Prueba del Peugeot E-308: tiralíneas eléctrico
Para todos los que hemos disfrutado de los coches en las últimas décadas, es fácil recordar modelos de Peugeot que nos hayan cautivado por un aspecto concreto, eso que, a falta de definición precisa, denominamos tacto de conducción. Por no viajar demasiado atrás en el tiempo, pensamos en un utilitario mítico como el 205 o en la larga estirpe de berlinas que conforman los 405, 406 y 407 y el actual 508.
Si nos ceñimos a los modelos compactos, la firma del león ha deleitado al personal con otra saga, la de los 306, 307 y 308, coche este último que se adentra en nuestros días y que, en consecuencia, ha sido tocado ya por ese fenómeno llamado electrificación. Justamente aquí queríamos llegar, porque su versión enteramente eléctrica, o E-308, ha pasado por nuestras manos hace pocos días y, contra lo que algunos puedan pensar, nos ha dejado exactamente la misma (grata) sensación al volante que los mejores Peugeot de antaño.
Dirección directa, de las que indican a las ruedas exactamente por donde quiere ir el conductor, un aplomo imperturbable, cambios de dirección rápidos y seguros, la impresión de estar arropado por unos asientos envolventes y la instrumentación orientada hacia uno… A todo esto, y algunas cosas más, nos referimos con otra expresión ambigua, el placer de conducir, que sirve más o menos para entendernos.
Para un usuario normal, pocas experiencias hay más satisfactorias al volante que esa sensación -de la que a veces no es plenamente consciente- de que el coche se pliega, dócilmente pero con agilidad, a las indicaciones que le transmite. A quien esto escribe, le evoca la precisión de un tiralíneas.
En el caso del E-308 hay que olvidarse de algo que los nostálgicos echan de menos en los coches eléctricos: el ruido del motor, remplazado aquí por un silencio casi total o por un ligero silbido cuando pisamos el acelerador a fondo. Con ello podremos ponernos a 100 km/h, partiendo desde parado, en 9,8 segundos y pasaremos de 80 a 120 km/h en 6,4, medición esta indicativa de lo que se tarda en realizar un adelantamiento estándar.
A pesar de sus cualidades dinámicas, el de Peugeot no es un vehículo deportivo. Los 156 caballos de su motor eléctrico, alimentado por una batería de 54 kWh (51 útiles), son sin duda suficientes para un coche de este tamaño, pero si parece fulgurante es porque todos los eléctricos lo son en aceleración al disponer de todo el par motor casi de modo instantáneo. De cualquier forma, el E-308 responde con viveza en toda condición, especialmente si escogemos el modo de conducción deportivo; el normal y el Eco nos permiten, por el contrario, alargar el alcance de la batería.
La autonomía obtenida por el modelo en las pruebas de homologación es de 14,9 kWh/100 km. No hemos conseguido llegar a esas cifras ni durante la primera toma de contacto, donde dejamos el marcador en 16,7 kWh/100 km, ni en los días que lo hemos conducido ahora, saldados con un registro similar. En todo caso, se trata de un consumo contenido que hace posible recorrer unos 300 kilómetros entre recargas, algunos menos si el desplazamiento se realiza en autovía. Los 416 km obtenidos en el ciclo WLTP se antojan sencillamente inalcanzables en conducción real.
La batería del 308 eléctrico soporta 11 kW de potencia de recarga en corriente alterna y 100 kW en corriente continua. En un punto de 7,4 kW, pasa del 20% al 80% en 4 horas y 40 minutos, y la misma operación requiere 25 minutos en una instalación que suministre los mencionados 100 kW.
Puesto de conducción mejorado
En el habitáculo encontramos la última generación del Peugeot i-Cockpit, integrado por un volante compacto y -ahora- calefactado, el cuadro de instrumentos configurable -3D en la versión más lujosa de las dos disponibles, la GT- y una pantalla central táctil de 10 pulgadas. Si bien depende de la estatura de cada cual y de su postura al volante, creemos que esta versión del puesto de conducción permite una mejor visión del panel de la instrumentación.
Debajo de la pantalla central se ha dispuesto una batería de i-toggles, o atajos a funciones básicas del vehículo, completamente personalizables por parte del conductor y que, a nuestro juicio, suponen uno de los mayores aciertos de la configuración interior de la última hornada de modelos de Peugeot.
Si algún pero puede ponerse al E-308 es que la firma francesa del grupo Stellantis ha optado por un rango de precios bastante elevado que lo hace difícilmente accesible para buena parte de la población. La versión Allure está a la venta por 39.450 euros y la GT sube a 41.700, cifras ambas que al menos cabe rebajar, en hasta 7.000 euros, gracias a las ayudas del Plan Moves III.