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Deconstruyendo a Metheny en Jazz San Javier

Deconstruyendo a Metheny en Jazz San Javier

Andrés Garrido

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Los músicos que crean una obra muy extensa a lo largo de su trayectoria acopian una gran cantidad de composiciones con las que, posteriormente, pueden escoger varios repertorios y configurar con ellos giras de largo recorrido. Uno de esos músicos del siglo XX y del que vivimos ahora, el XXI, es el guitarrista norteamericano Pat Metheny, de 63 años, que ha hecho un alto en su camino como creador para escoger un repertorio de sus años más repletos de producción, revisar esa selección y ponerla, de nuevo, en valor. ¿Cómo lo ha hecho? Pues con un formato reducido (recuerden aquello de que “menos es más”) en cuanto a la formación con la que pisa escenarios del mundo en este 2018, como el de Jazz San Javier, en el que sólo ha conservado a su baterista mejicano desde 2002: Antonio Sánchez. La contrabajista y bajista es una joven de Malassia llamada Linda May Han Oh, cuenta con 33 años, que obtuvo su formación musical en Australia y posteriormente se trasladó a Harlem, el barrio neoyorkino, en el que reside. Y el pianista británico Gwilym Simcock, de 39 años, que está considerado como un experto en indeterminar el límite de la música clásica con el jazz.

Con esta formación clásica en el género, Pat Metheny está recorriendo medio mundo para ofrecer, con otra mirada musical, algunos de sus primeros temas registrados en sus 45 discos grandes, a los que ha dado un tratamiento acústico sin aquellos arreglos de su grupo en los que había muchas percusiones, voces corales, silbidos y, en suma, grandes arreglos con una formación de entre siete a nueve instrumentistas. Ahora es un trío clásico de jazz (contrabajo, piano y batería) mas sus guitarras prácticamente tal cual (sin muchos pedales) y su guitarra sintetizada que es un sonido inequívoco de Metheny.

Su comienzo fue en solitario, con su guitarra Pikasso de 42 cuerdas (podríamos, en términos simples, decir que es una guitarra tuneada) de la que saca preciosos sonidos de bandurrias, arpa, guitarra acústica… “Into the dream” era el comienzo de dos horas y media de concierto ininterrumpido, en las que Metheny y su grupo Unity iban a realizar un recorrido por algunas de las composiciones, insisto, que el guitarrista ha hecho desde finales de los 70 a nuestros días. Una vez todos en el escenario, los cuatro músicos iniciaron un despliegue de sabiduría, entusiasmo y generosidad musical que los aficionados que se dieron cita en el auditorio del Parque Almansa –por cierto, repleto- supieron ir agradeciendo durante el concierto.

Hubo títulos como “San Lorenzo”, una versión magnifica de “James”, ejemplo de deconstrucción de la que dejó constancia el norteamericano, con un auditorio atentísimo sin perder detalle alguno de las evoluciones que el cuarteto desarrollaba en el escenario. Era la comunión entre artistas y público, con una solemnidad de libro. Y es que la música de Pat Metheny precisa de toda la atención de quien la escucha. En ocasiones –y se pudo comprobar en alguno de los asistentes-, no es fácil seguir ese manantial de notas y fraseos que fluyen desde la mente de norteamericano a través de sus dedos de la mano izquierda, con el ritmo de la derecha o la ejecución de negras, corcheas o semicorcheas de la derecha. Pero al final, el resultado es bello aunque para algunos, insisto, en ocasiones no sea tan elocuente (tiene que haber de todo).

El repaso por su amplia producción iba desgranando algunos de los temas más popularizados como “Minuano”. Uno de los momentos más íntimos que se dieron en este regreso de Pat Metheny a Jazz San Javier fueron los que protagonizó el guitarrista, a dúo, con cada uno de sus compañeros de viaje. Linda May Han Oh es una magnífica contrabajista, que domina su instrumento y ejecuta con absoluta limpieza. Gwilym Simcock, lo indiqué antes, no es Lyle Mays, sin embargo sabe desenvolverse por el gran cola con una soltura envidiable mezclando (es una de sus especialidades) las escalas de clásica con las de jazz de manera impecable y sin que casi lo notes. Pero tal vez el más esperado fuera el que ejecutó con el mejicano Andrés Sánchez a la batería, con el que lleva desde 2002 (16 años ininterrumpidos) haciendo una versión muy sensorial de “Question and Answer”, en la que el mejicano desplegó su Magisterio sacando toda clase de sonidos a su amplio set. Por cierto, desde mi posición, un tanto privilegiada, pude observar con total nitidez la concentración de Andrés Sánchez en la ejecución de esta pieza (aunque la tuvo en todas), al ser co protagonista de la misma. Como he escrito antes, magistral. Mi más profunda admiración hacia él.

Un par de bises (el primero, de nuevo, Metheny con su guitarra Ibanez) para después finalizar con el cuarteto (Linda May tocó con el bajo eléctrico) y su “Song Of Bilbao” lograba, una vez más de las varias que se dieron en el concierto, levantar a dos mil almas de sus asientos aplaudiendo y rindiendo el mejor de sus homenajes a esta ya leyenda de la guitarra y de la música. Pat Metheny se mostraba agradecido con humildad, como siempre lo ha hecho y dando las gracias en español. El guitarrista norteamericano recibió, durante el pasado mes de abril, el Premio Jazz Master Awards, que concede la Dotación Nacional para las Artes (la NEA) cada año, en homenaje hasta siete músicos de jazz y que suele concederse en la parte final de una carrera musical o de muy extensa trayectoria. Es el más alto honor que los Estados Unidos otorgan para un músico de jazz. Bien, pues en esta edición de 2018, junto con Dianne Reeves, Joanne Brackeen y Todd Barkan, Pat Metheny ha sido galardonado con esta máxima distinción. De sus palabras en dicho acto, me gustaría destacar unas cuantas que definen a este músico. Entre otras cosas, Pat Metheny manifestó que “cuando veo la comunidad de músicos reconocidos históricamente por esta distinción veo un hilo común; un compromiso total con la creatividad, un compromiso para representar quiénes son y de dónde vinieron con honestidad, integridad y alma, un compromiso para traer un sonido al mundo que refleje su propia experiencia personal e individual. Para mí, esa misión es el objetivo central en esta música, y mi objetivo siempre ha sido hacer todo lo posible para tratar de cumplir esa aspiración. Qué privilegio ha sido vivir una vida dentro de esa música”.

El privilegio de poder presenciar un concierto de Pat Metheny es impagable, por su grandeza y genialidad aportada a la música en general y al jazz en particular. Como recordaba la Presidenta de la NEA, Jane Chu, “Metheny reinventó el sonido tradicional de la guitarra de jazz, aportando un nuevo potencial sónico al instrumento, a la vez que ofrece una profunda reserva de intuición y musicalidad improvisadas. Si bien su música se resiste a cualquier descripción fácil, sus composiciones cubren una amplia gama de configuraciones, desde el jazz moderno hasta el rock, pasando por el country y el classical”. Los que tuvimos la suerte de poder verle y escucharle el pasado 6 de Julio en el XXI Jazz San Javier estaremos eternamente agradecidos por haber sido testigos de una parte de la Historia del Jazz Moderno. Gracias, Pat.

 

 

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