La portada de mañana
Acceder
Aldama zarandea al PSOE a las puertas de su congreso más descafeinado
Corazonadas en la consulta: “Ves entrar a un paciente y sabes si está bien o mal”
OPINIÓN | Días de ruido y furia, por Enric González

Revuelta Escolar contra la contaminación a las puertas de clase: “Los niños tienen claro que el problema son los coches”

Algo se transforma en la vida de muchos colegios de Madrid el primer viernes de cada mes. Durante la mañana el ambiente es de ilusión y expectación entre el alumnado. Pero es al acabar las clases, justo a la salida de los centros, cuando todo se convierte en una reivindicativa fiesta. Las familias toman la calzada para reclamar que las calles también les pertenecen, gracias a una iniciativa cada vez más pujante: la Revuelta Escolar.

El espacio social Casino de la Reina, en Lavapiés, sirvió de escenario el pasado jueves para una conversación sobre el impacto del tráfico en la infancia y las soluciones para minimizarlo. Unas respuestas que según Julio Díaz, investigador del Instituto de Salud Pública Carlos III, pasan irremediablemente por “sacar los coches de las ciudades”. Este experto detalló en su intervención que la contaminación causa 14.000 ingresos hospitalarias al año solo en Madrid: 8.000 debidos al NO2 y otras partículas contaminantes, más otros 6.000 asociados a los efectos del ruido. Uno de sus estudios más recientes aborda precisamente el impacto de la contaminación acústica en el incremento de enfermedades mentales.

En la población infantil, “las repercusiones pueden ser todavía más dañinas”, avisó Julio Díaz. Como sus pulmones no son totalmente maduros, la polución les afecta especialmente, razón por la cual se han multiplicado los casos de bronquiolitis en los últimos años. Otro factor clave es que su altura les sitúa casi a la par que la de los tubos de escape, “donde están las partículas más peligrosas.” Así, los casos de asma también se han disparado. Este científico incidió además en las afectaciones sobre la salud mental, especialmente acusadas cuando las personas están en una etapa de menor desarrollo cognitivo.

Ante estas evidencia científicas, no extraña que las madres y padres de la Revuelta Escolar estén tan orgullosas de lo que han ido consiguiendo. Desde que arrancaron a principios de 2021, unos meses después de que la iniciativa germinara en Barcelona (ya se ha extendido por toda España), cada conquista se celebra como un triunfo de la salud y la seguridad.

Una revuelta festiva

“Los niños han cambiado. Ahora ven el espacio vital que de verdad hay en las calles y que les pertenece. Tienen claro que el problema son los coches”. Lo cuentan Verónica y Raquel. Pertenecen a la Asociación de Familias del Alumnado (AFA) del CEIP Miguel de Unamuno, en la calle de Alicante (distrito de Arganzuela). En esta escuela ya han organizado 20 revueltas, que serán 21 el próximo 3 de marzo. Hablan con alegría del ambiente que sea crea con cada concentración: “Que no falten las tizas ni las pompas”.

Pero además del ambiente festivo y la concienciación, de ese “momento de alegría y diversión”, con esta ocupación de la vía pública el primer viernes de cada mes protestan para que las administraciones tomen medidas que protejan a sus hijos: “¿Por qué no hacen cortes temporales de calles? Nos dicen que sería un caos, pero en Londres hay 500 y ha bajado un 23% el nivel de NO2”. Verónica y Raquel creen que “hay que construir las calles de otra manera” y “revegetar”.

El Miguel de Unamuno fue de los nueve colegios elegidos para el proyecto piloto de una guía de intervención en entornos escolares por parte del Ayuntamiento de Madrid. Lamentan que el proceso “no fue muy participativo”, pero de entre esos nueve centros el suyo ha sido uno de los dos escogidos para ejecutar finalmente dicho proyecto. Todavía no pueden revelar muchos detalles al respecto, pero se muestran tan ilusionadas como cautas ante la renovación del entorno escolar que este plan podría suponer.

Reivindicar lo concreto

El AFA del CEIP San Eugenio y San Isidro (SESI) consiguió una victoria más directamente política. La acera en la que se ubica la entrada (o salida) de este colegio de Palos de la Frontera, también en Arganzuela, era muy estrecha. Han logrado ampliarla, mejorando la seguridad y accesibilidad de la zona. Para Marina, una de las madres implicadas en esta Revuelta Escolar, la clave fue ceñirse a las competencias de la Junta Municipal del Distrito cuando se dirigieron a ella con sus reclamaciones: “Si somos demasiado ambiciosos lo que aprueben se quedará simplemente en instancias al Ayuntamiento, ya que no dependerá de ellos, y es mucho más difícil que salga adelante”.

Así, sus peticiones se limitaron a “cosas que ya estaban en las ordenanzas municipales”. Reconoce eso sí que se beneficiaron de que sus reclamaciones afectaban a una vía secundaria sin demasiado tráfico y por la que no pasa el transporte público, en cuyo caso el visto bueno del consistorio sería indispensable. Y pese al éxito, quieren más: “Aunque ha crecido el espacio para los peatones, los niños siguen encerrados y no están en un ambiente amable”.

La Revuelta Escolar se da en las calles, pero las aulas no son ajenas a la crisis climática. Milena Radovich, de Ecologistas en Acción Madrid, relató la labor pedagógica que desarrollan a través de talleres en distintos institutos de Madrid. “Recogemos las propuestas y se las presentamos al alcalde”, añadió. Han hecho lo mismo en otras ciudades como Murcia o Vigo. Animan a asociaciones de padres y madres a que se pongan en contacto con la organización a través de redes sociales si desean que acudan a los centros de sus hijos.

El evento se desarrolló mientras los retoños de muchos de los asistentes corrían y saltaban por la sala, ajenos a la pelea que sus padres están dando para protegerles de los accidentes y la contaminación. O puede que no sean tan ignorantes, que como han insistido varias madres, en cuanto niñas y niños toman la calle se percatan del espacio del que se les priva habitualmente. Quizá los juegos que han convertido la Revuelta Escolar en una enorme celebración son la mejor forma de denunciar que sus propias vidas están en juego.