Ayuso afronta su primer curso sin tutelas y con todo bajo su control
Isabel Díaz Ayuso ya no tiene tutelas. No hay un líder nacional que le ponga cadenas y ostenta todo el poder del PP de Madrid. La pandemia de COVID que la aupó a la primera línea mediática por su enfrentamiento directo con el presidente del Gobierno ya ha amainado, aunque ella sigue confrontando y acaparando titulares. El resultado de las autonómicas de 2021 le permite gobernar sin sobresaltos, gracias al apoyo de Vox por acción u omisión. Con todo el poder político y orgánico, la presidenta de la Comunidad encara unos meses decisivos: comienza un ciclo electoral en el que todo lo que ocurra será, por primera vez, responsabilidad única y exclusivamente suya.
La lideresa autonómica ha configurado un partido a su medida, con una imputada por corrupción como ‘número 3’ y con las manos libres para elaborar sus listas para las municipales y autonómicas. De hecho, ha comenzado ya a definir las primeras candidaturas. Algunas de ellas no sin cierta polémica, como en el caso de Móstoles, donde ha designado candidato a la alcaldía a su director general de Educación Concertada, Becas y Ayudas al Estudio, Manuel Bautista, con la oposición de la presidenta del partido en la segunda ciudad con más habitantes de la región.
La presidenta de la Comunidad de Madrid lleva militando en el Partido Popular 17 años. Cuando el entonces líder nacional, Pablo Casado, la aupó a la primera posición de la lista para las autonómicas de 2019, era casi una desconocida para el electorado. Pese a que llevaba desde 2011 como diputada rasa en la Asamblea, su designación fue una apuesta personal de su amigo, con el que en apenas un par de años protagonizaría una cruenta guerra que acabó ganando. Para la elaboración de aquella lista, por tanto, ella no tenía poder orgánico y su capacidad para imponer nombres era prácticamente nula.
Pese a perder las elecciones con el peor resultado del PP en la región, Isabel Díaz Ayuso consiguió mantener la presidencia de la Comunidad, gracias a su coalición con Ciudadanos, a quien acabó borrando de la Asamblea tras la convocatoria de unas elecciones anticipadas en mayo de 2021. Una convocatoria que llevó a cabo sin el visto bueno de la dirección nacional. En las nuevas listas hubo algunos movimientos, pero la líder regional seguía sin tener el ansiado poder orgánico de la formación en Madrid. Por ello, tuvo que asumir en su equipo a nombres como Toni Cantó, impuesto desde Génova, y que la Justicia terminó echando atrás.
Aunque finalmente no fue en las listas, Ayuso acabó premiando al ex miembro de ciudadanos con la dirección de la Oficina del Español, un cargo de nueva creación por el que Cantó se embolsa más de 75.000 euros al año. Para los comicios autonómicos de 2023, la presidenta podrá elaborar sus propias listas, algo que venía reivindicando desde que comenzó a reclamar la celebración del Congreso del PP para elegir a una nueva ejecutiva, de la que ella misma saldría entronizada.
Ocurrió tras los comicios de 2021, en los que su triunfo fue incontestable. Ayuso sumó más diputados que toda la izquierda junta y, pese a que no logró la mayoría absoluta, consiguió gobernar en solitario con la muleta de Vox en un momento en el que parecía que las coaliciones habían llegado para quedarse. Cuando comenzó a reclamar la celebración de un Congreso del PP de Madrid, lo que pedía en realidad era controlar al partido, tomar las decisiones orgánicas y elaborar sus propias listas. Nada que no tuvieran otros presidentes autonómicos, como López Miras, Fernández Mañueco, Moreno Bonilla o el propio líder estatal, Alberto Núñez Feijóo, que gracias a su guerra interna con Casado, que estalló en febrero, se aupó a la dirección nacional del partido.
Como uno de los principales activos de la formación, la presidenta regional siguió presionando para hacerse con la dirección del PP de Madrid, mientras Casado se resistía y sonaban otros nombres para disputar ese cónclave, como el alcalde de Madrid y otrora portavoz nacional del partido, José Luis Martínez Almeida, como posible contrapeso a Ayuso, o la entonces secretaria general del partido, Ana Camins, como vía alternativa.
La “batalla cultural”
Tras la guerra interna entre Casado y Ayuso, que estalló cuando se conocieron las comisiones que el hermano de la presidenta cobró por la venta de mascarillas a la Comunidad en lo peor de la pandemia, y la llegada de Feijóo, ella vio por fin cumplido su deseo. “Quiero darle las gracias, presidente, Alberto Núñez Feijóo. Gracias por tu confianza en nosotros. Por convocarnos nada más llegar al frente del partido y tenernos entre tus prioridades”, dijo en su discurso de presentación de la candidatura en el Congreso Extraordinario celebrado los días 20 y 21 de mayo. Al cónclave acudía ella como candidata única y salió aclamada ante un foro entregado a su “batalla cultural” con el 99,12% de los votos y las manos libres para configurar la nueva dirección del partido y las listas para el horizonte electoral de 2023, con municipales y autonómicas en el calendario.
