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'Murcia en ruta' es un blog y guía de viajes para conocer los maravillosos rincones y lugares emblemáticos que existen en la Región de Murcia. Con la colaboración de Natursport, editorial referencia en la promoción de actividades en la Naturaleza de forma sostenible y armónica con en medio natural

Descubre el río Chícamo: un oasis en pleno desierto de Abanilla

Río Chícamo, Abanilla

elDiariomurcia

En las áridas tierras al Norte de Abanilla surge brotando del mismo suelo el río Chícamo, un regalo para los campos y huertas de Mahoya y Abanilla.

Nace bajo la cara Sur de la sierra del Cantón, a 320 metros de altitud y pronto nos depara otra impresionante sorpresa al encajonarse en el estrecho del Cajer, desfiladero de conglomerados calcáreos que ya los árabes supieron aprovechar para construir canales colgantes tallados sobre la misma roca.

El paisaje dentro del cauce del Chícamo es árido, pero el color de sus tierras contrasta frecuentemente con el verdor de los bosquecillos de taray y palmeras. El por ello que a esta tierra se le ha llamado desde antiguo `La Palestina muciana´.

Flanqueado por los picos del Agudo y el Zulún de la Sierra de Abanilla, este río desciende siempre encajonado, unas veces seco, otras arrastrando caudalosos ríos colorados de las eventuales lluvias torrenciales.

A los 10 km de haber nacido, el río Chícamo pasa por La Hurta y Mahoya junto a Abanilla y riega la tierra rica en frutales. Este es el tramo de río que os proponemos descender, aunque otros 20 km más le restan de cauce agonizante, perdido entre la huerta del Bajo Segura, tras la sierra de Orihuela, donde cambia de nombre para llamarse rambla de Abanilla.

Antiguamente su cauce desembocaría en el río Segura, al pasar entre Redován y Orihuela, pero en la actualidad se pierde entre la llana huerta que rodea las moles rocosas de la sierra de la Muela y la Sierra de Callosa.

El Parque Regional de la Sierra de la Pila

Está situado en la parte Nororiental de la Región de Murcia, observándose más arriba, hacia el Norte, del nacimiento del río Chícamo. Tiene una extensión de 8.836 hectáreas entre los municipios de Abarán, Blanca, Molina y Fortuna. Los carrascales y sabinares de las cumbres, junto a los tomillares en los afloramientos de yesos, son las comunidades vegetales mejor conservadas. Es una zona muy rica en avifauna.

Una parte del Parque está declarada Zona de Especial Protección de las Aves (ZEPA) por las poblaciones de chova piquirroja.

Todo el Parque está debidamente señalizado para mejor información del visitante existiendo diversos senderos preparados. Para ello es conveniente dirigirse al Punto de Información Ambiental o informarse en el Ayuntamiento de Fortuna.

Del nacimiento del río Chícamo a Abanilla

Se trata de una ruta de 11 km con un nivel medio de dificultad y puede suponer unas tres o cuatro horas a pie. El punto de partida es el nacimiento de el río Chícamo a 320 mts de altitud y se llega a Abanilla a 268 metros de altitud.

Al nacimiento del río Chícamo se accede desde Abanilla por la Ctra A-9 que pasa por El Partidor y El Tollé (5,5 km), en dirección a Macisvenda. Un kilómetro antes de llegar a esta última población hay un cruce y se sigue recto en dirección a El Cantón. Un kilómetro y medio más adelante, junto a un cortijo, parte un camino de tierra a la derecha que baja al río.

Aquí comienza nuestro descenso realizable sólo a pie, al menos hasta que salgamos del Cajer.

Bajamos por el camino de tierra hasta el cruce del río y remontamos a la izquierda por un cañaveral unos cientos de metros. Allí nace del mismo suelo el agua del Chícamo, a 320 metros de altitud. Su caudal suele ser escaso en los últimos tiempos por la sobreexplotación de los pozos de riego.

Una vez visto el lugar, bajamos nuevamente por el cauce y seguimos por el margen derecho hacia el Molino del Chícamo en ruinas, donde termina el camino. Hasta allí parte del agua llegaba por una canaleta que puede observarse aún.

