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Pacta sunt servanda

Para comprender el encaje de Navarra y de la Comunidad Autónoma Vasca en el conjunto de España hay que recurrir a la Constitución del 78. A través de ella, desde hace 40 años, nuestro sistema democrático ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. No es que sea muy afortunada su redacción, pero es la piedra angular de ambos autogobiernos. Conforma gran parte de la naturaleza pactista o paccionada de nuestros espacios. Quizás por ello el independentismo ha tenido menos apoyo social que en Cataluña.

La ciudadanía navarra y vasca parte del pacto como una herramienta política de primer orden. La aplicamos en nuestra relación con el conjunto de España pero también en el interno de nuestros espacios. En este segundo escenario, nuestra diversidad política no nos permite otra cosa que el pacto para gobernar.

El acuerdo suscrito por el Gobierno vasco del PNV y PSE con el PP en torno a sus presupuestos es un hecho más dentro de ese carácter pactista. Del mismo modo, el acercamiento entre PP y PNV sobre Presupuestos Generales del Estado (PGE) también forma parte de ese ámbito. Para dar más complejidad al asunto, UPN y PNV tienen intereses comunes en la negociación de los PGE. Existe una confluencia indirecta de intereses entre las dos opciones. Puede parecer anecdótica, pero tiene categoría porque del autogobierno de Navarra se trata. Tanto PNV como UPN han expresado que condicionarán la negociación presupuestaria del Estado a asuntos de interés para Navarra; tales como la actualización del Convenio; las infraestructuras de alta velocidad ferroviaria o el Canal de Navarra. Una negociación presupuestaria, la del Estado, que se presume muy reñida dado que la interinidad del PSOE le impide tomar posiciones firmes. De este modo, cada diputado se convierte en una piedra preciosa.

El lector habrá advertido que el presente artículo se ha convertido en una sopa de siglas con alta dosis de promiscuidad entre ellas: PP, UPN, PNV, PSE. Por otra parte, el acercamiento entre PNV y PP puede, a más de uno, provocarle alguna confusión. Dado que el PNV pacta en Navarra con Bildu y Podemos; mientras en Euskadi gobierna con el PSE y en España se acerca al PP. Pero no se trata de cinismo, ni de traición; tampoco de falseamiento de promesas electorales. Se trata de convertir el peso político en influencia; de hacer viables los proyectos políticos.

La política es una actividad ciudadana que se canaliza, no de forma exclusiva, a través de los partidos. Éstos realizan pactos con otros que les obligan a salir de sus trincheras. Los pactos políticos expresan la complejidad de la política; porque la acción cívica en torno al bien común no es sencilla. Los pactos hacen que se contaminen unos partidos con otros como ocurre en la vida real. Solo el populismo convierte la política en un ejercicio de simple maniqueísmo entre buenos y malos. Es más, el dialogo, la cesión y el acuerdo son los mejores antídotos para evitar formas de populismo que conducen a la nada.

Como expresó Brugué, la política es un ejercicio cívico de frustración porque hay que ceder siempre ante el bien común. Para evitar que esa frustración no se convierta en desafección hay que dar lógica y transparencia a la cesión que vayas a realizar. Los pactos no son otra cosa que acuerdos de convivencia política. En resumen: ¿Quién dijo que la política era fácil?

Para comprender el encaje de Navarra y de la Comunidad Autónoma Vasca en el conjunto de España hay que recurrir a la Constitución del 78. A través de ella, desde hace 40 años, nuestro sistema democrático ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales. No es que sea muy afortunada su redacción, pero es la piedra angular de ambos autogobiernos. Conforma gran parte de la naturaleza pactista o paccionada de nuestros espacios. Quizás por ello el independentismo ha tenido menos apoyo social que en Cataluña.

La ciudadanía navarra y vasca parte del pacto como una herramienta política de primer orden. La aplicamos en nuestra relación con el conjunto de España pero también en el interno de nuestros espacios. En este segundo escenario, nuestra diversidad política no nos permite otra cosa que el pacto para gobernar.