El coronavirus y algunas certidumbres
Hace tan solo unas semanas no podía ni imaginar que hoy, cada tarde, a las 20 h. saldría a mi balcón a aplaudir al personal sanitario en agradecimiento por su combate sin descanso contra una pandemia mundial; aplaudiendo también a todos los ciudadanos y ciudadanas que continúan trabajando para que, en la medida de lo posible, la vida siga su curso, haciéndonosla más fácil a los demás.
De un día para otro, de forma insólita, nuestros planes, como los de todo el mundo, se han cancelado. En una sociedad tan predispuesta a mirar al futuro, lidiar con la incertidumbre es complicado, y por eso mismo debemos identificar certezas sobre las que elaborar nuestra respuesta. A mí se me ocurren algunas.
La primera, que la emergencia sanitaria va a pasar. Durará todavía semanas, probablemente, meses, pero al final pasará, y volveremos a salir a la calle con normalidad. De eso estoy seguro. Quiero pensar que entonces miraremos el mundo de otra manera. Y eso me lleva a una segunda certidumbre: esta crisis, sanitaria, económica, esta crisis total, nos cambiará. Una situación tan anómala, que transforma nuestras vidas de una forma tan drástica, tendrá sin duda consecuencias en nuestra forma de vivir, de relacionarnos, en nuestra visión del mundo. Quiero pensar que aprenderemos a reconocer lo esencial, a valorar hechos cotidianos como movernos en libertad, transitar calles y atravesar países, acudir a nuestros trabajos y quedar con amigos. Y valorar lo importante que es hablar y abrazar sin que se interponga el whatsapp.
No solo cambiaremos en lo personal, también debe cambiar la política, y más que nunca ponerse exclusivamente al servicio de los ciudadanos y de sus vidas. En una situación como esta, todas las personas, sin excepción, volvemos la mirada a lo público. Nadie, ni siquiera los predicadores neoliberales, piensan ahora que la iniciativa privada vaya a resolver esta crisis. Y basta con que estos especuladores sin escrúpulos dejen de pensar en sacar tajada para ir avanzando en la buena dirección.
Necesitamos un sector público fuerte, y ahora, más que nunca, vemos que lo imprescindible es un sistema de salud que responda a las necesidades de la ciudadanía y atienda por igual a todas las personas que lo necesiten. Tenemos que invertir en él, no privatizar ni hacer una salud solo para quien pueda pagarla. España es un ejemplo de lo que se debe hacer, con una sanidad universal de calidad y gratuita, recuperada, no olvidemos, gracias al Gobierno socialista, que constituye una de nuestras grandes conquistas, por más que a algunos les cueste reconocerlo; con profesionales competentes y responsables, que trabajan cada día para salvar vidas y que no merecen ni recortes ni precariedad, sino respeto y agradecimiento, como estamos viendo ahora con los homenajes diarios desde los balcones. Esta crisis tiene que servir, como decía, para que todos y todas aprendamos a reconocer lo esencial, a cuidarlo y fortalecerlo cuanto sea posible.
Si la primera urgencia es la salud, la siguiente es la economía, una economía al servicio de la ciudadanía y no al revés. Y tampoco en este campo nadie espera que la iniciativa privada, los mercados, vayan a resolver la papeleta. Esta emergencia solo la puede gestionar un gobierno tomando decisiones, o mejor dicho, muchos gobiernos trabajando en la misma dirección. Por eso esperamos tanto de la Unión Europea. Es imprescindible que ponga todas sus herramientas para coordinar, en primer lugar, la estrategia contra la emergencia sanitaria, la compra de material médico y la investigación de tratamientos y vacunas. Ya lo está haciendo. Pero además, y sobre todo, debe dar una respuesta contundente a la recesión económica que se avecina para que no sean las personas más vulnerables las que sufran las peores consecuencias.
Resulta alentador que los responsables políticos nos garanticen que harán todo lo necesario para combatir la crisis. Los anuncios hechos esta semana por el Banco Central Europeo, la Comisión y el Eurogrupo van en la dirección correcta para inyectar liquidez a los mercados, flexibilizar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, estimular la economía y evitar que se dispare la prima de riesgo. Medidas valientes y responsables que han tenido ya su reflejo en los datos económicos. Pero los socialistas creemos que se puede hacer todavía más. Reclamamos un Plan de Recuperación Económica, un 'Plan Marshall', como ha reclamado Pedro Sánchez, que movilice y coordine todos los instrumentos de la Unión Europea y lance un gran programa de inversiones públicas para ayudar a los trabajadores y a las empresas, y pedimos que se active el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que emita títulos de deuda europea, coronabonos, con el respaldo de todos los Estados miembros. La Unión Europea tiene la ocasión de mostrar ahora de una forma muy tangible por qué es necesaria, por qué la unión nos da una fuerza imprescindible frente a un reto como el que tenemos por delante.
A mí me gusta pensar que cuando esto acabe, que acabará, habremos vencido los recelos de los escépticos, y tendremos a unos gobiernos más convencidos de que la UE es un valor que debemos cuidar. Hace tan solo unas semanas, igual que en el ámbito personal, también en el político hacíamos planes: hablábamos del presupuesto a largo plazo, la Conferencia sobre el Futuro de Europa, el Pacto Verde, el reto migratorio, el Pilar Social, decisiones fundamentales para nuestro futuro, que ahora dejan el protagonismo a lo más urgente. Quiero pensar, y ojalá no me equivoque, que a la vuelta de todo esto, la Unión Europea habrá hecho lo necesario para que los reticentes vean de forma nítida que necesitamos avanzar, es decir, dotarnos de un presupuesto adecuado, construir la arquitectura institucional necesaria y profundizar en lo que nos une, porque solo unidos podremos superar esta crisis y seguir avanzando en la construcción del proyecto europeo. Quiero pensar también que habrá una nueva conciencia que vea en lo público la respuesta lógica de una sociedad que se organiza y cuida de los y las más vulnerables. Eso sí nos hará más fuertes, y con esperanza, ilusión y valentía política lo lograremos.
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