“Hasta ahora no habíamos dejado nunca a nadie fuera”, se lamenta Mónica García (Madrid, 1974) desde el otro lado del teléfono. La diputada de Más Madrid en la Asamblea habla como médica y sobre el trabajo heroico que ella y miles de sanitarios han desempeñado en los diferentes hospitales madrileños durante la peor crisis sanitaria que recuerda. García es anestesista en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y desde 2015, cuando se redujo la jornada, combina este trabajo con el de coportavoz en la Asamblea.
La diputada de Más Madrid lamenta que los radares de la administración no pudieran detectar lo que venía porque, como defiende, el virus estuvo circulando antes de que “estallase el Tsunami”. Durante el mes largo en el que los hospitales han estado colapsados –todavía lo están, sostiene–, Mónica García ha estado volcada en atender a pacientes con coronavirus en la unidad de cuidados intensivos de su hospital.
Este martes en la comisión de Sanidad en la que el consejero Enrique Ruiz Escudero comparecía después de más de un mes, usted dijo que el 6 de marzo le trasladó una cierta preocupación de su hospital porque ya había un caldo de cultivo que hablaba de que algo estaba pasando. ¿En qué consistió esa alerta?
El viernes 6 de marzo fui a trabajar al hospital y aunque no había cifras oficiales que alertasen, sí había un mar de fondo. Dentro de los hospitales empezamos a detectar que había más intensidad en las urgencias, que había más ingresos. Estábamos viendo que íbamos un poquito por detrás de algo que todavía no habíamos detectado. De manera privada, como he hecho sobre otras muchas cosas, le transmití al consejero esta preocupación y le pregunté si en la Comunidad de Madrid había esa misma sensación o si algunos de los gerentes le habían transmitido alguna alarma.
Fue evidente que no tenían los radares conectados como para detectar lo que realmente había ya en febrero y en la primera semana de marzo: un movimiento, llamémoslo tectónico, que podía llevar a pensar que en Madrid nos estaba ocurriendo lo mismo que en Italia.
Entonces usted cree que el virus estuvo circulando mucho antes de que se detectase.
Está claro que el virus estaba circulando. En la Comunidad de Madrid de alguna manera el tsunami se desata la semana siguiente y ese tsunami no se desata espontáneamente, sino que ha tenido un caldo de cultivo en las semanas previas. Y de hecho, hubo compañeros y hubo servicios que estando en contacto con la gente de Italia, con los profesionales de Italia, sí que de alguna manera se olieron que esto nos podía pasar a nosotros e hicieron un acopio de equipos de ventilación no invasiva y de otro tipo de material que podían suponer que íbamos a necesitar. Teniendo en cuenta todas las circunstancias que tiene Madrid de ciudad turística, de capitalidad, de movimiento, ya se podía pensar que realmente el virus estaba entre nosotros. El problema para mí es por qué no lo detectamos.
¿Por qué no lo detectamos?
Hay dos radares, en todas las comunidades y que son de su competencia. El primer radar son las urgencias; el segundo es la atención primaria. Si las urgencias ya las tienes colapsadas normalmente, si los hospitales se te colapsan con la epidemia de la gripe, es muy difícil identificar que hay un sobrecolapso por una pandemia nueva como estaba ocurriendo. Si no pones atención en monitorizar qué es lo que está pasando en las urgencias, es muy difícil que veas que hay un repunte en las urgencias. Y en la atención primaria pasa lo mismo. Si uno de los radares lo tienes recortado, es muy difícil que ese radar te salte. Si a eso le añadimos que los sistemas informáticos de la Comunidad de Madrid no están integrados entre ellos y no somos capaces de tener una visión global, tenemos la tormenta perfecta.
Pero la crítica de la oposición es hacia el Gobierno central, por haber actuado tarde.
Se está haciendo un relato que no es real de lo que realmente supone el Ministerio de Sanidad. Las competencias están totalmente transferidas y, de hecho, nos podemos remontar a hace no mucho tiempo cuando era considerado un Ministerio sin apenas competencias y sin apenas presupuesto. El Ministerio se nutre de la información que le dan las 17 comunidades, que son las que tienen realmente tanto los funcionarios como los servicios de salud pública y el resto de servicios sanitarios.
Se le puede achacar al Gobierno que ha tomado decisiones tarde, pero hay que ir un poquito también aguas arriba: ¿se toman decisiones tarde porque los datos le llegan tarde? ¿Las comunidades no fueron capaces de detectar esos datos porque no estuvieron suficientemente atentas? La responsabilidad hay que repartirla en función de las competencias que ha tenido cada uno en cada momento y me parece bastante injusto cargar solamente sobre la parte del Ministerio, cuando realmente las competencias en Sanidad son autonómicas. En Madrid hemos pasado de ser la mejor sanidad del mundo a un “yo no sé nada de lo que usted está hablando”. Ahí hay un cierto juego político bastante desleal e irreal.
