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ENTREVISTA | Vicepresidente de la Comunidad de Madrid

Ignacio Aguado: “La gente tiene que comer, se tiene que reanudar cuanto antes la actividad económica”

El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado.

Ignacio Escolar / Fátima Caballero

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“Hay que salir del confinamiento lo antes posible, hay que pasar de pantalla. A poder ser en mayo, cuanto antes”, sostiene Ignacio Aguado (Madrid, 1983) al otro lado de la pantalla. La entrevista a través de videoconferencia se produce el sábado, pocas horas antes de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciase unos primeros pasos del plan de desescalada del confinamiento. Para el vicepresidente de la Comunidad de Madrid esa salida debería ser rápida para evitar más daños económicos: “El confinamiento no puede durar eternamente porque no gana la batalla al virus, es un torniquete que nos permite que el sistema sanitario no colapse, pero nada más”.

Aguado reclama al Gobierno central que permita a la Comunidad de Madrid endeudarse para afrontar los gastos extraordinarios provocados por la COVID-19, si España no consigue otro tipo de ayudas económicas por parte de Europa. El vicepresidente de Madrid no contempla una subida de impuestos, pese a que Madrid es la región con la presión fiscal más baja para las grandes fortunas. “No soy partidario de subir los impuestos cuando las cosas vienen mal dadas, porque lo que haces es echar más leña al fuego”, argumenta.

¿Por qué la Comunidad de Madrid se ha convertido en una de las regiones del mundo más afectadas por la pandemia del coronavirus?

Habrá muchas razones, seguramente. La fundamental desde mi punto de vista es que somos una de las regiones más abiertas y más libres de todo el mundo, donde hasta hace muy poquito tiempo había libertad de tránsito, los pasajeros entraban y se iban a través de Barajas, del tren, del coche... Una ciudad abierta corre esos riesgos, que cuando hay una epidemia de estas características que no distingue de fronteras y a la que no se le ponen puertas, porque es imposible ponerlas, nos encontramos con una situación como la que hemos vivido.

¿Está Madrid preparada para el desconfinamiento?

Hay que empezar la desescalada. Pasar de pantalla, en mayo, cuanto antes. Necesitamos garantizar que las personas no enferman por COVID-19, pero también que la gente no cae en la pobreza. Si en mayo no somos capaces de pasar de un sistema de confinamiento colectivo a un sistema de autoprotección individual para poder volver a la normalidad, seguramente ya será tarde. Ya no habrá posibilidad de activar la economía, al menos durante mucho tiempo, porque miles de pymes y de autónomos habrán echado el cierre para siempre.

Hay que abrir el pequeño comercio, hay que abrir el gran comercio, hay que permitir que la gente vaya a trabajar y todo eso hay que hacerlo de forma ordenada, sin que se ponga en riesgo la salud de las personas y garantizando que tienen medidas de protección.

Nos tenemos que concienciar que debe ser obligatorio el uso de mascarillas para todo el mundo, que no se puede salir de casa sin mascarilla, que va a formar parte de nuestra vestimenta cotidiana hasta que se encuentre una vacuna. Pero el confinamiento no puede durar eternamente porque no gana la batalla al virus. Es un torniquete que nos permite que el sistema sanitario no colapse, pero nada más.

¿Qué sectores tendrían que volver antes?

Queremos hacer una propuesta al Gobierno de España porque entendemos que somos los que mejor conocemos la realidad de nuestra región. Se la haremos llegar en los próximos días. Pero si somos capaces de garantizar el suministro de mascarillas a todo el mundo, debería levantarse el confinamiento de forma bastante generalizada. Se puede hacer de forma gradual, pero no podemos permitirnos estar todo el mes de mayo sin recuperar una nueva normalidad. Si no actuamos ya, estaremos hablando de pobreza real y general en España. La gente tiene que comer, se tiene que reanudar la actividad económica.

Dice que no nos podemos permitir el lujo de mantener el confinamiento, ¿no le preocupa que la vuelta a la actividad económica genere un repunte en el número de muertos y de infectados?

Me preocupa si no cambian las cosas, si no hay mascarillas. Si llevamos mascarilla a nuestro puesto de trabajo, no hay riesgo prácticamente de contagio. Si mantenemos la distancia social, si nos lavamos las manos frecuentemente, no hay riesgo o es muy bajo. El confinamiento no nos salva. Me preocupa que haya una parte de la población que piense que por seguir una semana más vamos a ganar la batalla al virus. Al virus le ganaremos cuando encontremos la vacuna. No podemos confiar nuestra suerte como país a un confinamiento que no va a ofrecer soluciones. La actividad económica tiene que a convivir con la COVID, es el gran reto que tenemos por delante.

