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El baloncesto, una forma de vivir

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Hay fechas que se graban en nuestra memoria para siempre. Por mucho que pase el tiempo, nos acordamos de ese día en el que sucedió algo especial que nos marcó y también del lugar y de las personas con las que lo vivimos. En este sentido, Murcia respira esta semana un ambiente diferente por culpa  o gracias al baloncesto, que hasta el más despistado seguro que ha podido percibir. Desde este jueves un equipo de la Región, el UCAM Murcia, disputará 26 años después la Copa del Rey, un torneo en el que se dan cita durante cuatro días de competición los ocho mejores equipos de España (desde septiembre hasta enero) con, lo que es más importante, las respectivas aficiones. Porque en este blog no se habla de actualidad deportiva, sino de lo que mueve el deporte.

Y no hay nada más emocionante que reunir en una ciudad neutral y preciosa, por cierto, como Granada a gente de todas las edades, hombres, mujeres y niños procedentes de Lugo, Madrid, Manresa, Valencia, Badalona, Tenerife, Barcelona y Murcia (ciudades de los ocho equipos participantes). En ocasiones, incluso se suman amantes del baloncesto de cualquier otro punto del mapa, nacional o extranjero. Es un ambiente de fiesta y convivencia impresionante. Además de los partidos, que se disputan por las tardes, la ciudad organiza actividades diurnas para todos los públicos con el único objetivo de pasar un buen rato. Evidentemente, los pinchos, las charangas y la cervecita nunca faltan, de día y también de noche. Que luego tu equipo gana, está genial. Pero esos días son mágicos hasta para los que no les gusta el baloncesto. La Copa es la competición del K.O, si pierdes estás eliminado, y en Murcia había muchísimas ganas de jugarla porque no se hacía desde 1996. Demasiados años esperando.

Para muchas personas, el deporte es lo más importante de las cosas menos importantes. Es uno de los sectores de la sociedad que más emociones desata, ya sean positivas o negativas. No hay nada que una más a personas mental y culturalmente opuestas que los éxitos o las derrotas de su equipo. Más allá de un hobby, para algunos es una forma de vivir, ya que no entenderían su día a día sin su actualidad. Incluso, hay quien gracias al deporte ha conocido a su pareja o a personas que se han convertido en imprescindibles para ellos. Es el caso de Raquel Cañadas, una aficionada murciana de 45 años que afianzó lazos familiares gracias al baloncesto: “Empecé a ir hace más de dos décadas por acompañar a mi pareja, que hoy es mi marido y padre de mi hijo. Los partidos (que se disputan en el Palacio de los Deportes cada 15 días) son ahora nuestras quedadas familiares porque los vemos juntos mi marido, mi hijo, mis suegros y yo”. Siempre de rojo, como los colores de su equipo. El mundo de la canasta es “su religión” y planifican su tiempo libre en función a ello y sus horarios.

Raquel, enfermera de profesión, acudirá a la Copa del Rey de Granada junto a su marido y unos primos. Para ellos el deporte es sinónimo de familia, hasta tienen un chat en el que se pasan noticias del equipo a diario. No será su primera Copa, ya que estuvo en la de 1996, que se jugó en Murcia: “Por entonces yo tenía 19 años y la recuerdo como algo increíble, hasta la manera en la que conseguí las entradas. Fui a comprarlas al Corte Inglés, casi sin dormir, y había mucha gente en la fila. Me desmayé, me llevaron al servicio médico dentro del establecimiento y al preguntarme que para qué estaba en la cola, ellos mismos me dieron las entradas. En lo deportivo, tengo grabado en la memoria que el CB Murcia dio la sorpresa al clasificarse para semifinales, eliminando al Unicaja de Málaga en el primer partido, y que sus aficionados continuaron de fiesta recorriendo el pabellón con un féretro porque ya no seguían en la competición”.

