En lo que va de año, son ya 719 las personas ahogadas en el Mediterráneo. Pero desde 2014 han sido más de 24.000 las personas que han muerto en este mar interior intentando llegar a las privilegiadas costas europeas. De ellas, 910 eran menores. El caso más mediático fue sin duda el del niño Aylan Kurdi, en 2015: la foto de su pequeño cadáver bañado por las olas de una playa turca dio la vuelta el mundo y hasta levantó cierta polvareda deontológica en los medios de comunicación internacionales, que se preguntaban si era moralmente lícito publicar esa fotografía o se incurría en algún tipo de amarillismo sentimental al hacerlo. Un debate que no duró demasiado: la foto siguió publicándose en los medios, las redes sociales se inundaron de mensajes plañideros y la Unión Europea siguió pagando a Turquía 6.000 millones de euros por contener en sus fronteras la inmigración irregular que pretendía arribar al viejo continente
Aquella imagen de Aylan suscitó una reacción emotiva y moralizante tan unánime como infructuosa. Ahora, siete años después, la Fundación Disenso —el 'think tank' de Vox— acaba de publicar el Informe Mitos y realidades sobre la inmigración en España, en el que aboga por “racionalizar la cuestión de la inmigración” evitando entrar en “cuestiones morales e incluso sentimentales”. Un informe en apariencia riguroso y basado en datos oficiales del Ministerio del Interior sobre inmigración irregular, que Vox utiliza para crear su propia realidad y que replican en cada autonomía, aunque saben perfectamente que la inmigración es competencia del Estado (artículo 149 de la Constitución Española: “el Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias: nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería y derecho de asilo”) .
Pero el interés recurrente de la formación de Santiago Abascal por el tema de la inmigración se explica por razones electorales. No les preocupa la seguridad ciudadana, sencillamente porque la seguridad ciudadana no está ni ha estado nunca en riesgo por la inmigración irregular, que es más ordenada de lo que ellos quieren hacer creer.
En el informe de la Fundación Disenso se habla de la “repercusión transformadora” que tiene el tema de la inmigración ilegal, señalando explícitamente los casos de Salvini y la Liga Norte, en Italia, “el largo dominio de Fidesz en Hungría” o incluso el “desgaste y relevo” de Angela Merkel.
Una nueva mitología nacionalpopulista
El problema es que para combatir unos mitos que no son tales, Vox está creando una nueva mitología nacionalpopulista, profundamente antidemocrática y muy peligrosa. Antidemocrática porque, en su afán por uniformizar a la sociedad, conculca derechos fundamentales de los ciudadanos. Y peligrosa porque justifica y propaga ideas xenófobas que señalan y estigmatizan al que es diferente. Los datos están ahí y son inequívocos: la inmigración irregular ni ha crecido ni es tan desordenada como quiere hacer creer Vox.
Las cifras de inmigración irregular que ofrece el Ministerio del Interior para 2021 —un total de 41.945 personas, casi medio punto porcentual menos que el año anterior— no se corresponden con las que recoge el informe del 'think tank' de Vox, que habla de cifras que están “entre 290.000 y 470.000” inmigrantes irregulares “en enero de 2020”, sustentando dichas cifras en un informe del propio Ministerio del Interior que, sin embargo, es un informe quincenal que solo recoge los datos acumulados entre 1 y 31 de diciembre: en ninguna parte del informe aparece ninguna de las dos cifras de seis dígitos que recoge la Fundación Disenso.
Eso es lo característico del proceder político de Vox. Cuando los datos no refrendan sus apriorismos ideológicos, se inventan una realidad paralela. Y si para eso hace falta manipular o tergiversar los datos, lo hacen sin ningún escrúpulo.
Los tres supuestos mitos que no lo son
En su informe, la Fundación de Vox señala —y combate— tres mitos sobre la inmigración irregular extendidos “por la dictadura de lo políticamente correcto”: el mito de la compatibilidad entre Estado de bienestar e inmigración irregular, el de que no afecta a la seguridad nacional y, en tercer lugar, el mito de que “los rasgos socioculturales de la población inmigrante” no son relevantes. Pero esto no son mitos, sino realidades documentadas: todo el mundo que está mínimamente informado sabe que, precisamente por la estructura de edad de nuestras sociedades avanzadas, vamos a necesitar más mano de obra de la que nuestras tasas de natalidad son capaces de producir. No es cierto que la inmigración sea incompatible con nuestro Estado de bienestar. Al contrario: es condición necesaria de su sostenimiento, porque serán los trabajadores que sufraguen las pensiones del futuro.
Respecto al tercero de los mitos, el informe de la fundación de estudios de Vox asegura tajantemente que “está ampliamente demostrado que el gobierno de sociedades homogéneas (a nivel religioso, étnico, lingüístico, etc.) es menos complejo que el de las sociedades heterogéneas, como también lo es la paz social”. En cambio, eso es algo que no se sostiene históricamente de ninguna de las maneras: los estados no se crearon sobre naciones homogéneas, sino que las intentaron homogeneizar a la fuerza. La homogeneidad que defiende Vox solo se consigue a base de uniformización social y eso es algo totalmente incompatible con nuestro sistema democrático: eso es autoritarismo. Es lo que hacen las dictaduras.
En el informe de Disenso se afirma taxativamente que “mayor inmigración trae consigo mayor criminalidad en España”, si bien los redactores matizan que “aunque no en términos absolutos, en términos relativos los inmigrantes cometen muchos más delitos que los españoles”.
Eso es radicalmente falso. Ningún estudio reconocido establece ninguna correlación entre inmigración y delincuencia: es simplemente un presupuesto ideológico de Vox. Es un asunto más problemático de lo que parece, porque antes hay que definir bien qué entendemos por inmigrante. ¿Un hijo de un ecuatoriano nacido en España es inmigrante o español? ¿Y qué sucede cuando un delito lo comete un europeo? ¿El europeo que viene a residir en España después de su jubilación es un inmigrante de la misma naturaleza que un magrebí que viene en busca de un trabajo más digno?