Llevamos algo más de un kilómetro caminando y una senda a la derecha del cauce lleva a un grupo de palmeras donde con demasiada frecuencia hemos visto basura de los bañistas que acuden al lugar, junto a una presa que pasamos a derecha siguiendo la senda, que nos introduce por la vegetación espesa en el estrecho del Cajer, un impresionante cañón de conglomerados por el que discurre el río, durante 1,55 km.

Dentro del cañón la senda va saltando frecuentemente de una orilla a otra, entre los tarays, pinares y adelfas de la orilla. También de vez en cuando alguna palmera datilera adorna el desfiladero. El un lugar precioso que debemos cuidar sin dejar ninguna huella a nuestro paso.

De vez en cuando también hay pozas de agua en la roca pulida y los grajos anidan sobre el acantilado. Hay una antigua canaleta, quizás árabe, que recorre colgante la pared derecha del cañón, pero no aconsejamos subir a ella porque se encuentra muy deteriorada.

A los 2,5 km de recorrido y a 280 metros de altitud, el cañón se estrecha y solo tiene 3 metros de pared a pared. Resulta increíble que exista este lugar que nos obliga a chapotear por el agua hasta la salida del estrecho.

Seguro que nos quedaríamos más tiempo aquí dentro pero el cañón se abre y da paso a un cauce ancho donde se encuentra una presa que canaliza el agua y la entuba para el riego de las aguas de abajo. Otra parte del caudal corre río abajo alegrando el paisaje que florece casi todo el año, dando vida a una fauna de insectos, anfibios y queloneos a 280 metros de altitud. Vemos señales de un sendero que recorre ida y vuelta El Cajer.

Siguiendo río abajo y encajonados aún entre muros arcillosos vemos numerosas casas cueva en la zona de La Umbría donde se cruza la carretera que viene del Tollé y se continua por el camino siempre por el cauce. Más adelante el río realiza un giro a la derecha y surgen numerosos oasis de palmeras y adelfas.

De vez en cuando las paredes de tierra del cauce son completamente verticales y en precario equilibrio, por lo que aconsejamos caminar lejos de ellas, por el centro del río. Observamos también que en estas paredes anidan cuervos, chovas, palomas y abejarucos, un lugar que nos recuerda a los Oved del Norte de África.

En el curso de nuestra ruta desde la salida del estrecho de El Cajer encontramos varios abrevaderos del ganado con aguas limpias donde refrescarnos y en el cuarto de estos también una pinada nos obligará quizás a un descanso a la sombra.

Tras pasar junto a una vieja presa vemos al fondo la aldea del Tollé y un camino de tierra sube a la derecha junto a unas palmeras. Si queremos visitar un rato la aldea, cogemos este camino que sube. Hay dos bares donde reponer fuerzas.

Pero luego bajamos de nuevo al cauce, para seguir camino de El Partidor, aldea más poblada que la anterior y pintoresca sobre el río. A nuestra izquierda queda la sierra de Abanilla y su pico el Zulún, de donde descienden hacia el Chícamo, los Calderones, ramblas que han tallado sobre las rocas calizas curiosas pozas o calderas que mantienen agua limpia casi todo el año.

En el km 7 cruzamos la carretera que une la huerta de Mahoya y Abanilla por el llano de Salmés donde se encuentra la ermita de San Pascual. Finalmente y siguiendo el Chícamo se llega a Mahoya y la Huerta que queda a derecha donde debemos subir y visitar su huerta salpicada de palmeras, antiguamente mucho más numerosas. También hay que visitar la plaza del pueblo con su iglesia, donde todos los años, entre abril y mayo se celebran las fiestas de la Santa Cruz y Moros y Cristianos, declaradas de interés turístico regional.

Luego sólo nos queda coger la carretera que cruza el Chícamo y nos sube a Abanilla, fin de esta ruta al pie del Cerro del Castillo. En la plaza de la Constitución no dejéis de visitar la fuente de la Calle Mayor, con su magnífico mural de azulejos.

Sobre este blog

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