Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

En el año nuevo chino de Usera los petardos son valencianos

Muro con deseos para el año nuevo chino.

Víctor Honorato

0

La afición de los chinos por tirar petardos durante el año nuevo no es un cliché, sino una tradición bien asentada que hasta hace no tanto paralizaba la vida en las grandes urbes del país asiático. En Pekín, por ejemplo, el gobierno, harto de accidentes pirotécnicos y de tener la ciudad, ahora ya una capital global, bloqueada durante una semana por el estruendo de las tracas, fue restringiendo en los últimos años la venta y uso de petardos, limitando las celebraciones a los lanzamientos oficiales de fuegos artificiales, con mayores medidas de seguridad. Esto ya sucedía en las comunidades de la diáspora, también en la madrileña, que este año ha recuperado el espectáculo de fuegos, tras estar suspendido por el coronavirus. 

Ya hace años que la colonia china en Madrid orbita en torno al barrio de Usera. De los 38.000 chinos censados en la capital, 10.000 viven aquí, según los datos municipales. Así que es habitual que, llegada la fiesta de la primavera, el distrito se decore con los tradicionales faroles rojos, las puertas de comercios se revisten de mensajes auspiciosos y el aroma chino del barrio se acentúe. En el año del tigre, que empezó oficialmente en la medianoche del martes, las celebraciones están siendo más contenidas. Aunque la COVID no ha desaparecido, el Ayuntamiento aceptó recuperar los fuegos para “seguir estrechando lazos” y potenciar Usera “como punto de atracción cultural y turística”, en palabras de la delegada de Cultura, Andrea Levy. La decisión molestó a algún colectivo ecologista, preocupados por el efecto del ruido sobre la fauna del parque de Pradolongo, desde donde se iban a lanzar los fuegos.

El resto de actividades habituales se mantuvo en mínimos. A falta de desfiles y mercadillos, en un lateral del edificio de la junta de distrito se instaló un muro de los deseos, para que los interesados colgasen sus reclamaciones para el nuevo ejercicio. “La III república”, señalaba uno de los cartelitos, aunque, por lo general, en este tipo de manifestaciones folclóricas no se estilan las reivindicaciones políticas. Esto daba muestra de la tónica general en este sábado de celebración: en las fiestas chinas de Usera se veían pocos chinos.

“Bombetas, vendo bombetas”, anunciaba un hombre, con el característico diminutivo valenciano, junto al estanque del parque de Pradolongo. Siendo muy reduccionista, la Comunidad Valenciana es de lo más parecido a China en España en cuanto a estruendo festivo se refiere. Con las Fallas al caer, el hombre vendía petardos mientras reprendía a un colaborador que no daba suficiente salida a su inventario de globos. No tenía competencia. Había centenares, o puede que más de un millar de vecinos congregados junto al estanque, de origen peninsular o latinoamericano la mayoría, madrileños todos. El espectáculo de fuegos artificiales podía ser el de cualquier verbena de barrio.

Si se vendieron petardos, nadie los tiró, en cualquier caso. Desde luego no los escasos chinos que se dejaron caer por el parque, como Jiang Qi, de 19 años, que tampoco es de Usera sino de Arona, en Tenerife, donde hay una pequeña comunidad inmigrante. Estudiante en Madrid, el hombre se alegraba de que se lanzasen los cohetes al aire como en su tierra de origen, Tai’an, en la provincia de Shandong, en el este del país, una de las más ricas. “En el mundo globalizado me parece muy bien que nos conozcamos más”, celebraba, para contar a continuación que en Arona han levantado recientemente un templo a la diosa Mazu, que se podría comparar, siendo algo brutos y con todas las cautelas culturales, a la virgen del Carmen: para algunos chinos, eminentemente taiwaneses, Mazu vela por las comunidades marineras.  

Era fácil sobresaltar a las pocas familias chinas que se habían acercado cuando se intentaba preguntarles si los fuegos le recordaban al hogar. En algún caso, los padres no hablaban castellano y los hijos pequeños hacían de intérpretes. Más resuelto se mostraba Jiahuan He, de 19 años, que lleva seis años viviendo en Usera con su familia, originaria de la ciudad portuaria de Tianjin, con cinco veces la población de Madrid. “Me han parecido espectaculares, excelentes”, aseguraba tras el espectáculo, que veía por primera vez, para terminar: “No sé si es por el año nuevo, pero gracias a quien lo organizó”.

Etiquetas
stats