¿Estamos perdidos?
Me gustaría crear dos nuevos espacios de reflexión en el listado de días y semanas internacionales. Junto con la jornada de los humedales y la celebración de los vuelos tripulados, propongo introducir una pareja de efemérides centrada en ensalzar el porqué soy de izquierdas o el porqué soy de derechas. Una especie de acto de reflexión didáctico. Ideas y gestión, promesas y resultados. Meditar una vez al año en qué creo, en quiénes creo, no me parece nada malo.
La política se está frivolizando hasta unos puntos insostenibles y ya ha entrado en terrenos muy frustrantes para quienes defienden el debate constructivo. Nada objetivo importa, ninguna propuesta se valora con rigor, solo se tiene en cuenta la destrucción de las redes sociales; los anatemas que salen de la boca de aquellos que se autoproclaman especialistas en cualquier cosa; y la destrucción de una ocurrencia disfrazada de titular mediático. Todos somos culpables. Todos hemos permitido que los instintos arrinconen a la razón. Deberíamos sopesar bien los motivos por los que otorgamos nuestra confianza a unos y se la negamos a otros.
¿Cuál es la causa por el que, permítanme un ejemplo, voto en Madrid a un partido conservador o a uno progresista? Seamos sinceros. ¿Lo hago como respuesta a una simpatía doctrinal que me propone desarrollar un modelo concreto de convivencia o lo hago como automatismo gregario que me arrastra allá donde me dicen que hay pasto? Pensémoslo bien, unos y otros. Hagámoslo sin insultar a la inteligencia. Seamos honestos con nosotros mismos. Rechacemos de una vez el acto reflejo del estímulo inmediato. Desarrollemos el contenido de las propuestas que defendemos. No reconocer errores significa que no nos importa la verdad, significa que solo nos importamos nosotros mismos. Esa es la libertad de la “cañita”.
¿Lo está haciendo bien el PP de Martínez Almeida?
Represento al PSOE y asumo que los votantes de derechas no me van a dar su confianza. Entiendo que hablamos idiomas distintos; pero ¿por qué siguen apoyando a gente que expolia lo público, a personas que, pudiendo ayudar a otros, no lo hacen? Esa es la gran pregunta (ahora es cuando mi twitter se llena de insultos, ya verán; me juego una cerveza). ¿Qué han hecho Martínez Almeida y su equipo por Madrid? Busquemos datos, contrastemos esos datos. No vale embriagarse con las soflamas anti Sánchez que en nada ayudan materialmente a nuestra ciudad, no vale exaltarse como legión frente a los bárbaros del rojerío pijo. ¿Qué ha hecho Martínez Almeida barrio a barrio, distrito a distrito, durante estos años en Cibeles? ¿Ha sido suficiente? ¿Ha sido útil? ¿Le van a perdonar haber regalado seis millones de euros? Creo sinceramente que estas respuestas se resolverían si se hiciese una introspectiva ideológica sincera. ¿Votaron a Martínez Almeida para esto? Si la respuesta es afirmativa o si la respuesta es un “me da igual mientras a mí me vaya bien”, estamos perdidos. Unos y otros. Estamos perdidos.
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