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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024). Además, ha publicado Cabo Norte (Menguantes, 2020), Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012). Habita en la linde occidental del barrio.

www.pedrobravo.es

En recuerdo de nosotros, en nombre de nuestro porvenir

Pedro Bravo

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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024). Además, ha publicado Cabo Norte (Menguantes, 2020), Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012). Habita en la linde occidental del barrio.

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Una ciudad son miles de vidas presentes y pasadas. Las existencias de las personas que han estado y están y también todas las cosas que han hecho. La ciudad es una historia común llena de historias comunes que se alimentan unas a otras. Somos lo que somos por toda la gente —y animales y naturaleza en general— que tenemos alrededor y la que ha habido antes.

El filósofo italiano Emanuele Coccia lo cuenta muy bien en Metamorfosis (Siruela, 2024). “Llamamos ‘metamorfosis’ a esta doble evidencia: todo viviente es, en sí mismo, una pluralidad de formas —simultáneamente presentes y sucesivas—, pero, en realidad, ninguna de ellas existe de manera autónoma, separada, ya que la forma se define en continuidad inmediata con una infinidad de otras formas, que están antes y después de ella”. La ciudad, como sistema complejo y viviente, es un proceso de transformación permanente en el que todas las acciones e interacciones —también los conflictos— marcan su devenir.

Me ha venido esto a la cabeza al ver en las últimas semanas que el ayuntamiento de Madrid ha puesto una placa en la casa donde vivió El Hortelano y también ha querido homenajear a protagonistas de la cultura y la comunicación fallecidos recientemente con placas en bancos del Retiro. No faltan en esta villa pequeños recuerdos a personas del pasado; a veces, ilustres, otras, no tanto. En el camino diario a mi lugar de trabajo me cruzo, por ejemplo, con algunas chapas en memoria de madrileños que pasaron por los campos de concentración nazis —se llaman stolpersteine, “piedras de tropiezo”, y hay más de 75.000 en veinte países—. Me gusta pararme a leer esos nombres que aparecen de repente y que forman parte de todo esto tanto como los que cabalgan en estatuas y posan en cuadros colgados de paredes supuestamente importantes.