¿Cómo valora la gestión del gobierno de Pedro Sánchez ante esta crisis?

Se caracteriza por la improvisación, lamentablemente. Soy plenamente consciente de la dificultad de gestionar una epidemia así, que no viene con un manual debajo del brazo. A todos, desde a Sánchez hasta al último alcalde del último municipio de España, nos pilla de nuevas. Nadie nunca había gestionado algo parecido. 

Pero es verdad que a medida que avanzan los días, la improvisación hay que ir dejándola a un lado. Apostar por la planificación y por el consenso. Y eso todavía no se ha puesto en marcha por parte del Gobierno. Espero que rectifiquen y sobre todo que entiendan que tenemos que ir todos de la mano: comunidades autónomas y Gobierno de España, incluida la oposición. Sería muy beneficioso que hubiera consenso y grandes acuerdos, porque esta crisis es inédita en España y de nuestra capacidad para entendernos depende el futuro de millones de españoles.

¿Y cómo valora la gestión de su gobierno autonómico?

Hemos sido rápidos actuando, los más rápidos de toda España. Nosotros propusimos en varias ocasiones al Gobierno empezar a tomar medidas incluso antes del 6 de marzo, que fue cuando decidimos cerrar, por ejemplo, los centros de día donde van nuestros mayores a jugar a las cartas, al dominó... El Gobierno no lo entendía así y no vio la gravedad. El 8 de marzo todavía se celebraron grandes concentraciones multitudinarias en España, entre otras la del Día de la Mujer. Según varios expertos, eso pudo tener mucho que ver con la propagación del virus en todo el país.

En Madrid actuamos pronto, los primeros, pero evidentemente no lo pronto que nos hubiera gustado a toro pasado. Ahora, viéndolo con perspectiva y viendo la magnitud de la epidemia, ojalá hubiéramos podido actuar, por ejemplo, el 25 de febrero. Seguramente habríamos ahorrado mucha expansión de la epidemia.

Habla del 8 de marzo como una fecha clave por la manifestación del Día de la Mujer. Pero su partido, Ciudadanos, también asistió a esa concentración. ¿Eran conscientes entonces de que podía ser una mala idea convocar esa manifestación y de ser así, por qué no lo dijeron en su momento?

En este tipo de decisiones los ciudadanos tenemos la información que nos facilita el Gobierno. Es la Delegación de Gobierno la que tiene que decidir si este tipo de celebraciones o de manifestaciones se puedan llevar a cabo o no. Nosotros en la Comunidad de Madrid ya el día 6 de marzo, incluso antes, entendíamos que el virus afectaba especialmente a la población mayor, pero no éramos conscientes de la virulencia que podía llegar a alcanzar. Tendría que haber sido el Gobierno de España el que tomara una decisión al respecto a través de la delegación del Gobierno, a través, por supuesto, del Ministerio de Sanidad. No fue así. En todo caso, hoy no es momento de buscar responsabilidades, de ver quién tuvo la culpa.

¿Qué le parecieron las declaraciones de Rocío Monasterio recordando que las competencias de Sanidad son de las autonomías?

En un período ordinario son de las autonomías. Desde que se declaró estado de alarma la autoridad competente en materia sanitaria es el Ministerio de Sanidad.

Pero usted habla de las decisiones previas al 8 de marzo, antes del estado de alarma, y en ese momento las competencias plenas hasta el día 15 eran de las autonomías, no del Gobierno central.

Tiene toda la razón y es así, y por eso nosotros cuando tuvimos reuniones con el Gobierno ya le trasladamos nuestra percepción de lo que podía suponer una epidemia de estas características. Tras varias reuniones con el Ministerio y con el Gobierno decidimos, después de comunicárselo, cerrar los colegios con el apoyo o sin el apoyo del Gobierno. Pero pensábamos que no podíamos esperar más tiempo y recuerdo que incluso por aquel entonces, el 9 de marzo, muchos nos llamaron exagerados. Decidimos cerrarlos y creo que fue un acierto total. Pero a pesar de haberlo cerrado los primeros de España, fíjese qué situación que tenemos.

La pandemia ha golpeado con fuerza las residencias de mayores en todo el país pero especialmente las de la Comunidad de Madrid, donde suman la mitad de estos fallecidos. ¿Cómo explica el alto número de muertos en estos centros?

