La “desigualdad en salud”, cuando en qué barrio naces afecta a tu esperanza de vida
“La desigualdad en salud es la peor de las desigualdades. No hay peor desigualdad que saber que morirás antes por ser pobre”. Esta cita, del político laborista y exsecretario de Estado de Salud británico Frank Dobson, sirve de arranque para un estudio realizado por la socióloga y doctora de Salud Pública de la Universidad del País Vasco Amaia Bacigalupe de la Hera. Esa investigación, realizada junto a Unai Martín Roncero gracias a una beca del Ararteko (el defensor del pueblo en el País Vasco) concedida en 2005, ya destacaba las desigualdades presentes en Euskadi en cuestiones de salud y llegaba a conclusiones muy llamativas; por ejemplo, que “al igual que la salud y la enfermedad, la mortalidad también se relaciona con la posición social de las personas así como con las características de su lugar de residencia (…). Cuándo y de qué morimos no es igual en función de diversos determinantes sociales como la clase social, el nivel socioeconómico del barrio, el nivel de estudios, la situación laboral y la mayor o menor confortabilidad de la vivienda”.
Y, si la investigación de Bacigalupe ya llegaba a estas conclusiones antes de la crisis, ¿cuál es entonces la situación actual? Esta profesora de la UPV recalca que las desigualdades sociales han existido y existirán siempre, en cualquier zona. E insiste en que, para apreciar esa brecha, no basta únicamente con analizar cuestiones directamente relacionadas con la salud como la sanidad universal (a la que se refieren como una cuestión en la que se ha dado marcha atrás por un interés “electoral” pero que no tiene sentido dado que la atención en Urgencias es más cara que, por ejemplo, la atención primaria) o el copago, sino que “también los desahucios, y el riesgo de ellos, o la falta de trabajo afectan a la salud”. Y, en especial, a la salud mental, que en Euskadi y en España se ha reducido. Por tanto, la lógica es que, al igual que en crisis anteriores, la desigualdad en salud también haya aumentado, aunque por ahora no haya datos comparativos suficientes, por lo que solo cabe hablar de hipótesis.
Euskadi y Navarra, en cualquier caso, son una excepción, apunta Bacigalupe, con respecto a otras zonas del país. Y este, con respecto a otros lugares como Grecia. No obstante, estudios sobre la desigualdad, como el recientemente presentado dentro de la cátedra CIPARAISS de la Universidad Pública de Navarra, ya recogen los problemas de salud que afrontan las personas afectadas por la exclusión social severa, como el ahorro en alimentación o en medicamentos. Cabe recordar, por ejemplo, que un estudio (en el que, entre otros, participaron integrantes de la UPNA y del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra) sobre la desigualdad socioeconómica en la mortalidad en Pamplona y Logroño entre1996 y 2007 ya determinó que, en la capital navarra, la esperanza de vida era de 80 años para los hombres al nacer en las zonas consideradas más ricas, mientras que la cifra se reducía a 76,2 entre los barrios más pobres. Entre las mujeres, por su parte, era de 86,2 y 83,5, respectivamente.
La charla, en la Escuela de Idiomas
Por estas razones, la Asociación para la Defensa de la Salud Pública en Navarra ha organizado una charla de esta profesora e investigadora de la Facultad de Sociología de la UPV (tendrá lugar este 28 de abril, a partir de las 19:00 horas, en la Escuela Oficial de Idiomas de Pamplona) sobre las desigualdades en salud. La entidad ha explicado, a través de un comunicado, la necesidad de plantear este debate ante las constantes privatizaciones de servicios sanitarios, los recortes de derechos y, en definitiva, el “negocio” en salud. De ahí que pongan el foco en aquellas personas y colectivos “con mayor precariedad social”, que “acumulan factores de desventaja social (desempleo, precariedad laboral, mala alimentación, problemas de vivienda, estrés...) que en muchos casos pueden desembocar en desarrollo de enfermedades o muertes de forma más precoz y con una peor calidad de vida que otros sectores de nuestra sociedad”.
Pero, ¿es posible otro sistema que asegure una mejora de la atención, teniendo en cuenta el coste sanitario y los avisos lanzados por las instituciones sobre la insostenibilidad del sistema? Bacigalupe advierte del problema que supone introducir términos de rentabilidad económica en servicios clave como el sanitario. Por ello, insiste en que el impacto de la crisis en la desigualdad “depende del tipo de políticas que los gobiernos están poniendo en marcha”. “Todo lo que desde administraciones tienda a fomentar la cohesión social, tendrá efectos colectivos”, apunta. Eso sí, el resultado no es matemático, porque contar con una mayor red de protección social no garantiza reducir la desigualdad en estos términos, pero reducirla sí contribuye a que la brecha aumente.