Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.
Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.
La llegada del siglo XXI ha significado muchas cosas en nuestra vida. Unas buenas y otras no tanto. Si nos ceñimos al mundo televisivo, la llegada de la TDT ha supuesto la aparición de gran cantidad de canales públicos, pero también han proliferado los canales privados o de pago.
En los canales públicos se ha abierto una guerra encarnizada por la audiencia, con un todo vale, para que cada mañana los índices digan qué cuota de pantalla han tenido los canales el día anterior. Esto implica que muchos programas buenos tengan que echar el cierre por baja cuota de pantalla y que se repitan hasta la saciedad programas de dudosa calidad, pero que, mire usted por donde, la gente ve.
Por el contrario, los canales privados son más fieles a su programación y cuando apuestan por un formato suelen emitirlo de principio a fin. ¿A qué se debe? Pues, sobre todo, a la gran apuesta que han hecho por las series de televisión de última generación.
Lástima que la mayoría sean extranjeras, porque, en mi opinión, las series españolas virtuosas se cuentan con los dedos de una mano.
En España importamos series de todo tipo: policiacas, de misterio, de ciencia ficción, de época, de miedo, de médicos, de abogados… Y todas tienen un denominador común, la calidad. Incluso han sabido reinventarse. Que antes las temporadas constaban de 22-24 capítulos por temporada, la mitad de relleno, pues ahora las hacen sólo de 8, 10 o 13 para ir directamente al meollo y no aburrir al personal.
Que antes los actores no cuajaban, aunque los guiones eran buenos, pues ahora contratan a estrellas consagradas como Jessica Lange, Kathy Bates, Angela Bassett, Kevin Spacey, Robin Wright, Matthew McConaughey, Woody Harrelson, Charles Dance, Claire Danes, Mandy Patinkin, Billy Bob Thornton o Steve Buscemi.
Porque, eso sí, ver hace años a estrellas del cine en series de televisión era impensable. Como mucho hacían algún cameo, si eran colegas de algún productor o director de la serie.
Sin embargo, hoy por hoy, entre que el cine sólo quiere contratar a yogurines y las celebrities entran en edad madura, y ya son algo mayores para protagonizar los nuevos “blokbusters”, han visto una puerta abierta para seguir desarrollando su carrera. Y nosotros felices.
Muchos han saltado ya a la pequeña pantalla y es probable que vengan más, porque encima de que les ofrecen series con guiones apasionantes, vuelven a sentirse queridos por los fans y son reconocidos y premiados.
Nosotros los frikis, o como se nos quieran llamar, andamos fascinados con estas nuevas creaciones. Series como Fargo, True Detective, Juego de Tronos, Homeland, Sherlock, House of Cards, Big Bang Theory, American Horror Story, The Walking Dead, Dr. Who –que ha cumplido 51 años en pantalla -, Better call Saul -continuación o precuela, según se mire, de la grandiosa Breaking Bad-, han hecho las delicias de todos los que navegamos en este universo seriéfilo.
Las tertulias entre amigos se nutren de comentarios sobre esta serie o la otra, sobre este actor o aquella actriz. Incorporamos anglicismos como Spin-Off (series derivadas de otras series), Spoilers (adelantos sobre lo que va a pasar) o Cliffhangers (escenas finales de temporada que nos dejan con la miel en los labios y con muchísimas ganas de que emitan ya la nueva).
En definitiva, los serie-adictos estamos viviendo una época dorada y, sinceramente, hay pocas cosas tan agradables como pasar una tarde de domingo tirado en el sofá de casa con tu compañía favorita, tu bebida favorita, tu piscolabis favorito y dándote un atracón de episodios de tu serie favorita.
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