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Los inaguantables años de plomo de ETA para los 'txapelgorris'

La Ertzaintza sufrió 23 atentados de ETA, con once fallecidos, y 1.335 acciones de violencia callejera entre 1990 y 2011

Aitor Guenaga

“Había que ponerse el buzo todos los días y estar allí para saber de lo que estamos hablando”. Los ertzainas han relatado tantas veces la violencia de persecución a la que fueron sometidos desde los años 90, primero por parte de los “chicos de la gasolina”, como los llegó a calificar el entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, y después por el “primo de zumosol”, como les bautizó el entonces consejero de Interior, Juan María Atutxa -al que ETA intentó asesinar en cinco ocasiones-, que ningún informe puede 

Un total de once miembros de la Ertzaintza fueron asesinados por ETA entre los años 1990 y 2011, periodo en el que este colectivo sufrió 23 atentados directos y 1.335 acciones de violencia callejera contra ellos o sus familias, según el 'Informe sobre la injusticia padecida por el colectivo de ertzainas y sus familias a consecuencia de la amenaza de ETA (1990-2011)' encargado por el Gobierno vasco al Instituto Pedro Arrupe. En realidad, desde su creación en 1982 son 15 los agentes asesinados por la violencia terrorista.

El informe, que deja fuera de sus víctimas mortales a Genaro García de Andoain (1986), al intendente Carlos Díaz Arcocha (1985) y al agente Juan José Pacheco (1988), destaca que el “hostigamiento” se extendió a las familias y tuvo “graves” consecuencias sociales, laborales o de salud. La bajas psicológicas durante todo ese tiempo no dejaron de crecer -sobre todo en la etapa del consejero de Interior, Javier Balza- y la sensación de ser objetivo de ETA se recrudeció tras el doble asesinato de dos patrulleros en Beasain (Gipuzkoa) en noviembre de 2001.

Pero el terror se había instalado mucho antes. El agente de la policía vasca Jon Ruiz Sagarna estuvo a punto de ser quemado vivo el 23 de marzo de 1995 en Rentería (Gipuzkoa) junto a otros cuatro agentes al se alcanzado por una lluvia de 'cócteles mólotov' lanzados por los “chavales de la gasolina”. Su esposa, tras conocer la leve condena impuesta a los acusados, apuntó: “Me gustaría que cualquiera de los tres [condenados], o de quienes aplauden estas burradas, reconociesen que lo que pasó está, simplemente mal. Que no merece la pena matar. Que no se puede domesticar a los demás con fuego. Que el odio no tiene sentido. Que hay que coger, a toda prisa, el primer tren que pase hacia la paz”. Los agresores, Unaí Erquis, de 24 años; Aitor García Sánchez, de 20, y Jon González, de 20, fueron condenados en primera instancia a seis años de cárcel cada uno de los agresores. Dos años antes, el 22 de noviembre de 1993, ETA asesinó al sargento de la Ertzaintza y principal mando operativo, Joseba Goikoetxea. Tenía 42 años. 

El informe, que recoge tanto un análisis cuantitativo como cualitativo a través de los testimonios de varios afectados, refleja que la amenaza de ETA se extendió sobre la totalidad del cuerpo de la Ertzaintza y que el “hostigamiento” que sufrieron sus miembros y sus familias provocó “graves impactos” laborales, sociales o de la salud.

Dos años después del atentado contra la furgoneta de la Ertzaintza en Renteria, el entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, en un acto político celebrado el 24 de marzo de 1997 -en el que acuñó lo de “chicos de la gasolina” y les acusó destruir Euskadi con sus actos vandálicos- se refería así a los actos de estos terroristas del cóctel mólotov y la capucha: “Allá ellos porque no van a ningún sitio. No les deis importancia, molestan, estorban y hacen daño, pero no son el problema para este pueblo. Tenemos otros problemas de cara al futuro ( ... ). Que sigan su camino que veremos adónde lleva. Hasta ahora no han hecho nada”, en un mensaje dirigido a las juventudes.

“Amenaza diaria y sostenida”

El informe, en cambio, constata que esta violencia de persecución y los atentados de ETA en los años 90 produjeron un “aislamiento” social, cambios de domicilio, pérdida de arraigo o ansiedad entre los agentes y sus familias.

Los principales datos del informe han sido dados a conocer en una comparecencia en Bilbao, en la que han participado el secretario de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, Jonan Fernández; la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, el representante de la asociación de ertzainas y familiares víctimas del terrorismo ASERFAVITE Txema Lanzagorta, y uno de sus autores, José Ramón Intxaurbe.

El informe señala que la “amenaza” sobre agentes de la Ertzaintza era “diaria y sostenida” y se extendía sobre sus familias. Entre las consecuencias que acarreó esta situación y las medidas de autoprotección que tuvieron que desarrollar los afectados, se cita el “aislamiento” social, cambios de domicilio, pérdida de arraigo o ansiedad.

En palabras de la consejera de Seguridad, se produjo un sufrimiento “intenso y extenso”, a pesar de lo cual, según ha destacado Intxaurbe, “la mayoría no renunciaron” a continuar con su labor.

En junio de 2013, Urkullu ya realizó un homenaje a los agentes asesinados por ETA. Y ahora se prepara un nuevo acto en Arkaute para el próximo 5 de junio en el que se recordará a los ertzainas asesinados y habrá también condecoraciones, según fuentes de la Ertzaintza.

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