Una profesión ligada al deporte

Los atletas, entrenadores, fisioterapeutas y preparadores físicos no son los únicos que viven del deporte. Para otras personas su trabajo también gira alrededor de ello, pero desde otro punto de vista. Mariano Martínez, de 57 años, trabaja desde 1990 en las oficinas del UCAM Club Baloncesto Murcia, en la parcela de administración y en la compra/venta de entradas y abonados. Además de su profesión, la pelota naranja también es su pasión y hace unas semanas, cuando el conjunto murciano se clasificó para disputar la Copa -a la que por supuesto irá-, se le escapó alguna lagrimilla. “Este deporte y mi equipo lo son todo en mi vida. Tanto, que el día de la comunión de mi hijo vine a un partido después de comer”, reconoce. Ha estado presente en algunos de los momentos más importantes de la historia del club, hayan sido en Murcia (como la Copa del 96, en la que también ayudó en la parcela de estadísticas de los partidos) o fuera, los kilómetros no le importan: Zaragoza (allí se consiguió un ascenso y una permanencia), Atenas (donde se ganó una medalla de bronce en una competición europea), entre otras.

En algunos casos, el desarrollo personal y profesional también van de la mano del deporte. Carlos Grávalos (46 años) es ahora el delegado del UCAM Murcia, pero entró al club a finales de los 80 siendo la mascota del equipo, un conejo al que apodaron 'Carlitos'. En esa época, en ocasiones, también pasaba la mopa en los partidos o hacía de recogepelotas. Ha estado en todo, en los éxitos y en las derrotas y por eso tiene mucha información. Pero, como alguien le aconsejó una vez, lo suyo es “ver, oír y callar”. La cita de Granada le hace especial ilusión porque es algo que llevaba mucho tiempo (26 años) esperando. En la anterior Copa, él se encargaba de animar al público como mascota y tenía un baile especial con Duane Washington, el jugador estrella por entonces del CB Murcia. Ahora, su función como delegado consiste en preparar todo lo que no se ve, pero que es imprescindible en el día a día de un equipo (viajes, ropa, estadísticas…). Su trabajo le ha permitido estrechar lazos con entrenadores y jugadores, con algunos guarda una gran amistad.

La cita nazarí seguro será inolvidable para muchas personas. Dentro de unos años la recordarán con infinidad de anécdotas y te preguntarán: ¿Y tú, dónde estabas entonces?

Hay fechas que se graban en nuestra memoria para siempre. Por mucho que pase el tiempo, nos acordamos de ese día en el que sucedió algo especial que nos marcó y también del lugar y de las personas con las que lo vivimos. En este sentido, Murcia respira esta semana un ambiente diferente por culpa  o gracias al baloncesto, que hasta el más despistado seguro que ha podido percibir. Desde este jueves un equipo de la Región, el UCAM Murcia, disputará 26 años después la Copa del Rey, un torneo en el que se dan cita durante cuatro días de competición los ocho mejores equipos de España (desde septiembre hasta enero) con, lo que es más importante, las respectivas aficiones. Porque en este blog no se habla de actualidad deportiva, sino de lo que mueve el deporte.

Y no hay nada más emocionante que reunir en una ciudad neutral y preciosa, por cierto, como Granada a gente de todas las edades, hombres, mujeres y niños procedentes de Lugo, Madrid, Manresa, Valencia, Badalona, Tenerife, Barcelona y Murcia (ciudades de los ocho equipos participantes). En ocasiones, incluso se suman amantes del baloncesto de cualquier otro punto del mapa, nacional o extranjero. Es un ambiente de fiesta y convivencia impresionante. Además de los partidos, que se disputan por las tardes, la ciudad organiza actividades diurnas para todos los públicos con el único objetivo de pasar un buen rato. Evidentemente, los pinchos, las charangas y la cervecita nunca faltan, de día y también de noche. Que luego tu equipo gana, está genial. Pero esos días son mágicos hasta para los que no les gusta el baloncesto. La Copa es la competición del K.O, si pierdes estás eliminado, y en Murcia había muchísimas ganas de jugarla porque no se hacía desde 1996. Demasiados años esperando.