El precio de las baterías dejará de ser un ‘lastre’ para el coche eléctrico en 2024
Aunque precisar la cifra concreta es tan difícil como averiguar la ganancia concreta que obtiene un fabricante por la venta de un vehículo, aproximadamente el 40% del valor de un coche eléctrico corresponde hoy por hoy al coste de la batería que lo alimenta. Las marcas suelen señalar este porcentaje cuando explican lo que les cuesta producir un modelo de estas características y, en consecuencia, el elevado precio al que generalmente lo ponen a la venta.
Si tomamos como ejemplo el esperado Opel Corsa-e, que llegará a los concesionarios el próximo febrero, tenemos que, de los 29.900 euros de su precio de tarifa, casi 12.000 se van en la adquisición de su batería de iones de litio de 50 kWh. Como bien subrayaba hace unos días en Madrid Alexandre Guignard, director del área de negocio de Vehículos de Bajas Emisiones del Grupo PSA -que, además de esta variante del Corsa, fabrica otros ocho modelos 100% eléctricos o híbridos enchufables-, no ayuda a abaratar costos, ni es remotamente sostenible, el hecho de que “los grandes bloques de baterías de 300 kilos” que necesita el consorcio para esos vehículos deben viajar en barco desde China, Japón y Corea, principales productores mundiales de estos sistemas de almacenamiento.
Como apuntan los analistas y es de puro sentido común, para que el coche eléctrico pueda acercarse en ventas al de combustión interna, y luego desplazarlo e imponerse a él, es necesario un proceso en el que los precios de uno y otro se acerquen a la paridad. Y para ello se precisa también una bajada del precio de las baterías, de modo que este tenga cada menos incidencia en el del vehículo. Por supuesto, también son indispensables mejoras en la infraestructura de carga y en las prestaciones de las baterías, que tendrán que ofrecer mayores autonomías y precisar de tiempos de recarga más cortos, pero esto es harina de otro costal.
Según diversos analistas estadounidenses, la batería suponía en 2015 el 57% del coste total de un coche eléctrico, cifra que en 2018 se redujo al 33% -menos de lo que las marcas suelen indicar- y que podría situarse en el 20% a la altura de 2025, de acuerdo con sus vaticinios.
La firma norteamericana Bloomberg aseguraba hace unos meses que la paridad de precios de modelos convencionales y eléctricos estaba más cerca de lo previsto con anterioridad. Si un par de años antes consideraba que se produciría en 2026 y luego acercó la fecha hasta 2024, ahora estimaba que llegaría en fecha tan temprana como 2022. “En igualdad de condiciones”, se afirmaba, la decisión de adquirir un coche de baterías pasaría a partir de ese momento de ser una cuestión de coste a una cuestión “de gusto, estilo o preferencia”.
El informe sobre la materia que Bloomberg elabora cada año ha matizado y complementado unos días atrás las propias previsiones de la compañía. En esta ocasión se toma como punto de partida el coste por kWh de las baterías, que en 2019 ha rondado los 156 dólares. Esta cantidad representa 20 dólares menos que el promedio registrado el año anterior, y está ya a años luz de los 1.160 dólares a que se pagaba en el año 2010.
Según el consenso general, el momento crítico que marcará el impulso definitivo de la tecnología eléctrica será aquel en que el coste del kilovatio-hora baje de 100 dólares. Bloomberg fija tal acontecimiento antes de 2024, cuando el precio del kWh se situará en 94 dólares, aunque, vista la acelerada evolución del proceso en los últimos años, podría incluso adelantarse. En este escenario, la batería del Corsa-e podría costar alrededor de 4.700 dólares (unos 4.250 euros al cambio actual), lo que -en ausencia de otras reducciones de costes- permitiría rebajar el precio del coche hasta los poco más de 22.000 euros.
Para 2030, el kilovatio-hora quedará por debajo de los 62 dólares, de modo que una batería de 100 kWh como la que emplea actualmente un SUV eléctrico de lujo costará solo 6.200 euros en total (incluyendo el pack, la electrónica y los sistemas de refrigeración), por los 15.600 que hay que pagar hoy, esto es, bastante menos de la mitad. Volviendo al caso del Corsa-e, la batería supondrá apenas 3.100 dólares (unos 2.800 euros) del precio del vehículo, que saldría ya por 20.700.
Repetimos que este cálculo solo tiene en consideración la previsible bajada del coste de las baterías, pero la misma firma estadounidense prevé también que otros elementos clave de los coches eléctricos, como los motores y la electrónica, se abaraten hasta un 30% en la próxima década, a consecuencia del incremento de producción. Entre unos y otros factores, la ansiada paridad de precios entre vehículos térmicos y de baterías se hallará cada vez más próxima.
Como última derivada del análisis de Bloomberg nos encontramos con que el abaratamiento de las baterías empujará a más sectores a electrificarse. Los vehículos de reparto, por ejemplo, podrán sacar partido de una tecnología más accesible cada día y de mantenimientos más económicos al tiempo que podrán eludir las crecientes restricciones al tráfico en las ciudades debido a la mala calidad del aire. El estudio apunta también a las motos eléctricas, que podrían vivir un auténtico boom, e incluso al transporte marítimo y aéreo de corta y media distancia como otros grandes beneficiarios de la popularización de la tecnología eléctrica.