Visita a Velintonia, la casa en la que vivió la poesía española
Un enorme cedro libanés da sombra a la que fuera la casa de Vicente Aleixandre en Madrid. Lo plantó el propio poeta en el jardín de su vivienda, cuando era joven. Su antigüedad es tal que es el único elemento protegido de todo el entorno, algo inexplicable para un lugar en el que vivió uno de los cinco Premios Nobel que ha tenido la literatura española.
Los amantes de la obra de Aleixandre llevan reclamando la protección de este espacio situado en la Colonia del Metropolitano desde hace 23 años. Piden convertirlo en una Casa de la Poesía porque el lugar fue mucho más que la vivienda del escritor andaluz y el lugar donde creara la mayoría de su obra: en sus paredes acogió a los poetas españoles más importantes del siglo XX.
“Más que quién estuvo en Velintonia, habría que preguntarse qué figura de la poesía no pasó por aquí. Sería más rápido”, explica Alejandro Sanz, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre. Por allí pasó casi toda la Generación del 27, nombres como los de Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre, Carmen Conde, Miguel Hernández, José Antonio Muñoz Rojas... y también poetas de décadas posteriores como Jaime Gil de Biedma, Francisco Brines, Carlos Bousoño, José Luis Cano, José Hierro, Francisco Nieva, el grupo Cántico y Novísimos como Luis Antonio de Villena y Vicente Molina Foix.
La lista es impresionante pero lo es aún más recordarla mientras se pasea por el interior de Velintonia, por sus habitaciones vacías en las que muchos detalles recuerdan todavía a Aleixandre, mientras se percibe el mismo trinar de los pájaros y el crujir de las ramas que escucharía en su día el poeta. Somos Chamberí la recorre gracias a la primera ocasión en la que la casa se abre al público con motivo de una exposición de retratos de Vicente Aleixandre, tomados en blanco y negro por los fotógrafos Joaquín Alcón y José Lamarca.
[Galería: visita al interior de Velintonia]
A Velintonia (se llama así porque la calle tenía nombre de árbol -Wellingtonia- antes de que fuera cambiado por el del Premio Nobel en 1978) se accede por una sencilla puerta metálica y se divisa, nada más entrar, un medallón sobre la fachada que recuerda la figura de Aleixandre. La construcción, de dos alturas, se encuentra muy deteriorada por el paso del tiempo, aunque la vegetación que ha tomado todo su exterior da al conjunto un aspecto irreal, casi mágico.
La visita se centra en la planta baja, a la que se accede por una escalera y una sencilla puerta verde de madera y metal, donde muchos asistentes se sacan una foto para recordar su paso por el lugar. En el antiguo salón, Alejandro Sanz desgrana la historia de la casa y cuenta anécdotas que protagonizaron los que por allí pasaron: el lugar en el que tocaba el piano García Lorca, cuando subía de Granada para visitar a Aleixandre, que la poeta Carmen Calvo vivió alquilada en la primera planta junto a Amanda Junquera, de 1941 a 1945...
La mayoría de la casa permanece vacía, salvo algún detalle de gran valor como la alfombra de la sala principal, sobre la que descansó el féretro del poeta después de su muerte, en el año 1984. Del mobiliario se conserva únicamente la antigua cocina de carbón y las piletas de los baños. Dicen que un sofá chaise longue acabó en la facultad de Farmacología de la Complutense. El resto fue arrasado por las personas que okuparon la casa después de que se quedara vacía. “Se llevaron hasta los pomos de las puertas”, lamenta Sanz.
Lo que todavía permanece en Velintonia es el llamador con el que Vicente Aleixandre avisaba a sus asistentes, ubicado en su antiguo y pequeño dormitorio. “De este espacio salió el 75% de sus poemas, que solía escribir de madrugada y tumbado”, relata Alejandro. In situ, es fácil imaginárselo libro en mano, alumbrado por la luz de una lámpara de pared de la que hoy solo queda la silueta.
La visita, después de recorrer la antigua cocina, los dormitorios y la biblioteca de Aleixandre -donde guardaba unos 3.000 libros y en la que fue retratado de forma magistral por José Lamarca- acaba en el jardín, lugar de encuentro para muchas de las visitas poéticas que llegaron hasta esta casa del barrio de Vallehermoso y marco en el que cada verano la Asociación de Amigos Vicente Aleixandre celebra una velada en la que se homenajea al poeta y a sus amigos. La de este año versó en torno a Luis Cernuda.
Una casa para la poesía
La visita, la exposición y estas veladas poéticas sirven, además de para recordar a Vicente Aleixandre y su legado, para reclamar que el espacio se convierta en una Casa de la Poesía. La campaña para lograrlo se inició hace 23 años, pero hasta hace poco parecía algo lejano.
Sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid ha movido ficha y anunció a principios de julio que cambiará de uso el lugar -de residencial a dotacional- para protegerlo, y que lo comprará, probablemente vía expropiación. El consistorio calcula que pagará por él unos 3 millones de euros, lejos de los 4,7 millones que reclaman los herederos del poeta por sus 630 metros cuadrados divididos en tres plantas y sus 750 metros cuadrados de solar.
Desde la Asociación de Amigos Vicente Aleixandre reclaman que el Ayuntamiento se siente a hablar con la familia y con ellos mismos antes de iniciar ninguna actuación. Y que se ponga de acuerdo con el Ministerio de Cultura y con la Comunidad de Madrid para “no politizar” el espacio y que el “espíritu de Velintonia” sea salvado para las generaciones venideras.
Haya expropiación o no, los amigos del poeta ya trabajan en su próximo proyecto: planean una representación en la vivienda de la obra La casa de Bernarda Alba, que García Lorca prometió leer a Vicente Aleixandre durante su última visita a Madrid antes de morir. Del montaje se encargaría el dramaturgo Alberto Conejero. Una forma más de recuperar la memoria de una casa que, para los que la defienden, “tiene mucha vida”.
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