“Los actores jóvenes de ahora no se quieren pronunciar porque tienen miedo a que no los contraten”
Concha Velasco (Valladolid, 1939) es la mujer de las mil batallas, de 130 películas, programas televisivos y una treintena de obras sobre las tablas. Ha pasado por tantos periplos, reales y ficticios, que charlar con ella se convierte en un ejercicio de aprendizaje continuo y sincero. Leyenda viva de nuestros días, sigue siendo esa valiente Chica Yeyé de antaño, que no se muerde la lengua ni se doblega, y que le sigue cantando a la vida como mejor sabe: interpretando, a sus casi ya 80 años. Dejó su huella en la Región de Murcia a lo largo de su carrera: fue una chica de Fortuna rodando “Historias de la Televisión” (1965) y “En un lugar de La Manga” (1970) junto a Manolo Escobar.
La ganadora del Max Honorífico de las Artes Escénicas hará aparición en el XXXV Festival de la Comedia de Torre Pacheco, que llega a su fin este sábado 25 de mayo con la obra “El Funeral”, escrita y dirigida por el hijo de la artista vallisoletana, Manuel M. Velasco.
El pasado 20 de mayo fue galardonada con el Max honorífico de las Artes Escénicas 2019. ¿Cree que el premio ha llegado a tiempo o quizás un poco tarde?
No, no. No llega tarde para nada. Ya tengo uno en mi haber como empresaria por “Hello Doly”, y luego tengo uno pequeñito por haber estado nominada en otra ocasión, porque el premio entonces lo ganó Blanca Portillo. El honorífico me hacía muchísima ilusión, más aún por el hecho de que me lo entregaran en Valladolid, en el Teatro Calderón, donde también me otorgaron la medalla de Oro de la ciudad hace dos años. ¡Me siento muy querida! Y fíjate que los premios son una cosa que agradezco muchísimo. Cuando escucho a algún compañero hablar de una manera despectiva de ellos no me gusta. Yo les doy muchísima importancia y valor, y más a estos grandes, como ha sido el Max de Honor por toda una carrera. Sobre todo por una carrera dedicada al musical, que tantas ilusiones y alegrías me ha dado en esta vida. Y luego, por supuesto, como productora también.
Pero, ¿sabes también los que agradezco mucho? Aquellos premios que puedan tener una repercusión menor, que son más pequeños. El único problema que se me presenta es que en casa ya no me caben, y a mí no me gusta tirar nada. Me parece tan importante que alguien se preocupe de mí… Yo les tengo dicho a mis hijos que el día que me vaya de verdad lo quemen todo, pero hasta que yo esté aquí lo guardo todo. Tropiezo y tropiezo porque algunos pesan mucho, son muy grandes. Éste concretamente, para colocarlo al lado del otro, pues tuve que llamar al conserje de mi casa para que me ayudara. Pesa tanto… Sobre todo por el valor sentimental que tiene.
El personaje de Santa Teresa podemos decir que marcó su carrera. ¿Qué otros papeles han sido relevantes a lo largo de su devenir interpretativo?
Siempre digo que si tuviera que dejar un testamento a mis hijos que dijera “Mamá fue actriz” reflejaría mi trabajo en “Teresa de Jesús” (1984), por supuesto. Creo que fue un trabajo pleno. Fíjate que no tuve que ir detrás de ningún productor, ya que me llamaron a mí para eso. Fue Julián Ruiz. Yo estaba haciendo “Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?”, y Josefina Molina quería dar vida a la fantástica figura de la literatura mística española. El primer planteamiento era dar vida a Santa Teresa con tres actrices en distintas edades: Lucía Bosé, Ana Belén… Y Julián Ruiz le dijo a Josefina: “¿Por qué no vas a ver a Concha al teatro?”. Y eso que en ese momento interpretaba un personaje en el que yo hacía arquetipos y era exagerada cantando y bailando la obra de Marsillach, con Pepe Sacristán. Pese a ello, me contrató e hice yo todos los personajes.
Resumiendo, yo diría que en televisión me quedaría con “Teresa de Jesús”; en teatro, “Reina Juana”, que creo que es un trabajo maravilloso sobre Juana la Loca, ¡que por fin parece que hemos conseguido que se le quite la coletilla de loca!; y, por supuesto, con “Carmen, Carmen”, el musical de Antonio Gala.
