en Santo Domingo y parte en Matute y a finales de septiembre del año pasado hicieron su primera particular trashumancia, entre dos zonas de La Rioja. “Para un rebaño grande y de pastoreo tradicional como el mío, el tema del alimento estaría limitado en Santo Domingo, en la zona de Matute hay más extensión de pasto”. Así, a finales de septiembre iniciaron un viaje de unos 10 días, a pie como lo hacían los antiguos pastores riojanos, hasta llegar a Matute el 1 de octubre. “Además del ahorro de costes, el ganado va mucho mejor a pie, no se estresa y es un símbolo para recordar las tradiciones. Los vecinos de los pueblos por los que pasábamos se volcaron y nos apoyaron mucho”, recuerda Ceballos.
Ahora las ovejas siguen en Matute hasta julio, cuando espera emprender el viaje de vuelta, también a pie y a pata, a Santo Domingo. Esta semana, ha subido el rebaño hasta las cotas más altas de la zona, hacia los 1.600 metros, en la zona entre el cerro Peñalba y el Monasterio de Valvanera en la Sierra de la Demanda. Allí, donde más verdes están los prados y más alimento hay, espera mantenerlo hasta julio aunque “es un riesgo, estoy con la incertidumbre y preocupación por el lobo, sé que algún día me tendré que quedar en el monte a dormir con las ovejas”. “No estoy en contra del lobo pero pienso que tiene que haber un control cinegético porque en peligro de extinción estamos nosotros, los ganaderos”, reivindica, a la vez que pone el valor la importancia de los mastines para cuidar a las ovejas: “las personas senderistas tienen que entender que los perros están trabajando y a veces se nos enfrentan por ello”.
La tradición trashumante del Alto Najerilla resiste
Gabriel Esteban sí es pastor por tradición familiar, tanto que “yo nací encima de una cuadra de vacas y ovejas”. Es la actual generación de la explotación ganadera Sucesores de Marcelino Esteban de Ventrosa y hace 13 años pensó en recuperar la trashumancia y trasladarse con todo su ganado hasta Extremadura entre noviembre y diciembre y retornar a Ventrosa entre mayo y junio, aunque las fechas las marca realmente la climatología y la cantidad de pasto en cada zona. Lo hace en camiones y mueve unas 1.800 cabezas de ganado ovino y bovino entre su explotación y la de otro compañero.
“Empezamos porque hubo unos años que subieron mucho las materias primas, el cereal básicamente y buscamos la fórmula de abaratar costes”, eso unido a la historia, casi extinta pero muy arraigada, de su entorno alrededor de la trashumancia impulsaron este viaje. “El ganado baja a Extremadura después de todo el verano y la primavera en la sierra en libertad comiendo pasto en espacios muy grandes y, en vez de estabularlos, vuelven a aprovechar otra vez el pasto natural y tienen aporte de bellotas y otro tipo de hierba”, explica. Un viaje, sin embargo, que es imposible que las vacas y ovejas hagan solas y que Gabriel Esteban sabría que le cambiaría la vida: “Sabía que iba a vivir en dos sitios y que estaba renunciando a una vida estable. Yo voy donde está el ganado”.
Y le compensa: “aparte de económicamente, veo que los animales están bien y a mí eso me llena personalmente”. El bienestar de los animales trashumantes es inigualable: “Usamos las cuadras para manejo pero no haría falta, están bajo la luna y las estrellas todos los días y su protección es el árbol, el monte cuando hay aire, las zonas bajas cuando hiela. Viven de su instinto”. Además, “no cabe duda que la calidad no tiene nada que ver”, aunque lamenta que no se puede certificar ni diferenciar para el consumidor, que, además, no sabe apreciarlo: “estos corderos en España no se venderían, porque es una carne más roja, más musculada”.
La vida trashumante no es sencilla. “El mayor problema de esta organización es la burocracia. Los animales tienen que estar identificados con su crotal, figurar en ese movimiento, hay vacunaciones obligatorias para el traslado... Muchos trámites obligatorios por el cambio de comunidad autónoma”. A pesar de las dificultades, Gabriel Esteban celebra que haya compañeros que se hayan incorporado a viajes trashumantes similares a los suyos y él piensa continuar “siempre que las leyes y los temas sanitarios me lo permitan”.
Un rebaño municipal para mantener una identidad
Brieva de Cameros fue uno de los pueblos con mayor tradición ganadera de La Rioja. Sin embargo, hoy en día solo queda un rebaño, además del municipal. Y es que en 2021, el Ayuntamiento compró un rebaño de casi mil ovejas con el objetivo de impulsar una Escuela de Pastores para ofrecer formación y fijar población en torno a la ganadería extensiva, ya que también se ofrece alojamiento. “Mantener la tradición de la zona sin impulso municipal es muy difícil”, apunta el alcalde de la localidad, Daniel Carrillo, de la necesidad de la iniciativa.
Por el momento, la formación que se imparte no está reglada pero en los últimos meses ha habido en Brieva dos jóvenes que han estado recibiendo formación práctica con los pastores encargados del rebaño municipal. También se está trabajando con una empresa privada para organizar cursos de formación práctica para ganaderos, como uno que se desarrolló recientemente de pastoreo con drones. El alcalde anuncia también que “la idea a futuro es que a la gente que venga a formarse y se quiera quedar después en el pueblo, el Ayuntamiento pueda dejarle unas cabezas de ganado y los pastos para empezar por su cuenta y así ir aumentando la cabaña ganadera”.
Ideas y fórmulas todas para mantener viva la historia de tantos pastores que forjaron la identidad de la sierra riojana. Formas de mantener viva la ganadería extensiva con los beneficios de la tradición trashumante y los avances de la vida actual. Y así, aunque siguen siendo una excepción, nuevos pastores de La Rioja se suman todavía hoy “al viaje en busca de la eterna primavera”.