Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.
Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.
La Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata de 1978 mostró, entre otras cosas, su preocupación por la desigualdad entre personas y países y por la relación entre salud y desarrollo socio-económico. Como muchos han advertido desde entonces, la desigualdad es una amenaza para la democracia real y la exclusión social puede resultar del todo perjudicial para la salud individual y de la propia comunidad. La salud como sabemos es un bien frágil y escaso.
Desde esta perspectiva, cuando las cosas se ponen feas, alguien podría preguntarse cómo ha llegado a disponer de tan poca salud, cómo llega uno a ser un enfermo y cuáles fueron los determinantes de este desenlace. Probablemente se le dirá que su estado actual es debido a una combinación fatal de factores hereditarios y agentes ambientales. Sin embargo, deberíamos también considerar los que se conocen como determinantes sociales de la salud, concepto que implica que las condiciones sociales pueden llegar a ser tan definitivas en el origen de ciertas enfermedades como el más patógeno de los virus.
Nadie tiene la culpa por nacer en los arrabales de una gran ciudad ni tampoco por caer en una familia cuya única preocupación real sea la mera subsistencia. Pero alguien sí puede tener alguna culpa por no ofrecer a esos niños un poco de solidaridad y hospitalidad (no puedo sino pensar en esos miles de refugiados que vagan por Europa) que les permita afrontar su futuro desde una posición mínimamente igualitaria. Pero es que además la pobreza y la exclusión social no se llevan bien con la educación, ni el bajo nivel formativo con la consecución de empleo digno. Desgraciadamente, algunos solo verán a esas personas como sujetos especialmente preparados para el trabajo duro, mal pagado y precario.
De lo dicho hasta ahora se infiere que así como no podemos modificar el sitio donde nacemos tampoco es posible estar especialmente orgullosos de haber caído en tal o cual lugar, y que una tarea inmediata y necesaria sea mejorar, en vez de deteriorar, las condiciones de la educación pública, principal garantía para afrontar el futuro de todos nuestros hijos. Estas circunstancias hacen especialmente lesivas y aborrecibles las políticas de austeridad y de recorte en las que se ha especializado el gobierno del PP, ahora en funciones y que no han hecho sino abrir una brecha aún más grande entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada.
Los que en el éxito personal y en la buena salud no ven otra cosa que no sea el fruto del esfuerzo y la responsabilidad individual, deben recordar que si bien es verdad que el esfuerzo es importante, éste habitualmente solo puede ser efectivamente implementado por los mejor posicionados. Lo que sí resulta una responsabilidad inexcusable es garantizar una igualdad de oportunidades efectiva, lo que mejoraría no solo la salud individual sino también la colectiva.
Así, debemos comprender que si queremos alcanzar ciertas cotas de salud, si queremos convertirnos en una sociedad saludable, debemos combatir de forma decidida el fracaso educativo, reducir dramáticamente el desempleo y mejorar las condiciones de las viviendas. Debemos comprender que la pobreza y la exclusión tienen también un gran impacto sobre la salud y son responsables de un mayor riesgo de muerte prematura, especialmente entre las personas sin hogar. También sabemos que la salud se ve comprometida en barrios castigados por el desempleo, mal comunicados, con acceso limitado a los servicios y en un entorno urbano agresivo.
La idea de que lo que nos sucede es inevitable debe ser erradicada del todo de nuestros cerebros. Debemos saber que todo gobierno puede mejorar la distribución de los ingresos con una política fiscal más progresiva y con políticas de empleo y educación más decididas. Debemos comprender que las circunstancias económicas y sociales que conducen a la pobreza afectan a la salud para toda la vida, y por eso es tan importante una regeneración ética y democrática que vaya poniendo los pilares de la salud del futuro. De momento, permitidme aconsejaos una visita a la Fiesta de la Calle, un encuentro anual que se hace cada vez más imprescindible para reconocernos, antes de que nos desdibujemos del todo y para reconocer al otro, gracias a la convivencia, aunque efímera, entre los que disfrutan de un hogar y los que se han visto obligados a vivir en la calle. La cita es el 28 de mayo; la batucada es épica.
Antes hice referencia a los arrabales; pues bien, es probable que fuera pensando en la comida y la salud de sus hijos con lo que consiguieron el valor y la decisión necesaria aquellos vecinos del arrabal, del faubourg de Saint Antoine, cuando en julio de 1789 derribaron los muros de la Bastilla y abrieron una esperanza de salud y prosperidad para todos nosotros.
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