Isabel Celaá, en Educación: el inglés y la igualdad de oportunidades por bandera
La vasca Isabel Celaá (1949, Bizkaia), hasta ahora presidenta de la Comisión de Ética y Garantías del PSOE, es la nueva ministra de Educación y portavoz en el Gobierno de Pedro Sánchez. Celaá, licenciada en Filosofía, Filología Inglesa y Derecho, acumula una dilatada trayectoria profesional en la gestión de la Administración y en la política, siempre ligada al terreno educativo. Isabel Celaá fue uno de los puntales del Gobierno vasco de Patxi López como consejera de Educación, Universidades e Investigación, pero su trayectoria ya estaba vinculada con la enseñanza desde que ejerciera como jefa de Gabinete del consejero José Ramón Recalde, primero, y como viceconsejera con el también socialista Fernando Buesa, después.
De 2009 a 2012 ejerció de consejera de Educación en el Gobierno vasco del lehendakari Patxi López. Durante su mandato impulsó de manera muy decidida el trilingüismo, la escuela 2.0 y la investigación. Sus primeros meses en el cargo no resultaron nada pacíficos, ya que su primera medida fue derogar el currículo escolar (marca lo que deben estudiar los alumnos hasta los 16 años) aprobado por su antecesor, Tontxu Campos (Eusko Alkartasuna). Y básicamente lo hizo para despojar al currículo escolar de la carga ideológica nacionalista que le había infundido el Gobierno vasco anterior, donde gobernaba el PNV en coalición con EA e Izquierda Unida. Entre otras cuestiones, ese currículo fijaba el euskera como lengua preferente en la comunidad. Celaá equiparó euskwra y castellano al mismo nivel, de acuerdo al bilingüismo de Eukadi.
Isabel Celaá era viceconsejera de Educación con Fernando Buesa (asesinado por ETA en el año 2000) cuando en 1992 se alumbró el Pacto Escolar. La evolución de la escolarización de las dos redes (pública y concertada) junto con el desarrollo del inglés han sido dos cuestiones que siempre le han preocupado durante su gestión. En su opinión, la culpa del desequilibrio a favor de la red concertada en Euskadi se debe a “la política nacionalista”.
“El nacionalismo”, ha sostenido, “ha sido siempre favorable a la red privada y muy insensible a las necesidades de la pública. No quiere darse cuenta de que los colegios públicos son los únicos que garantizan la igualdad de oportunidades porque están en todos los sitios, allí donde la red privada no quiere llegar. Y la privada, salvo honrosas excepciones, no atiende a la población con más problemas, como a los alumnos con necesidades educativas especiales, los que fracasan y a los inmigrantes”. Es su declaración de intenciones.
Durante su etapa como consejera puso en marcha los programas de presencia de las víctimas del terrorismo en los centros educativos para que trasladaran su experiencia a los alumnos de Secundaria.