Los datos reflejan un cierto alivio, ¿están los hospitales mejor después del colapso?
En los hospitales de Madrid ha habido una bajada bastante abrupta en las urgencias y seguramente esto se va traduciendo más lentamente en el número de pacientes que están ingresados y todavía más en las camas de UCI. Pero en las camas UCI seguimos estando a un 150%. Seguimos ocupando espacios para UCI que hace dos meses no eran de UCI y los ingresos siguen siendo mayoritariamente por COVID-19. Y yo siempre pongo el mismo ejemplo: en la epidemia de la gripe. Estamos en mejor situación, sí. Podemos atender ahora a pacientes de UCI, cosa que no hemos podido hacer durante casi dos semanas. Hay una situación más holgada en la cual los sanitarios hemos dejado entre comillas de hacer medicina de guerra y estamos haciendo una medicina más adecuada al contexto. Eso no quiere decir que no estemos todavía en una situación de colapso.
¿Tienen miedo los hospitales a un repunte?
Por ahora no hay ningún indicador que esté diciendo que esté habiendo un repunte. Tendremos que ver cuál es el reflejo de las medidas que han permitido la vuelta de la actividad no esencial. Pero ahora la curva está bajando en ingresos. En infectados nunca lo sabremos porque nunca hemos sabido hasta dónde ha llegado. La curva está bajando y creo que seguirá bajando. El problema es la velocidad a la que baje. Obviamente las medidas de confinamiento, cuanto más estrictas hayan sido, más incidirán en que baje la curva. Pero ya hay una sensación de que de que esto está amainando, que ya no estamos anegados y que esto está mejorando. Ahora bien, aún falta tiempo para que lleguemos a la normalidad. Eso seguro.
¿En qué va a consistir esa desescalada que anuncia el consejero de Sanidad? ¿Tiene algo ya claro de su hospital?
Mucho nos tememos que va a ser el mismo plan ausente que nos encontramos en los inicios de la crisis. Una absoluta falta de planificación. Pero como casi cualquier tratamiento es casi tan importante como los implantas a como lo quitas. La sensación es que detrás de las palabras de 'vamos a empezar a desescalar' no hay nada más, no hay absolutamente ningún plan, lo cual nos pone otra vez a los sanitarios la piel de gallina, pensando que esto lo vamos a seguir haciendo de manera artesanal, cada hospital y cada servicio, según se presenten las circunstancias.
¿Cómo ha vivido junto con sus compañeros el colapso de los hospitales?
Es de las cosas que emocionalmente más nos van a pasar factura. Es una situación absolutamente insólita que no nos la podíamos imaginar ni en el peor de los escenarios. Teníamos la sensación real de que nos estábamos dejando a gente fuera. Eso en nuestro sistema sanitario no era posible, no lo es éticamente ni moralmente, ni de ninguna manera. Hasta ahora no habíamos dejado nunca a nadie fuera porque tenemos un sistema universal y básicamente estamos acostumbrados a que nuestros hospitales atienden a todo el mundo.
Y entonces llega una situación en la cual estamos tan desbordados que tenemos unos recursos que no llegan para todos y esto emocionalmente ha sido duro. El pasar de hacer una medicina de calidad a tener que rebajar los estándares de calidad porque no llegas a todos Es una sensación que no se la deseo a nadie. Emocionalmente es lo que más factura nos va a pasar a todos los profesionales, el no haber podido tener recursos para atender a todo el mundo.
¿Quién se ha quedado fuera?
Eso es una de las cosas que habrá que ver, cuánta gente se ha quedado fuera. No solo la gente de COVID-19, sino la gente a la que indirectamente no se ha atendido por una sobresaturación y una limitación de los recursos. Lo que es obvio es que durante 10 días seguro, y no sé si dos semanas, hemos tenido pacientes en lista de espera de las UCI. Y eso significa que hay pacientes que se hubieran beneficiado de tener un tratamiento intensivo y no lo han tenido. Habrá que valorar cuáles han sido las consecuencias, que no es echarle la culpa a nadie, pero valorar de dónde veníamos y hasta dónde hemos podido llegar.
¿De dónde veníamos? Eso habrá influido también.
Es obvio de dónde veníamos. A nadie le puede extrañar que el Partido Popular en la Comunidad de Madrid durante los últimos 15 años ha hecho una política de recortes de los servicios públicos. De la que encima ha presumido. Tenemos una de las regiones, según Eurostat, con menos camas por habitante de toda Europa. Es una región que tiene menos profesionales, la comunidad que tiene la segunda peor inversión por habitante en sanidad y, por supuesto, la peor en relación con su PIB. Somos una comunidad rica que se ha dedicado no sólo a invertir poco en sanidad, sino a desviar una parte del pastel de la sanidad a empresas privadas y a fondos buitre. Nunca se va a poder cuantificar cuánto de esto ha derivado en nuestro colapso, pero es un hecho absolutamente objetivo que ha influido.
