En Madrid también se hacen 'castells': la historia de los Gatos de Vallecas
Los castells son una de las señas de identidad más reconocidas de la cultura catalana. Pero con el paso de los años esta tradición ha acabado traspasando fronteras. En el barrio de Vallecas de Madrid desarrollan su actividad los Gatos, la única colla –grupo– castellera de la ciudad, que se ubica en el marco del Cercle Català de Madrid. Se trata de la organización que trabaja para impulsar la cultura catalana en la capital, donde está creciendo el primer grupo de castellers de su historia.
La colla, fundada en 2017, fue impulsada por un pequeño grupo de personas, algunas de ellas originarios de Catalunya o con contacto con la tradición de los castells y querían mantener esa conexión mientras vivían en Madrid. A día de hoy ya son más de 50 los miembros estables que participan en las actividades de los Gatos. Además, muchos otros miembros actuales no son catalanes, pero se sintieron atraídos por la espectacularidad de esta actividad, por el reto físico y por los valores que promueve: “Seny, equilibri, valor i força” (sensatez o saber estar, equilibrio, valor y fuerza).
La fundación de la colla estuvo marcada por la colaboración con el Cercle Català de Madrid, como explica Josep Ramon Casas, el primer presidente de los Gatos y también del Cercle. Casas cuenta que la idea llevaba tiempo gestándose, pero que no fue hasta que asistió al Concurs de Castells de Tarragona de 2016 cuando el proyecto empezó a “tomar forma de manera seria”. En diciembre de ese mismo año se constituyó la colla oficialmente, con el apoyo de la Coordinadora de Collas Castelleras de Catalunya (CCCC) y, pocos meses después, comenzaron los ensayos.
Los Gatos empezaron a organizar ensayos semanales y fueron creciendo en número de participantes. Realizaron las primeras exhibiciones en eventos culturales y festivales que buscaban promover la diversidad de tradiciones regionales en Madrid. Estos primeros encuentros eran también una manera de darse a conocer y de invitar a más personas a participar. A día de hoy ya llevan 6 años organizando diadas (jornadas en las que se invita a otros grupos y se hace una muestra de todo el trabajo de la temporada).
A diferencia de las collas catalanas, que cuentan con una gran cantidad de personas familiarizadas con la tradición y muchas veces incluso multigeneracionales, la colla madrileña tuvo que partir de cero. El paso del tiempo y la llegada de personas de todo el mundo hizo que la diversidad se convirtiera en una de las características principales de los Gatos, que cuenta con miembros de varias comunidades autónomas y países.
La VI Diada de los Gatos
Los castells que construyen las collas castelleras consisten de estructuras formadas por varias personas que se sostienen en equilibrio unas sobre otras. Las dimensiones de estas torres marcan las competiciones entre grupos. En la Diada Internacional de Tarragona, celebrada el pasado 5 de octubre, los Gatos consiguieron completar castells de notable envergadura: el 3de6 con pilar en el medio, el 4de6 y el 3de6. María De la Hoz, presidenta en funciones de la colla, explica que la Diada fue un éxito: “A nivel técnico, logramos realizar tres castells de seis alturas, algo que no conseguíamos desde hacía dos años”.
Con el tiempo han ido logrando construir estructuras cada vez más complejas, lo cual es una señal de la madurez de la colla. Han realizado actuaciones en Madrid en días como en la Diada Nacional de Catalunya y en encuentros culturales que destacan la diversidad española. Casas nos explica que estos eventos también se han llevado a cabo en lugares icónicos de Madrid, como la Plaza Mayor o el Parque del Retiro, donde los castells han sorprendido a madrileños y a visitantes.
Más allá del aspecto físico de la construcción de torres humanas, los castells tienen una fuerte dimensión comunitaria. La colla de Madrid ha intentado también llevar este espíritu a la ciudad, organizando actividades paralelas, como talleres y charlas, para acercar esta tradición al público madrileño y mostrar cómo los castells pueden ser una herramienta de cohesión social. En cuanto a las barreras culturales, María nos explica que no las han experimentado porque la actividad en sí misma es “una tradición cultural muy integradora”.
La colla de Madrid ha enfrentado retos logísticos, como encontrar lugares adecuados para los ensayos y atraer suficientes miembros para construir torres de mayor envergadura. Casas nos explica que ha sido especialmente complicado contar con “canalla”, como se llama a las niñas y niños que coronan los pisos superiores del castell. “Al no ser una tradición conocida en Madrid ha sido necesario mucho esfuerzo de comunicación para darnos a conocer”, apunta el presidente del Cercle.
En los últimos años, han seguido participando en encuentros nacionales e internacionales. Y su presencia en Madrid se ha convertido en parte del paisaje cultural de la ciudad. La colla trabaja no solo por la visibilidad de los castells, sino también para establecer lazos de colaboración con otros grupos y asociaciones culturales madrileñas. De hecho, celebran la implicación de los madrileños. “El público madrileño es muy agradecido”, asegura la presidenta en funciones. De la Hoz también explica a elDiario.es que sus actuaciones siempre despiertan mucha curiosidad entre los que les ven elevar esas estructuras humanas y que muchos de los espectadores se unen a la “pinya”, la base del castell, cuando la están montando en una actuación.
La presidenta dice que sus principales objetivos de futuro son crecer en masa social, para poder construir más castells y de mayor envergadura, pero también integrarse más en el barrio donde tienen su local, Vallecas. “Estamos colaborando y en comunicación constante con asociaciones y grupos que realizan muchas actividades en la zona”, explica De la Hoz.
Los Gatos esperan ahora con ansias que llegue su VI Diada en menos de un mes, el próximo 9 de noviembre, Día de la Almudena, a las 17:00, cuando acudirán como invitados los Castellers del Prat de Llobregat. La Diada se celebrará en un lugar que consideran “un enclave inmejorable”, junto al Museo del Prado y el Jardín Botánico.
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