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Los “Papeles de Panamá”: el hito periodístico de 2016

Logo de la investigación de los Papeles de Panamá.

Marcos García Rey

Miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) —

El periodismo de investigación es una de las columnas que sostienen el bello pero frágil templo de la democracia. Asimismo, se descubre como la más eficaz arma de denuncia a gobernantes y criminales en países donde las libertades se cercenan diariamente. Su más preciada misión consiste en buscar y contar la mejor versión de la verdad que sea posible. Y la verdad es un altar que exige el sacrificio de víctimas, que en el caso del periodismo de investigación no son sino los propios victimarios de los ciudadanos, entre otros: políticos corruptos, empresarios sin escrúpulos, narcotraficantes o grandes evasores de impuestos.

En ese sentido, este género del periodismo está de enhorabuena en 2016. A comienzos del año, ya hubo una buena noticia: Spotlight ganaba al Oscar a la mejor película. Una cinta basada en la investigación que publicó el Boston Globe en 2002 y que narró los abusos sexuales que sufrieron numerosos menores durante décadas en el seno de la archidiócesis de Boston. Aquí los victimarios denunciados eran religiosos católicos.

Pero el mayor hito periodístico de 2016 fue la publicación de los Papeles de Panamá, una investigación coordinada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) a partir de una filtración masiva de documentos compartida por el diario alemán Süddeutsche Zeitung. Más de 100 medios de 76 países colaboraron durante un año para exponer un problema sistémico que afecta a la ciudadanía mundial: el uso de paraísos fiscales para ocultar patrimonio que en la mayoría de los casos se origina en la evasión de impuestos y en el blanqueo de dinero procedente de actividades ilícitas.

Ese mundo lleno de agujeros negros no lo han desnudado los Estados, sino más de 400 periodistas que organizamos, analizamos y pusimos en contexto 2,6 terabytes de información, 11,5 millones de archivos del despacho de abogados Mossack Fonseca, uno de los cinco más importantes dedicados a facilitar secretismo a sociedades que operan en paraísos fiscales y a las cuentas bancarias asociadas a las mismas.

Repercusiones

El análisis de los archivos, datados entre 1977 y finales de 2015, fue revelando nombres conocidos de la política, del deporte, del cine y de tantos otros ámbitos. Una investigación sin dogmatismos, sin filtros ideológicos, que fue desenmascarando el uso de paraísos fiscales por personalidades y personajes tan relevantes y dispares de la escena internacional y española como David Cameron, primer ministro británico; la familia del presidente de Pakistán Nawaz Sharif; José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo; la infanta Doña Pilar; y Lionel Messi, entre otros.

Los abogados del futbolista, en junio de 2013, sólo unos días después de haber sido notificado por la Fiscalía sobre un procedimiento en marcha por evasión de impuestos y por la que ha sido finalmente condenado, ya estaban montando otra estructura offshore, movimientos sobre los que la Fiscalía no ha actuado aún. Sin embargo, este hecho es una excepción, ya que nueve meses después de la publicación de los “Papeles de Panamá”, el impacto mundial no tiene precedentes. El periodismo necesita ver cambios para desempeñar con confianza su papel de contrapoder. Según el ICIJ, no menos de 150 investigaciones de gran relieve se han abierto en 79 países por parte de parlamentos, autoridades fiscales, judiciales y policiales, y otras instituciones estatales y transnacionales.

Hubo consecuencias inmediatas, como las dimisiones de José Manuel Soria y del primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson. Otro ejemplo: cinco miembros de un peligroso cártel mexicano de narcotraficantes fueron detenidos en Uruguay gracias al trabajo de los periodistas.

Pero también está habiendo repercusiones de un calado más hondo, como la modificación de legislaciones para luchar mejor contra el uso opaco de los paraísos fiscales, desde Reino Unido a Mongolia, pasando por Estados Unidos. En este último país, a las pocas semanas de que los primeros reportajes vieran la luz, la Casa Blanca exigía enmendar leyes para “combatir el blanqueo de dinero, la corrupción y la evasión de impuestos”.

En el viejo continente, como reacción inmediata, el Parlamento Europeo puso en marcha un comité para luchar contra los mismos problemas que aludía la Casa Blanca. Por su lado, supimos en diciembre que Europol había hallado a unos 3.500 individuos y sociedades relacionados con el crimen organizado, incluido el terrorismo, y que aparecían en la investigación periodística.

No entierren el periodismo aún

Existe una tendencia en ciertos círculos de la vieja guardia del periodismo que preconiza la muerte del verdadero periodismo de investigación que se hacía… Bueno, en fin, antes. También está de actualidad hablar de que vivimos en la época de la posverdad. Bien, pues jamás había habido tantos medios para hacer un periodismo de investigación más riguroso, más atractivo, más profundo y que llegue a más lectores como ahora. Tampoco ha habido un tiempo mejor para verificar con más facilidad los hechos y dilucidar si las fuentes nos mienten o no.

Los “Papeles de Panamá” son una evidencia de lo arriba expresado. Pero no es suficiente con echarle muchas horas y talento al periodismo de investigación, sino que es necesaria una buena metodología de trabajo para rendir cuentas ante nuestra jefa máxima, la verdad, y nuestros aliados más importantes, los lectores.

A pesar de los nombres señalados en la investigación y su complejidad, a día de hoy, los abogados del ICIJ no tienen ninguna demanda judicial sobre la mesa a la que hacer frente. ¿Cuál es la clave? Cuatro filtros de calidad para cada información, da igual que sea un reportaje de tres mil palabras, un interactivo o un vídeo. Cada borrador que envíes tendrá sus correspondientes notas a pie de página para justificar todo hecho, todo dato. Luego, llegarán los filtros de calidad de profesionales sobresalientes, por este orden: un editor, un fact-checker, el jefe de proyecto y, finalmente, el abogado.

¡Larga vida al periodismo!

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