Tanto los sindicatos como los propios sanitarios se han quejado de la falta de transparencia, de información y de planificación de la Consejería de Sanidad. Afirman que han tenido en muchas ocasiones que autogestionarse.
Ha sido totalmente así. No ha habido órdenes escritas. No ha habido absolutamente ninguna planificación por parte de la Consejería, más allá de bandazos de 'ahora abrimos Ifema sin UCI o con UCI'; 'van a ir allí los residentes', pero luego han ido los de atención primaria.... En fin, no ha habido ningún plan de contingencia de recursos humanos. No ha habido ninguna directriz que diga este hospital va a ser COVID, este otro no. En definitiva, lo que se espera de un gobierno: coordinar y organizar su servicio sanitario.
En contraposición, ha habido una autoorganización de los profesionales y de los servicios que, ante la gravedad de la situación, han decidido abrirse chats y trabajar en común. De alguna manera, romper esas jerarquías que teníamos en los hospitales de servicios separados. Ha habido autoorganización de los profesionales, pero para eso no necesitamos una Consejería.
¿Cree que intentaban dar a entender que el mando estaba en el Ministerio?
Las competencias nunca han dejado de ser de la Consejería, eso hay que repetirlo. De hecho, el artículo 6 del decreto del 14 de marzo establece que cada administración conservará las competencias a los efectos del estado de alarma. El estado de alarma no es un 155, es un estado en el cual se intenta coordinar todas las acciones y de alguna manera es el Ministerio el que intenta encabezar las políticas más poblacionales. Pero la Consejería de Sanidad no ha dejado de tener competencias nunca, ni en febrero, ni en marzo, ni en abril. Nunca. Ni para comprar, ni para contratar, ni para gastar, ni para absolutamente nada.
De las compras dicen que sí.
Han intentado manipular con el tema de las compras. La Comunidad de Madrid nunca ha dejado de comprar, lo que pasa es que no fue capaz de anticiparse como otras comunidades autónomas y tiene un sistema de compras que en este caso sí que es un mercado persa. Lo que tenemos aquí en la compra pública de la Comunidad de Madrid es una cosa que hemos denunciado varias veces, incluso la Fiscalía. La logística no estaba preparada para hacer unas grandes compras. Pero la Comunidad Madrid nunca ha perdido sus competencias. Nunca.
Las residencias han sido uno de los mayores focos de contagios y muertes, también con competencias autonómicas. ¿Qué ha pasado con estos centros? ¿Se descartaron pacientes de residencias como denunciaron trabajadores y familiares?
Tenemos un problema, porque como todo es oficioso, nada es oficial, no ha habido ningún dato oficial de la realidad de las residencias de mayores. Solo la sabe la comunidad. Partimos de un modelo de residencias impuesto por el PP y por Ciudadanos de la venta al por menor de servicios esenciales, entre los que estaban las residencias de mayores. Tener un 90% de las residencias privadas y sólo un 10% que son públicas, ha hecho que no tuviéramos los radares en ese 90%. Y esto ha hecho, entre otras cosas, que haya habido un auténtico trauma en la región. Lo recordaremos como uno de los puntos neurálgicos donde más se cebó esta epidemia. La responsabilidad es de la Comunidad de Madrid y merecemos algo más allá de una simple explicación política de quitamos a un consejero.
¿Cómo valora la gestión que ha hecho el consejero de Sanidad y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso?
La presidenta Isabel Díaz Ayuso no ha hecho una gestión de la epidemia, ha hecho una gestión de su propia confrontación con el presidente Pedro Sánchez. No sé si le ha ayudado Miguel Ángel Rodríguez, pero básicamente es a lo que se ha dedicado. El consejero de Sanidad creo que partía de una circunstancia y una situación con muy malos mimbres. Es un consejero que llega en el último momento, que no es capaz de poner su propio equipo porque se lo imponen. En el peor de los casos han decidido recurrir a Antonio Burgueño, que es una de las personas que más daño le ha hecho a la Sanidad de Madrid.
Sé que el consejero ha estado preocupado, pero no tenía prácticamente ingredientes buenos dentro de su propia consejería para poder afrontar esto con una maquinaria engrasada para realmente atender la salud de los de los ciudadanos. Ahora bien, como máximo responsable, sabiendo que tenía estos mimbres tan malos, tampoco ha hecho ningún acto político que pusiera de manifiesto que realmente la sanidad y la Consejería no estaban preparadas. Lo que me parece que es completamente surrealista es intentar atribuirle la responsabilidad al Gobierno central.