Basándose en todo ese trabajo del que habla en distintos medios y maneras de llegar al público, ¿el teatro ha sido más importante en su vida que el cine o la televisión?
No, qué va, qué va. De hecho, si miras mi currículum, pero el auténtico, ¿eh?, no ese que sale en internet, verás que he hecho 130 películas que he simultaneado con televisión, con teatro… Yo no me quedo con nada, soy actriz todoterreno. Soy una actriz muy completa; no soy la mejor, pero sí la más completa. Quizás porque yo en mis inicios me dediqué a la danza, era bailarina de ballet clásico. Incluso conseguí una beca para estudiar en Inglaterra. Solo fuimos tres las mujeres que la hemos conseguido: Tamara Rojo, Concha Martín y Concha Velasco. Pero no pude acceder nunca a ella por un problema familiar y tuve que empezar a trabajar por abajo. Entonces hice caso a mi madre: “Pues si no vas a ser bailarina, estudia para ser actriz”. Y así fue.
Y en todo ese trayecto, trabajando con múltiples personalidades y nombres afamados en el mundo artístico, ¿siente que le ha quedado algún director o directora en el tintero?
Claro que sí… Mira, me ha quedado Almodóvar. Pero como le dije que no una vez… Ya sabes tú que a los directores cuando se les rechaza una vez no te vuelven a llamar. Pero bueno, no soy una chica Almodóvar, pero soy una chica Berlanga. Almodóvar me falta porque lo admiro mucho. También he estado detrás de Alex de la Iglesia, pero no llegó nunca el caso. Por el contrario, a Berlanga lo perseguí y lo conseguí. Y a Pedro Olea también. Él me ha dado las mejores películas que he hecho: “Tormento” (1974), “Pim, pam, pum… ¡fuego!” (1975), “Más allá del jardín” (1996). Estoy muy agradecida, sobre todo de la primera etapa de mi vida. Como dice Pepe Sacristán: “Gracias a Ozores nosotros vimos salir agua del grifo, incluso caliente”.
¿Y si Pedro Almodóvar le hiciera esa llamada?
Bueno, pues lo haría encantada. Aunque yo sé que no… Además, voy a hacer 80 años y tengo con la obra “El funeral” dos años más de trabajo. Igualmente, este año voy a Mérida de nuevo con la “Metamorfosis” de Ovidio, en una versión de Mary Zimmerman dirigida por Diego Serrano, que es un director estupendo. Entonces, ¿qué más quiero yo?
Una de sus grandes películas se rodó en la Región de Murcia, “Una Chica de Fortuna”.
Sí, claro que sí. Además, es donde interpreto y canto la famosa “Chica yeyé”, que no era la canción que tenía que sonar, pues iba a ser otra, “¡Oh, John!”, que me encanta. Pero, hijo, es que gustó tanto que una vez que se había estrenado la película hubo incluso que cortar la proyección para ponerla, pues la canción la superó; superó a la película. Y como anécdota te cuento que cayó el gordo de la lotería, y les tocó a todos menos a Tony Leblanc y a mí, que estábamos haciendo otra película y no pudimos llegar a tiempo para hacernos con el número.
¿Y qué le queda a Concha de esa chica yeyé?chica yeyé
Pues le queda todo, sobre todo, la alegría. Cuando uno dice el nombre de Liza Minnelli le viene a la cabeza “New York, New York”; cuando es Concha Velasco, “La chica yeyé”. Así que estoy encantada. De hecho, muchas veces, cuando entro al camerino, los compañeros, para halagarme o por algún otro motivo, me ponen versiones de la canción, pero yo les digo: “No, no. Esa no es la mía. La mía es la de verdad”. Además, está hecha con los Brincos cuando todavía no eran Los Brincos. Yo incluso la considero una canción protesta de Algueró y de Guijarro. Aunque tengo que decir que de Algueró hay otra que me gusta más todavía, que es “Mamá, quiero ser artista”, con la letra de Carlos Toro.
Imaginemos ahora que rodaran una serie sobre la Reina emérita Sofía. La llaman y le ofrecen ser la protagonista. ¿Qué diría Concha Velasco a ese ofrecimiento?