Por cada persona que fallece por este virus lo que siento es impotencia, rabia y frustración, porque este virus no tiene cura. E incluso con todos los medios sanitarios a disposición de las personas que lo necesitan, las personas mueren. Especialmente las personas mayores. En un porcentaje elevadísimo este virus afecta a las personas por encima de 60 años y la letalidad por encima de 70 u 80 años está cercana al 50%. Da igual que suceda en un hospital, en una residencia o en un domicilio.

La realidad de por qué está pasando esto en las residencias no solo tiene que ver con el sistema residencial de Madrid, sino con el sistema residencial de toda Europa. Las residencias están pensadas para cuidar a mayores, no para curarlos. Y esa es una de las cosas que tendremos que revisar: qué modelo asistencial, qué modelo residencial queremos a partir de ahora. Yo abogo por construir entre todos un modelo de residencias socio-sanitario donde haya presencia asistencial, como hasta ahora, y también presencia sanitaria.

Hace unos días el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, –y usted mismo– se quejaba en comisión de que las residencias no estaban aún medicalizadas pese a que así se anunció que se haría el 12 de marzo. Este viernes Ayuso defendió que ya hay más de 200. ¿Están o no están medicalizadas?

Tanto el consejero de Sanidad como el consejero de Políticas Sociales están haciendo un trabajo fantástico, se están dejando la vida los dos. La realidad es que como las residencias no están diseñadas para curar, sino para atender, partimos de un punto muy bajo en cuanto a la situación sanitaria de las residencias. Por eso estamos en una etapa de transición y de rediseño de las residencias. Se han aumentado los recursos, se ha aumentado la atención, pero todavía queda mucho.

No podemos decir que las residencias están medicalizadas porque hoy por hoy no es así. Desde que la Consejería de Sanidad asumió el mando único se han agilizado las derivaciones de personas que viven en residencias a hospitales, se han evacuado a personas sanas de las residencias a hoteles. Pero no se ha completado la medicalización de todas las residencias y espero que se haga lo antes posible.

¿Cree que la situación de la sanidad pública madrileña era la óptima para enfrentarse a esta enfermedad?

Ningún sistema sanitario del mundo está preparado al inicio para hacer frente a una epidemia así. Ninguno, es imposible. Otra cosa es que tengas capacidad para rediseñar tu sistema sanitario como hemos hecho en Madrid para poder dar cobertura. En tres semanas se ha rediseñado de arriba abajo. Hemos triplicado, casi cuadruplicado, el número de camas UCI. Hemos puesto bajo un mismo mando a la sanidad privada y a la sanidad pública, gracias por cierto a la cual hemos podido salir lo más holgados posibles. Hemos puesto en marcha el hospital de Ifema, hoteles medicalizados, y todo eso se ha hecho dentro de la sanidad madrileña. Es para estar muy orgullosos, dentro de lo que cabe. Creo que hemos hecho todo lo humanamente posible.

Pero de cara al futuro, ¿cree que habría que invertir más en sanidad desde el Gobierno autonómico? Madrid es la comunidad más rica de España, pero la segunda que menos invierte por habitante de todas autonomías españolas.

Desde que entré en política en 2015, cuando además tuve la fortuna de poder condicionar durante cuatro años el gobierno de aquel entonces, hemos aumentado el presupuesto de la sanidad en 800 millones de euros. Ahora mismo, en presupuesto ejecutado estaremos por encima de los 9.000 millones de euros, más del 40% del presupuesto. Soy partidario siempre de poder aumentar las partidas destinadas a los servicios públicos, pero también de que cada euro que se invierta sea eficaz. Desde el punto de vista de gestión, la prioridad no tiene que ser únicamente invertir más, sino invertir mejor. Y donde veamos que hay lagunas y donde veamos que se pueden reforzar las inversiones, habrá que hacerlas. Pero no invertir más porque sí, para comparamos con otras regiones.

El PSOE está lanzando en estos últimos días ofertas de pactos en todas las administraciones, también la autonomía de Madrid. ¿Es posible llegar a algún tipo de acuerdo?

Habrá que ver en qué se basa ese acuerdo, cuál es la propuesta concreta. Desde luego agradezco al PSOE, y en concreto a Ángel Gabilondo, que nos haya tendido la mano. Es de agradecer porque es imprescindible que Gobierno y oposición salgamos de esta crisis juntos, en la medida de lo posible. Pero ahora hay que ver cómo pasamos de las musas al teatro. ¿Esto es márketing o es un compromiso sincero del señor Gabilondo? Lo veremos en los próximos días.

