Trabajadores de una residencia en Navarra se confinan voluntariamente en el centro para proteger a los ancianos del coronavirus
David Cabrero es el director de la residencia de ancianos San Jerónimo, situada en Estella (Navarra). Él y otros 16 cuidadores del centro cumplen este martes sus primeras 24 horas confinados en el centro con los 62 ancianos residentes. El lunes por la mañana terminaron de hacer las maletas, se despidieron de sus familiares y se marcharon a trabajar como un día cualquiera, pero con la certeza de que ese día no volverían a casa y se quedarían en cuarentena en la residencia con el objetivo de minimizar los riesgos de un posible contagio de coronavirus dentro del centro evitando el contacto con gente de fuera.
La residencia es privada aunque tiene de sus 62 plazas, 15 son concertadas y la idea de confinarse surgió de los propios cuidadores, cuenta a este periódico David Cabrero. “Desde que se decretó el estado de alarma empezamos a hablar del tema, veíamos que era lo más responsable viendo la situación crítica que atraviesan otras residencias de España y el viernes decidimos empezar en confinamiento el lunes”, señala. Finalmente decidieron que a partir del lunes aquellos trabajadores que quisiesen y pudiesen se confinarían en la residencia con los usuarios. David recalca el orgullo que le produjo el paso que dieron al frente los trabajadores del centro e insiste en que aquellos que no han podido confinarse son igual de necesarios que el resto. “Desde el primer momento dijimos que no se juzgaría a nadie y que entendíamos las circunstancias personales de cada uno. Es necesario que haya gente que se quede en sus casas para que estén disponibles cuando nosotros salgamos”, señala.
Entiende que para muchos era imposible confinarse tantos días dejando a la familia sola en casa y confiesa que algunos de los trabajadores incluso lloraron por no poder ayudar desde dentro. Para él y los 16 empleados que se han confinado en la residencia también ha sido muy duro. En su caso ha tenido que despedirse por unos días de su hijo de cuatro años, al que ahora le tocará ver a través de la pantalla. Pero a cambio ha recibido el “enorme agradecimiento” de los 62 residentes y sus familiares, que asegura David Cabrero “por ver lo que está sucediendo en otras residencias de España y porque no pueden visitar a sus seres queridos”. Por ello también han organizado varias videollamadas para que puedan hablar y ver, aunque sea por una pantalla, con sus más allegados.
Por el momento no saben cuánto tiempo van a estar durmiendo en los colchones que han instalado en algunas de las salas de la residencia a las que ahora no se les está pudiendo dar uso como la sala de visitas o los vestuarios, y por ello se han llevado pasatiempos para los ratos libres. Guillermo cuenta que se ha llevado una pala de padel “para dar unos toques con algún compañero” y música, y además ha organizado llamadas a diario con sus familiares para contarles cómo va todo. También tienen como actividad fija diaria salir a las 20:00 a los balcones del centro a cantar el 'Resistiré' del Dúo Dinámico unido al aplauso a los sanitarios que se repite por todo el territorio.
La de David y sus compañeros ha sido una idea pionera en Navarra que ya ha tenido réplicas en otras residencias de la Comunidad foral, como por ejemplo en Fitero, donde también se han confinado voluntariamente varios cuidadores con los ancianos, alguno de ellos con síntomas de Covid-19.
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