Ay, pues lo haría encantada. Siempre que ella lo aprobara, claro. Hay una cosa que llevo como norma, y es que no se puede hablar mal de nadie, pues al final pasa factura. Yo quiero llenar los escenarios, tener la mayor audiencia, pero el día que me marche también quiero estar acompañada en mi despedida. Así que siempre que ella aceptara, lo haría. Porque sí, porque la admiro muchísimo, la quiero una barbaridad, a pesar, incluso, de no parecernos en nada. La conozco desde que se casó y tengo su foto y su dedicatoria. Y me manda telegramas felicitándome. No permito que nadie hable mal de ella ni de nadie, que ya sabes que pasa factura…
Aunque si te soy sincera… yo te digo que preferiría hacer la mía, una serie propia, mi historia de verdad. Las biografías que se han publicado sobre mi persona no las he escrito yo. Una la escribió Andrés Arconada, y otra Fernando Méndez Leite. La última que salió (“El éxito se paga”) sí que está dictada desde mi casa, pero como me puse mala está sin terminar por mi parte. Pero una de verdad mía, una serie sobre mi propia vida me encantaría. Creo que Pepe Sacristán y yo tenemos unas historias que contar sobre la historia de España a partir de nuestro trabajo que serían estupendas. Así que de la de la Reina Sofía, no; de la mía, de la mía.
¿Y qué piensa de las nuevas plataformas televisivas, de ese boom de las series en el que nos encontramos mientras las salas de cine agonizan?
Pues como de todo. Unas cosas están muy bien y otras muy mal. Yo trabajo para Netflix con “Las Chichas del Cable”, que creo que ha sido una serie maravillosa. Es la nueva forma de trabajar que tienen muchísimos actores, directores y escritores, por lo que es una línea de oportunidades a seguir.
En alguna ocasión ha podido decir que los actores no debían pronunciarse sobre su tendencia política, pues al fin y al cabo podían estar jugando con el dinero que arriesgaban los empresarios. ¿Piensa que es así?
Creo que esta afirmación me la han querido atribuir, pero yo no he dicho eso. Porque, además, yo soy muy valiente y nunca diría una cosa tal. En mi caso, yo soy socialista, y nunca dejaré de serlo. Lo único es que últimamente no me quiero pronunciar al respecto, simplemente porque no me apetece. Lo decidí tras estar en el hospital, después de compartir pasillo con muchas personas que me decían que los artistas protestábamos demasiado. Coincidió con una época en la que estábamos muy pesados con lo del IVA, y salí del hospital sin querer pronunciarme. Yo sigo los consejos de mi gran amigo Alfredo Pérez Rubalcaba, que murió hace unos días, y me decía: “Conchita, cuando no se sabe qué decir es mejor no decir nada”. ¿Y sabes lo que pasa? Que yo creo que los actores jóvenes de ahora no se quieren pronunciar porque tienen miedo a que no los contraten. Y yo no tengo miedo a nada. Simplemente que en estos momentos, a mis casi 80 años, no quiero hacerlo.
Su hijo ha escrito la obra “El Funeral” que representa en Torre Pacheco el sábado 25 de mayo. ¿Cree que lo mejor que le queda por hacer ha de salir de su pluma?
Uy, mi hijo ha escrito esta obra porque yo se la pedí. Y es una broma divertidísima que, de hecho, ha copiado mucha gente. Ahora he visto funerales representándose por todos sitios. Pero, ojo, que éste, el de la obra, no es mi funeral. Es el funeral de Lucrecia Conti, el de una actriz mayor, malhumorada, millonaria, que quiere que sus hijas le hagan un funeral estupendo para heredar su fortuna, y luego ésta se aparece como un fantasma. Es una función maravillosa. Mi hijo escribe divinamente y ya me está escribiendo otra, ya se la he pedido. Pero con esto de las plataformas que hablábamos, pues él está inmerso en otras cosas. Además, como ya te comenté, todavía nos quedan dos años con la función. Esto no lo para nadie.
Animo a todo el mundo a que pueda venir a Torre Pacheco a ver “El Funeral”, pues es una obra divertidísima, escrita por jóvenes para jóvenes, y en la que los mayores se lo pasan fenomenal. Nosotros vamos por primera vez al Centro de Artes Escénicas de Torre Pacheco como se debe hacer: como si fuera la primera vez y la última de mi vida. ¡Espero que no me fallen!
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