Si el señor Gabilondo quiere empezar a tender puentes, que interceda con el Gobierno y le pida que al menos nos conteste a las cartas, porque hace más de 20 días que llevamos esperando una respuesta para que nos expliquen cómo vamos a financiar los gastos extraordinarios derivados de la COVID-19. Hemos propuesto dos opciones: un fondo no reembolsable, es decir, con ayudas directas por parte del Gobierno de España a las comunidades para poder abordar esta crisis, o permitiéndonos endeudarnos más para poder afrontar esta crisis excepcional.

Pero más allá de aumentar la deuda, ¿no sería necesario aumentar los ingresos? La Comunidad de Madrid es una de las que menos presión fiscal tiene, especialmente en las rentas más altas. Tiene margen de maniobra con muchos impuestos que están derogados al 100%, como el de sucesiones. Incluso poco antes de que empezara esta enorme crisis, el Gobierno regional estaba planteando una nueva bajada de impuestos. ¿No sería razonable, antes de aumentar más la deuda, incrementar los ingresos?

Soy partidario de no subir los impuestos cuando las cosas vienen mal dadas desde el punto de vista económico, cuando estás en un ciclo de contracción económica que es lo que vamos a vivir. Porque lo que haces, si no, es echar más leña al fuego. Cuando tienes una sociedad que está pasándolo mal económicamente, empresarios que quieren cerrar o que no tienen más remedio que cerrar, si encima subes impuestos, lo que haces es darles la puntilla. En momentos como los actuales es cuando hay que empezar a invertir de forma masiva y donde se demuestra quiénes fueron buenos gestores antes y quiénes fueron malos.

Soy defensor, como liberal, de la austeridad económica, de ir haciendo un remanente de dinero para cuando vengan mal dadas. Ahora están viniendo mal dadas y como liberal que soy, repito, defiendo abiertamente la inversión, el gasto público, es ahora cuando hay que hacerlo. Pero no condenando a las familias o las empresas a más impuestos, sino recurriendo a mecanismos a los que podemos acudir porque hicimos bien los deberes en el pasado.

Pero sin ahogar a las familias y sin ahogar a las empresas, el modelo fiscal español, el que se aplica en otras comunidades, permite recaudar entre los patrimonios más altos. Por ejemplo, en Madrid viven 373 de los 611 multimillonarios con patrimonios por encima de los 30 millones de euros, gente que evidentemente no tiene problemas para llegar a fin de mes. Sólo entre esos 373 multimillonarios la política fiscal madrileña les ahorra 266 millones al año. ¿No hay margen de maniobra en Madrid en la política fiscal para, sin ahogar a las clases medias, recaudar un poco más de los que más tienen?

No soy partidario de tocar ahora mismo el sistema fiscal. Creo que nos ha ido bien en periodos ordinarios con el sistema fiscal que tenemos, que ha generado riqueza, que incluso esas grandes rentas han generado a su vez riqueza en la Comunidad de Madrid. Prefiero endeudarme. Podemos endeudarnos en cifras muy importantes y todavía no traspasaríamos la media de deuda del resto de comunidades autónomas. La opción uno, desde luego, es que el Gobierno de España, bien de motu propio o bien a través de la Unión Europea, inyecte dinero directo a la Comunidad de Madrid no reembolsable. Si esa opción no llega, mi segunda opción es aumentar nuestra capacidad de endeudamiento.

¿Y está de acuerdo con el ingreso mínimo vital que el Gobierno quiere poner en marcha?

En la Comunidad de Madrid y en otras regiones existe una herramienta parecida, que es la renta mínima de inserción, destinada para las familias más vulnerables. Esa herramienta podría servir de vehículo si así lo acuerda el Gobierno de España, dotando de presupuesto a estos instrumentos, para poder llegar a las familias que lo están pasando peor en esta crisis. Es alarmante el número de personas que está recurriendo a Cáritas, al Banco de Alimentos, y va más.

Por eso es imprescindible recuperar la actividad económica: es la actividad económica la que permite generar riqueza y mantener puestos de trabajo. Si esto se retrasa, iremos a una economía subsidiada y eso es un peligro como país, es lo que yo quiero evitar a toda costa. No por el hecho de no conceder ayudas a las personas que lo necesitan, sino porque necesitamos que esas ayudas sean en forma de recuperar el empleo y el trabajo, no en forma de recibir una paga de forma indefinida por parte del Gobierno.

¿Cómo es su relación con Isabel Díaz Ayuso?

