Hoy termina la cumbre del clima en Marrakech. Estamos orgullosos de haber participado en la 22ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 22), en la que el Reino Unido ha tenido la oportunidad de reafirmar su compromiso con la lucha contra el cambio climático y demostrar que lo último en innovación puede ayudarnos a tener una economía sostenible baja en carbono.
Vivimos un momento de gran emoción, especialmente tras la reunión de París en diciembre de 2015 en la que se firmó el primer acuerdo sobre el clima que tiene alcance global. Fue un momento histórico, ya que 195 países se comprometieron a contener el calentamiento global muy por debajo de los 2 grados y acordaron medidas para encarrilar la transición hacia modelos de desarrollo económico que protejan nuestro planeta. El Reino Unido está plenamente comprometido con el acuerdo de París y ya el pasado 7 de octubre puso en marcha los procedimientos para aprobar el acuerdo y permitir su ratificación. Se espera que el proceso termine antes de finales de año.
La cumbre en Marrakech ha propiciado la ocasión para que los países, entre ellos el Reino Unido, muestren lo que están haciendo para implementar estos planes de lucha contra el cambio climático. En este sentido, el Reino Unido es un país pionero. En 2008 fue uno de los primeros en introducir unos presupuestos específicos para el carbono que limitan por ley las emisiones máximas de CO2 y trazan la vía más rentable para descarbonizar nuestra economía hasta 2050. En cumplimiento de la asesoría proporcionada por nuestro Comité independiente sobre el cambio climático, nuestro quinto presupuesto para el carbono (de 2028 a 2032) fue consagrado en ley en julio de 2016. Al final de dicho periodo, habremos reducido las emisiones de carbono en más de un 57% respecto a 1990. También seremos la primera gran economía en eliminar gradualmente el carbón, con el cierre de la última central contaminante previsto para 2025.
El Gobierno del Reino Unido ha incentivado el sector de emisiones bajas en carbono, que ahora está valorado en más de 50.000 millones de euros y da trabajo a más de 238.500 personas. El Reino Unido también está orgulloso de haber hecho más que ningún otro país por respaldar el desarrollo de la energía eólica marina de forma sostenible. La generación solar se ha duplicado en los últimos dos años y ya hay más de 840.000 hogares en el Reino Unido que tienen paneles solares en sus tejados.
Pero nuestro compromiso no se limita tan solo al Reino Unido. El Gobierno británico se compromete a ayudar a los países en desarrollo a adaptarse al cambio climático y abordar los daños ocasionados por el mismo. Tenemos previsto emplear un 50% del presupuesto total de 600 millones de euros del Fondo Internacional para el Clima en reducción de daños y el otro 50% en adaptación a los cambios. Además, hemos destinado al menos 1.100 millones de euros entre 2012 y 2016 a dicha adaptación. Estos proyectos han ayudado a 21 millones de personas a sobrellevar el impacto y las consecuencias del cambio climático. Por último, el papel del Reino Unido ha sido crucial a la hora de presionar para que el Fondo para un Clima Verde invierta cantidades iguales en adaptación y en reducción de daños.
La financiación pública de la tecnología y la innovación seguirá siendo necesaria, pero no será suficiente. Durante la COP22, el Reino Unido se centró en el tema de Green Finance. La Agencia Internacional de la Energía estima que serán necesarias inversiones de 49 billones de euros para poder cumplir el objetivo de los 2 grados que se acordó en COP21. Se trata de un gran reto. Si queremos llegar a nuestro objetivo, la inversión privada tiene que involucrarse más porque, si no, será imposible que los avances tecnológicos estén disponibles cuanto antes y lleguen a las zonas del planeta que más lo necesitan. Prueba de la implicación del Reino Unido en este tema es la creación de un Green Investment Bank (banco para inversiones en el sector ‘verde’), que ha puesto de manifiesto que invertir en la protección del planeta no es solo una cuestión ética, sino también una decisión económicamente rentable.
Asimismo, Londres se está convirtiendo en una plataforma donde intercambiar conocimiento y experiencia, lo que fortalece el mercado de los llamados ‘bonos verdes’. Estos bonos permiten que se pueda obtener rentabilidad del ahorro privado a la vez que se ayuda a combatir el cambio climático.
Queda mucho por recorrer si pretendemos llegar a los objetivos marcados hace casi un año en París. La tarea no será fácil y seguramente nos encontraremos con dificultades e imprevistos. Pero la lucha contra el cambio climático nos concierne a todos. El Reino Unido pretende seguir ejerciendo un papel de liderazgo en el camino hacia una economía global sostenible.