Con el ascenso del CB Jairis de Alcantarilla a la máxima categoría nacional, el baloncesto femenino en la Región de Murcia ha alcanzado una dimensión muy alta. Doy fe, porque lo he visto en directo, de que cada fin de semana que el equipo juega en casa, el pabellón se llena. Mayoritariamente las gradas del Fausto Vicent están abarrotadas de niñas y de jóvenes que por primera vez en la historia (porque nunca antes un equipo murciano había militado en la élite) ven a un equipo de su tierra compitiendo con las mejores jugadoras de Europa y algunas de las mejores del mundo. Más allá de los resultados deportivos, es vital para el crecimiento de una sociedad tener referentes y enseñarle a las generaciones que vienen por detrás que se puede llegar. Si no lo ves de cerca, nunca llegas a creer que eso realmente es posible.
Aprovechando que el mundo de la canasta está de moda y bajo el contexto del Día Internacional de la Mujer, la Federación Murciana de Baloncesto organizó en la Biblioteca Regional una interesante y necesaria jornada para potenciar y destacar el trabajo que llevan haciendo ellas desde hace muchos años. Porque antes de que el Hozono Global Jairis alcanzase la gloria, hubo pioneras que ayudaron a poner tanto a este deporte como a Murcia en el mapa. “Somos mujeres que hemos conseguido hacer lo que más nos gusta y eso no es fácil”, fue el mensaje más expresado.
El evento se dividió en dos mesas redondas y fue presentado por la periodista Teresa García, de La 7 TV. En la primera de ellas participó Mari Cruz Gómez (entrenadora de Molina Basket y también enfermera en la Consejería de Salud), Susana Gómez (árbitro nacional e internacional durante más de 25 años y desde que se retiró hace cinco años es la vicepresidenta del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Española de Baloncesto) y Carmen Puigcerver (entrenadora de equipos masculinos en el UCAM Murcia que han competido a nivel nacional, entrenadora en la Federación Española y profesora). Las tres pusieron de manifiesto algo que es una realidad y que quizá merecería estudiarse un poquito: ¿Por qué a las mujeres entrenadoras les cuesta mantenerse en el tiempo ligadas al baloncesto masculino?
Existe un techo de cristal
Lo cierto es que si miramos los banquillos de la máxima categoría femenina, de los 16 equipos que forman parte de la competición únicamente tres están entrenados por mujeres. La explosión que vive este deporte en nuestro país, consiguiendo medallas para España en todas las edades formativas y con la absoluta sin bajarse de un podio prácticamente desde 2013, no se está viendo reflejada en los banquillos.
A ellas les entrenan ellos. Por supuesto, en la mejor liga nacional masculina (considerada también la mejor de Europa) todos los equipos, los 18, están dirigidos por hombres. Ni siquiera hay mujeres de técnico ayudante, estuvo hace algunas temporadas la exjugadora profesional Anna Montañana, pero ahora entrena en Gernika a chicas. Según Carmen Puigcerver la clave principal es que “todavía no ha llegado ninguna mujer que abra el camino en España y demuestre que sí se puede. Es evidente que entrenadoras profesionales capacitadas para ello existen, con ganas, pero hay que seguir esperando a que les/nos den la oportunidad”. Todas las invitadas, cada una en su parcela, coincidían en que las mujeres en el mundo del deporte tienen que demostrar, todavía en la actualidad, doblemente su valía para que sean contratadas. El triple, dicen, que sus compañeros. “Tenemos que ser optimistas y no cesar en el empeño de romper los techos de cristal. Se conseguirá”, dijo Susana Gómez.
Estas diferencias de oportunidades calan en las futuras generaciones y no solamente en el mundo del deporte, también en el de la empresa o en el de cualquier profesión. Según el último estudio de Comisiones Obreras, en nuestro país existe una brecha salarial de género que se sitúa en el 20,9%. El sueldo medio anual del empleo de los hombres es de 27.322 euros, frente a los 22.601 euros. “He entrenado tanto a niños como a niñas y es algo que tienen presente cuando hablan de sus aspiraciones. Ellos saben que si llegan a ser profesionales podrían vivir de ello y te hablan de que pueden ganar mucho dinero. En cambio ellas tienen otra visión y las que sueñan con llegar a la élite también son conscientes de que tienen que seguir estudiando porque en la mayoría de los casos (salvo las grandes estrellas) su carrera deportiva no les dará para vivir tranquilamente después”, apuntaba Puigcerver.
Esta cuestión se trasladó a la segunda mesa redonda, en la que participaron Laura Fernández (jugadora y entrenadora), Sonia Ruiz (jugadora profesional en silla de ruedas, ha estado en Juegos Paralímpicos siendo la capitana de la selección española y creadora del equipo UCAM BSR), Rebeca Cotano y Marina Lizarazu, jugadoras profesionales del Hozono Global Jairis. “El baloncesto femenino, por suerte, ha evolucionado muchísimo en nuestra Región, nosotras tuvimos que salir para poder dedicarnos a esto. También ahora las empresas apoyan más y eso es imprescindible para hacerlo económicamente viable”, comentaron Sonia y Laura.
Las condiciones en las que trabajan las profesionales del deporte no son las mismas que las de los hombres, mucho más allá de los sueldos que perciben. “Nuestras ligas y nuestros contratos duran solamente 8 meses, los otros 4 no son vacaciones pagadas. Hemos tenido que aprender a autogestionarnos, decidir si cobrar el paro o no ese tiempo, montar campus o jugar torneos. Ningún jugador de la máxima categoría tiene que buscarse la vida en verano porque económicamente están a años luz. Odiamos que nos digan que tenemos que estar contentas por dedicarnos a esto, incluso notamos que a nivel social no normalizado cuando nos preguntan en qué trabajamos y decimos que somos jugadoras profesionales. Nos miran pensando que si no hacemos algo más, además de meter canastas”, afirmaron.
Esta jornada puso de manifiesto que, pese a que el baloncesto femenino en la Región de Murcia vive su mejor época, todavía hay que luchar muchísimo por conseguir la igualdad. Ojalá dentro de unos años escriba este texto dándole la vuelta y diciendo que por fin se ha logrado.
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