Es buena, de hecho no ha sido mala nunca. Tengo buena relación personal, somos compañeros de Consejo de Gobierno, somos socios de coalición y tenemos claro cuál es el objetivo y la prioridad ahora mismo, que no es otra que seguir salvando vidas.

¿Se tensó esa relación con Díaz Ayuso tras su decisión de nombrar como principal asesor a Miguel Ángel Rodríguez, una persona que a usted le ha dirigido durísimas críticas personales desde las redes sociales?

Estaba en su derecho de hacerlo. En el acuerdo de coalición que firmamos cada uno aceptamos que la otra parte podía nombrar a sus cargos públicos y al personal de confianza que considerase oportuno. La presidenta se ha ceñido al acuerdo de gobierno firmado con Ciudadanos y se ha rodeado del equipo que considera que es mejor para ella. Evidentemente, como podéis comprender, no lo comparto, pero lo respeto.

¿Qué cree que hizo mal su partido para pasar de 57 a 10 diputados en las últimas elecciones generales? Es una pregunta de hace ya tiempo, pero entiendo que ha reflexionado sobre el tema.

No tengo una respuesta única para esta pregunta. Es más, aunque la encontráramos y supiéramos todas las variables que nos hizo llegar a esa cifra, las soluciones para volver otra vez a los 57 escaños no serían aprender de lo que pasó el verano pasado. Como la sociedad cambia tan rápido, las cosas que podían ser una solución hace un año ya no lo son para el año que viene. Por eso soy partidario de hacer autocrítica, pero no caer en la autodestrucción. La autocrítica en Ciudadanos se hizo, creo que de forma más severa que en ningún otro partido: ha dimitido el presidente del partido, dimitió el secretario general, dimitió el secretario de organización.

Ahora me preocupa más qué es lo que vamos a hacer para recuperar esos 57 escaños, para ser útiles a los españoles. Y en eso estamos trabajando, en diseñar el mejor partido posible, para volver otra vez a ocupar o a reconstruir un espacio de centro que es imprescindible en España. Si no hay un centro político fuerte en España, estamos condenados a los rojos y a los azules, a las trincheras, a los bloques y a mí no me gustaría que de esta crisis saliéramos haciendo políticas contra la mitad del país. Yo creo que a la hora de hacer políticas entre todos y eso el centro es fundamental, porque juega un papel clave de moderación y de entendimiento.

Inés Arrimadas ha ofrecido su apoyo al Gobierno para una serie de acuerdos. ¿Cree que Ciudadanos con este paso está volviendo al centro del que se había ido en la última época de Albert Rivera al no colaborar con el PSOE?

Creo que estamos en un momento excepcional. A nadie se le escapa qué es lo que pensamos de Pedro Sánchez tanto Inés Arrimadas como yo, como otros dirigentes de Ciudadanos. Pero también hay que ser especialmente conscientes de lo que nos están pidiendo los españoles: que nos entendamos.

Tenemos dos vías. Volver a los bloques, como pretenden algunos: a ver cuánto de mal lo haces tú para llegar yo y gobernar sobre tus cenizas. O intentar salir de esta crisis excepcional con unos grandes pactos para reconstruir la sanidad, la economía, la situación familiar y social y tener una postura común en Europa. Eso fue lo que le propusimos a Sánchez y nos compró incluso el nombre de los pactos por la reconstrucción, incluso los cuatro pilares sobre los que debe fundamentarse. Pero no está demostrando estar alineado con la urgencia que está demandando el país.

¿Qué lecciones nos deja esta pandemia para el futuro, qué cree que hemos aprendido de esta terrible situación?

La necesidad de tener presente que una epidemia no distingue de distintas administraciones, de colores políticos ni de fronteras. Si hay una epidemia en un rincón del mundo, hay que estar alerta desde el día uno, no podemos pensar que aquí somos mejores que otros y que aquí no va a pasar. De alguna manera la arrogancia europea nos ha hecho pensar que este virus no nos iba a afectar y ese ha sido el primer error grave: subestimar al virus y pensar que nosotros estamos mejor preparados que otros. La segunda enseñanza es que hay que cambiar el modelo de residencias, porque el modelo residencial en España y en Europa son bombas epidemiológicas porque concentran a los más vulnerables. Y el tercer aprendizaje: tenemos que diseñar los servicios públicos de forma modular para que, en el caso de que sea necesario, podamos reaccionar rápidamente y adaptar tanto nuestro sistema sanitario como nuestro sistema social.

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