La nueva dirección se conoció en ese congreso en el que Ayuso no rehuyó su perfil más ideológico, reclamó dar “todas las batallas” y exigió “defender principios e ideas”. La presidenta del PP de Madrid cuenta desde entonces con un equipo hecho a su medida y sin complejos. El 'número dos' del partido es Alfonso Serrano, su hasta entonces portavoz en la Asamblea, y la 'número tres', Ana Millán, la alcaldesa de Arroyomolinos imputada por corrupción, en quien el equipo de la presidenta confía plenamente pese a conocerse que tanto su pareja como su hermana también cobraron del empresario imputado en la trama.
El entorno de la presidenta reconocía entonces que un recién llegado Feijóo no había influido en la composición del nuevo organigrama del PP de Madrid. Un gesto que agradecían, aseguraban, porque podría haberlo hecho. El líder nacional dejaba, por tanto, las manos libres a Ayuso para este nuevo equipo. Desde aquella misma tribuna, la presidenta de la Comunidad y del partido hizo varios guiños a Almeida, a quien confirmó como candidato a la alcaldía en las próximas municipales. Fue el primero en desvelarse y a quien designo “el primero” en el Comité de Dirección del PP de Madrid. Un puesto que, por otro lado, le corresponde por ser el alcalde de la capital.
Ayuso ha desvelado ya sus 16 primeros candidatos a las alcaldías, principalmente de las localidades del sur de la región gobernadas por el PSOE y donde el PP insiste que quiere revertir las fuerzas en las próximas municipales. En septiembre y octubre se conocerán el resto de designados en aquellas ciudades y pueblos donde no gobiernan y, tras las navidades, donde ostentan el bastón de mando. A ellos les marcó el discurso, centrado “en el respeto a la empresa, al empleo, a la propiedad, a la público-privada y atracción de eventos de todo tipo que”, según ella, están situando a Madrid “en ese faro que cada vez se mira con más optimismo e ilusión desde todos los rincones de España”.
En ese misma intervención ante los medios la presidenta de la Comunidad volvió a recordar la conferencia ideológica que el PP de Madrid tiene previsto celebrar tras el verano, al margen de la dirección nacional. En él, los populares madrileños darán a conocer “las primeras líneas” del programa electoral, centrarán sus “ideas” y explicarán “qué filosofía, qué doctrina” seguirán en materias como el medioambiente, la economía, la empresa y la educación.
Para elaborar ese programa electoral, la presidenta ha puesto en marcha todo el engranaje del partido y del Gobierno. Precisamente, Ayuso ascendió en junio a su consejero de Educación, al que nombró vicepresidente del Ejecutivo regional. A Enrique Ossorio le encomendó esta misión desde Sol. Aunque esta es una labor que correspondería a la vicesecretaría de electoral del partido, Ossorio ya fue el encargado de la redacción de los dos programas con los que la presidenta se presentó a las elecciones.
Ese ascenso supuso, de facto, una caída. Fue la de su consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Enrique López, próximo a Casado y que hasta ese momento había sido el 'número dos' del Ejecutivo autonómico. Aunque la presidenta ha repetido en varias ocasiones que cuenta con el mejor equipo y que confía en todos sus consejeros, el destino del exmagistrado es incierto. “Hay un puente que habrá que pasar en el momento que llegues a ese puente, ahora estamos en otras cosas muy importantes para la Comunidad de Madrid”, dijo en el Foro de Nueva Economía en junio, tras ser relegado de las tareas de coordinación del gobierno a preguntas sobre si se veía en las listas de 2023. Allí ironizó frente a Ayuso sobre la pérdida de confianza: “Deje de dejar de tener confianza en mí, porque cada vez trabajo más”.
Ayuso no ha desvelado tampoco si para las municipales contará con algún consejero. “Ahora mismo no lo puedo adelantar”, indicó hace apenas un par de semanas. Pero, con un discurso centrado en hacerse con los tradicionales feudos de la izquierda y con unas listas diseñadas por ella, el resultado de esas elecciones será, para bien o para mal, su responsabilidad absoluta.
También el de las autonómicas. Porque si el triunfo de 2021 la dotó de un perfil de lideresa y la convirtió en uno de los máximos activos del Partido Popular. Su forma de hacer política con un discurso ideologizado y de confrontación con el Gobierno central encontró en junio la otra cara de la moneda en Andalucía. Su compañero de partido, Juan Manuel Moreno Bonilla, con un tono más moderado, logró lo que hasta hace poco parecía imposible en aquella región: obtener una mayoría absoluta que descafeinó el buen resultado de Ayuso en Madrid. También con unas elecciones generales a la vista para el próximo año, está por ver qué perfil escoge el líder nacional Alberto Núñez Feijóo que, por el momento, ha evitado poner cortapisas en la Comunidad.
Así sucedió esta misma semana con el conflicto generado desde la presidencia de Ayuso en contra de las medidas de eficiencia energética aprobadas por el Gobierno central en el último Consejo de Ministros. Nada más conocer la iniciativa, la presidenta madrileña planteó vía Twitter que iba a incumplir el decreto ley aprobado por el Gobierno. “Madrid no se apaga”, aseguró. Contradijo así al propio Feijóo, que hace unos meses reclamó un plan de esas mismas características con las mismas medidas aprobadas por el Ejecutivo. Desde entonces, la dirección nacional del PP hace equilibrios para no desautorizar ni a Ayuso ni a su máximo jefe, que mantienen posturas aparentemente enfrentadas.
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