¿Por qué dicen oportunidad cuando quieren decir precariedad?
Empleos en los que se exigen dos meses de prueba sin ninguna remuneración; escribir artículos periodísticos de 350 palabras por 0,50 euros el artículo; saber tres idiomas, cuatro lenguajes de programación y tener seis años de experiencia para ganar 500 euros al mes… Son ofertas de trabajo que hacen dudar de la cordura (si es que alguien confiaba en ella) del sistema y los empresarios. Y sobre todo, del reiterado mantra de la “recuperación”.
Actualmente, proliferan este tipo de ofertas, que casi siempre se disfrazan de “grandes oportunidades”, pero esconden el cotidiano encontronazo con la realidad de la precariedad para miles de trabajadores/as. Hoy, 1 de mayo, hacemos repaso de alguno de los ejemplos recientes que desde Oficina Precaria nos hemos encontrado y retratan el nuevo paradigma de nuestro mercado laboral.
Startup joven, innovadora, dinámica y flexible busca incorporar a su equipo personas en prácticas con experiencia y talento, perfiles pro-activos con ganas de aprender, ganar experiencia, aportar y con espíritu emprendedor.
Luisa acababa de terminar la carrera y, tras haber sido becaria durante los dos últimos veranos, veía complicado acceder a un puesto de trabajo, así que volvió a conformarse con encontrar unas prácticas en empresa. La primera sorpresa llegó cuando le dijeron que, para poder realizarlas, necesitaba apuntarse a un curso que ella misma se tenía que pagar y que apenas le aportaría nuevos conocimientos.
El primer día que acudió a la startup descubrió que “joven” significa que todos son licenciados y licenciadas, incluso con experiencia, pero aún becarios; “dinámica” que la rotación de las personas en muy alta: los mismos compañeros le dijeron que no esperara durar más de 6 meses porque meten a un becario nuevo cada medio año; “flexible” que las 6 horas del convenio de prácticas se pueden estirar hasta las 8 o 10 horas, según las necesidades del proyecto; e “innovadora”, que son capaces de encontrar la manera de que la gente acepte estas condiciones.
Además, descubrió que el espíritu emprendedor pasa por asumir responsabilidades no propias del puesto, ya que de las diez personas de la startup, solo dos eran contratadas. Y que lo de “ganas de aprender” es prácticamente convertirse en autodidacta, ya que no habrá nadie a quien consultar las dudas. Luisa nos comenta que no es la primera startup que conoce en la que creen que hay gente que “vive” de aprender y ganar experiencia. Sin ningún tipo de retribución, en la oferta se olvidaron de poner que tiene que ser alguien que, o bien tenga un buen colchón familiar, o que no acostumbre a pagar el alquiler, comprarse el abono transporte, comer…
En las primeras semanas, Luisa ya había escuchado en varias ocasiones que “nos encantaría pagarte, pero la empresa acaba de nacer…”. Y no quiere ni pensar qué ocurrirá cuando enferme o cuando llegue el verano y reclame vacaciones… Derechos como el paro, las bajas por enfermedad o las vacaciones, que no están recogidos para los becarios.
Cuando Luisa nos cuenta su caso, nos indigna pero, por desgracia, no nos sorprende. Le explicamos que son miles las personas que se encuentran en su situación, aunque la falta de una mayor regulación y control hace imposible contabilizar el número exacto de becarios y becarias en nuestro país. Una situación contra la que luchamos desde la campaña No más Becas por Trabajo.
Se busca mujer joven con buena presencia, que tenga don de gentes y capacidad para trabajar bajo presión. Grandes incentivos según valía.
Lucía nos cuenta su historia cuando ya había dejado el trabajo. Explica que no era otra cosa que ser camarera en un bar de deportes, con un vestido ridículo y aguantando a hombres babosos con actitudes machistas y comentarios sobre su cuerpo. Además, los grandes incentivos significaban, según su jefe, que “siendo un poco putilla se llevaría buenas propinas”. A todo esto se sumaba que a su contrato de cuatro horas al día se sumaban, por costumbre, alguna hora en negro.
Lucía nos explica también que cuando tienes que cuidar a alguien en casa, a veces estos trabajos con jornada parcial son los únicos que te permiten compaginar ambas cosas. Y nos lo dice no sólo por ella sino por su hermana Inés que tiene dos niños, y por su amiga Julia con una madre con alzhéimer avanzado. Y aunque Inés tiene marido y Julia hermano, parece que estas tareas de cuidados siguen siendo exclusivamente para ellas. Una situación que nos recuerda que parcialidad y precariedad tiene nombre de mujer.
Si tienes ganas de trabajar con un horario flexible, eres un amante de las dos ruedas y la mentalidad de ser tu propio jefe, ¿a qué esperas?
Iker y Eva nos cuentan que en realidad lo que la empresa les ofrece es trabajar llevando paquetes en su propia bici, por su cuenta y riesgo y sin ningún tipo de contrato laboral. Al contrario, eso de ser “tu propio jefe” implica darse de alta como autónomos y que si tienen un accidente o les roban la bici, como ya le pasó a Iker, es tirar más de un mes de trabajo a la basura.
Según explica Eva, que ya lleva un par de meses haciendo repartos, se llevan una comisión por cada pedido entregado, y la empresa les asegura un mínimo de dos entregas por hora, con lo que se llevan algo más de 8 euros. Una cantidad a la que hay que descontar la cotización de autónomos, el IVA del 21% y el IRPF. A veces duda realmente si merece la pena. Lo mismo ocurre con la supuesta “flexibilidad”. “Aunque la empresa afirma que tenemos total libertad para elegir los horarios, si un fin de semana (que es cuando más pedidos hay) no te coges horas, te 'castigan' con menos trabajo a la semana siguiente”, explica Iker.
En cuanto Iker y Eva nos empiezan a contar su caso, le ponemos nombre: 'falsos autónomos'. Así, les explicamos que si realmente fueran autónomos, tendrían capacidad para negociar sus comisiones y trabajar en el horario que quisieran, sin que la empresa interviniera, algo que no sucede así. También les contamos que no están solos y que la lucha colectiva contra esta 'moda' ya está dando sus frutos.
Oficina Precaria es un colectivo de trabajadoras y trabajadores precarios de la ciudad de Madrid.