Hay que ir a Qatar a darse besos
Las indignas e intolerables palabras del responsable del comité organizador del Mundial de Fútbol de Qatar 2022, Nasser Al-Khated, amenazando a las personas LGTBI para que no expresen muestras de cariño en público durante la celebración del mundial porque la homosexualidad está prohibida en este país han abierto un interesante debate que debemos aprovechar. De facto, está reconociendo que en el Mundial habrá aficionados de primera que sean libres para celebrar los goles y otros de segunda a quienes nos amenazan por expresar cariño en público. No está de más recordar que la lucha por la defensa de los derechos LGTBI en el mundo nos debe interpelar a todos, a todas y a todes, especialmente a aquellas personas que cuentan con el privilegio de ser altavoces públicos que tienen la potencialidad de dar visibilidad a un tema de interés social, como es el caso de los deportistas. Además, la mayoría de ellos (por suerte, también ellas cada vez más) son referentes y ejemplos de comportamiento para la gente joven y no tan joven.
Ciertamente, lo ideal hubiera sido que la FIFA, que es la entidad competente en estas decisiones, no hubiera optado por celebrar el Mundial en un país que incumple sistemáticamente los más esenciales derechos humanos como Qatar. Por ejemplo, hay sospechas más que fundadas y alertadas por entidades en defensa de los derechos humanos, como es Amnistía Internacional, que avisan de la muerte de 6.700 trabajadores extranjeros ubicados en este país en la preparación de las instalaciones que deben dar cobertura al mundial de fútbol. Si a esto unimos las declaraciones homófobas del responsable del comité organizador no hay duda de que Qatar no debería ser una opción para un evento deportivo de la magnitud del mundial de fútbol. Esto nos lleva a una primera reflexión de base: la FIFA debe modificar su política de colaboración con determinados regímenes políticos que utilizan los eventos deportivos para blanquear su comportamiento contrario a los derechos humanos. No es la primera vez que pasa y no debería volver a pasar.
Ahora bien, teniendo claro que la FIFA ya ha tomado una decisión y que la Federación Española de Fútbol no va a anunciar su renuncia a participar en este Mundial que puede blanquear un régimen homófobo, surge una pregunta que es la que debe centrar el debate: ¿cómo visibilizamos más la lucha de los derechos LGTBI en un país que los vulnera? Desde En Comú Podem le hemos propuesto al presidente de la Federación Española que los jugadores luzcan allí un brazalete en defensa de las personas LGTBI; es una opción. Está claro que lo que no puede pasar es que la selección española vaya a Qatar a jugar el Mundial como si allí no pasara nada porque estaríamos colaborando en la estrategia de blanqueamiento de su régimen. Ir a jugar a Qatar ante un comité organizador homófobo como si estuviésemos jugando en Portugal, Italia o Alemania no puede ser una opción. Hay que darle la vuelta a la situación y ver una oportunidad para visibilizar los derechos LGTBI. Si la selección va a Qatar, debe ir con una protesta que visibilice la situación que se vive en este país. El Mundial de futbol, junto con los Juegos Olímpicos, son indiscutiblemente los eventos deportivos con mayor audiencia televisiva; en el último mundial la cifra de espectadores fue de 1.100 millones de personas. Se trata de un escaparte al mundo que no podemos desaprovechar. En este sentido, el papel del deporte en general, y del fútbol en particular, a la hora de dar visibilidad a luchas muchas veces invisibles hay que tenerlo en cuenta.
En definitiva, se trata de dar la vuelta a la estrategia indigna de un régimen homófobo como Qatar que pretende utilizar el deporte para blanquear su LGTBIfobia. Hay que hacer que el altavoz del fútbol sirva para denunciar la vulneración sistemática de los derechos LGTBI en este país. Y no me imagino mejor acontecimiento que el Mundial. ¿Qué pasaría si, después de marcar un gol en el Mundial, dos jugadores de la selección española se dieran un beso ante las autoridades homófobas de este país? Pensad en la respuesta y ya tendremos el motivo por el que hace falta visibilizar mundialmente nuestra lucha.
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