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Vascos en Normandía: historias ocultas de la II Guerra Mundial

Tumba de Luis Sauquillo en Normandía

Iker Rioja Andueza

Vitoria —

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Luis Sauquillo Ereñaga fue concejal de ANV en Aretxabaleta (Gipuzkoa) y el día de San Juan de 1935 fue nombrado presidente del centro republicano del pueblo, ubicado en el 4 de la calle de Otalora. Diez años después, forzosamente exiliado por la Guerra Civil, se dirigió a la sede del Gobierno de Euzkadi en el 'boulevard' de Marceau de París para implorar información sobre sus hijos, Lucio y Gabriel. La pareja, como tantos y tantos niños, habían sido evacuados, en su caso en el SS Habana al Reino Unido. Sus otros dos vástagos, algo mayores, ya habían muerto en la contienda, uno en el frente y otro fusilado.

Según le informaron, Lucio -el mayor- se había enrolado en el Ejército británico en plena II Guerra Mundial, en noviembre de 1942. Poco más se sabía de su singladura. El padre no dio crédito: había dado el paso sin su consentimiento y siendo menor de edad, ya que había nacido en 1925. En los documentos oficiales británicos, sin embargo, consta como nacido en 1923, por lo que tendría 19 años si no mintió. Aunque la mayoría de edad allí eran los 21, el reclutamiento estaba autorizado desde los 18.

Lucio y Gabriel (nacido en 1929) fueron separados al pisar Gran Bretaña. Gabriel se quedó en la región de Midlands y Lucio fue enviado a Yorkshire, donde comenzó a formarse como aprendiz de electricista. Su biografía forma parte de las centenares de fichas del proyecto 'Fighting basques', que recopila las historias perdidas de vascos -de nacimiento o descendientes de emigrantes- que combatieron en la II Guerra Mundial para Estados Unidos, Francia, la Unión Soviética o el Reino Unido. “Son cinco años de trabajo para poner en valor a estas personas”, enfatiza el coordinador del proyecto, Guillermo Tabernilla, de la Asociación Sancho de Beurko, un apasionado de la historia y, singularmente, de este gran punto de inflexión en la historia de la humanidad.

El adolescente Lucio se enamoró de Olive Annie, una joven del lugar. Tuvieron un niño, Harry. Cuando el pequeño apenas tenía un año, Lucio se alistó en el Ejército británico. Recibió instrucción militar en la capital escocesa, Edimburgo, y en 1943 fue enviado al Real Cuerpo de Ingenieros Eléctricos y Mecánicos. Fueron sólo unos meses hasta que ingresó en el equipo de paracaidistas, donde recibió entrenamiento para las grandes misiones que preparaban los aliados para penetrar en territorio controlado por los nazis. En 1944, Lucio Sauquillo y sus compañeros tomaron un tren con destino a Waterloo. No a Bélgica, sino a la estación londinense de ese nombre que en 1940 había sido bombardeada. Estaban preparando los batallones para el Día D.

“El objetivo de toda la División el Día D era tomar los puentes sobre el río Orne y el canal de Caen para garantizar el éxito de las tropas de desembarco en la playa 'Sword' el 6 de junio de 1944. Pero, horas antes de que las lanchas comenzasen a desembarcar hombres y equipos en las playas, poco después de la medianoche, los hombres de la 6ª División Aerotransportada fueron los primeros en llegar a Normandía el Día D. Y Lucio Sauquillo estuvo entre ellos”, cuenta Tabernilla en su libro sobre los 'Fighting Basques', “Combatientes vascos en la Segunda Guerra Mundial”, de la editorial Desperta Ferro, coescrito con Ander González.

Fueron horas y días de intensos combates contra la fuerza de los 'panzer' de Alemania. El 12 de junio, el joven que salió del puerto de Santurtzi en el SS Habana fue letalmente herido. En el recuento diario de aquella noche se le apuntó como “desaparecido” y falleció al día siguiente. Llevaba consigo una pluma y papel, cartas, una pitillera, un anillo, esparadrapo y varios identificativos. Lucio fue enterrado en el cementerio de la playa de Hermanville y allí sigue reposando su cuerpo.

Con motivo de los actos del 75 aniversario del Desembarco de Normandía, la Asociación Sancho de Beurko se desplazó hasta allí para “honrar y sobre todo visibilizar” esta pequeña parte de la gran historia pero que es absolutamente desconocida para un país que, oficialmente, nunca participó en la II Guerra Mundial. Y, como la de Lucio, en Normandía hubo más nombres vascos, como los vascofranceses Guy Joseph de Montlaur y Joseph J Hourcourigaray o el donostiarra Laurent Casalonga, de los comandos británicos Keiffer.

O Frank Aguerrebere, Pete Etchepare, Luis Mendieta o Frank Solaegui, de las unidades aerotransportadas estadounidenses, como también los seis marines Jess Gastelecucho, Roy Bilbao y Manuel Chabagno. O Saturnino Peruchena, que fue condecorado por abortar un contraataque alemán, todos ellos protagonistas en Omaha Beach. Y en Utah Beach Joseph Aguerrebere, Ernest Uhalde, Santiago Mendieta, Stephen Larrinaga y John Chabagno.

A estos 17 nombres, que son estrictamente los soldados que operaron en tierra, se podrían sumar otras tres decenas que intervinieron en “operaciones cercanas a Normandía”, principalmente en unidades aéreas. Y Tabernilla no descarta que haya más nombres sepultados por la historia: “Hay gente que seguro no hemos identificado a pesar de nuestro barrido en archivos”.

La Sancho de Beurko, que lamenta la falta de “apoyo institucional”, tiene el trabajo documental más completo sobre los vascos en la II Guerra Mundial en su poder y se esfuerza ahora en divulgarlo. En 2018 elaboró un calendario con 12 personajes significativos, uno de ellos todavía vivo entonces pero que falleció a los pocos meses. La asociación recrea también con asombrosa precisión las misiones de los 'fighting basques'. Gran parte de esa labor está en el libro de Tabernilla y González, pero ha sido ya presentado el 'teaser' de un documental que seguirá rodándose en los próximos meses.

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