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Vallecas, el puente de la M-30 y la gentrificación

El 'banco malo' incentivará más el alquiler de pisos que el crédito, según 'Pisos.com'
27 de junio de 2021 06:00 h

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Antes, mucho antes, de que se mueva una sola piedra del puente de la M-30 a su paso por Vallecas han surgido voces de alarma a propósito del riesgo de que esta medida necesaria incremente el precio de la vivienda en una zona que, aun siendo muy próxima al centro de la ciudad, se encuentra a la cola de los precios de la vivienda en compra y alquiler: detrás de Villaverde, Puente de Vallecas es el distrito con el metro cuadrado más barato en compra (2.275 euros/m2). Y, en cuanto al precio del alquiler (11,7 euros/m2), es también uno de los más bajos, con un descenso de casi un euro por metro cuadrado en el último año. 

Desde hace tiempo se viene advirtiendo del riesgo de gentrificación y expulsión de los actuales residentes del casco antiguo de Vallecas hacia zonas más periféricas, como consecuencia de la especulación inmobiliaria. Lo cierto es que este proceso se inició hace décadas y no precisamente por los efectos perversos del mercado, sino por la debilidad de las políticas públicas en la zona. 

En los barrios de San Diego y Numancia abundan las calles con aceras muy estrechas y mal iluminadas, equipamientos deficitarios, zonas verdes prácticamente inexistentes, pocas plazas de aparcamiento y, sobre todo, un parque de viviendas y un viario construido en buena parte en la primera mitad del siglo XX y con dimensiones muy reducidas. 

Estas características acarrearon inicialmente el envejecimiento de su población y su posterior sustitución por personas procedentes de otras zonas de Madrid, atraídas por el bajo precio de la vivienda: más de la mitad de los residentes actuales llegaron al barrio en los últimos 20 años. El mercado inmobiliario segrega socialmente y termina por distribuir a la población en relación con sus rentas y, en el barrio de San Diego, se han concentrado las rentas más bajas de Madrid junto con San Cristóbal. Sorprende, sin embargo, que el 76 por ciento del régimen de tenencia de las viviendas sea la propiedad, el 8% es por cesión y otras formas y el 24%, tres puntos menos que en el conjunto de Madrid, es en alquiler. 

Lo que hicieron los hijos de los anteriores residentes fue 'emigrar' a los nuevos desarrollos de Madrid Sur, Rivas o, más recientemente, al Ensanche, en busca de mejores condiciones de vida y habitabilidad, en muchas ocasiones gracias a los ingresos por la venta de las casas de sus padres. Pero esto es distinto a la gentrificación, que es la expulsión de los residentes de una zona por no poder pagar los pisos. Es probable que este proceso se reinicie, pero la única forma de frenarlo es con inversiones públicas de calidad, porque si no lo dirigirá el mercado. 

No solo es necesario derribar el puente de la M-30, son imprescindibles, además, programas de vivienda social aprovechando el suelo público que el Ayuntamiento pretende enajenar para vivienda de precio libre, continuando el esfuerzo promotor público de la anterior Corporación, que inició la construcción de 1.400 viviendas municipales. Es también necesario aprovechar los terrenos de ADIF en Abroñigal para un nuevo espacio de actividad económica, universitaria y residencial dirigida a los jóvenes. Y son necesarios programas de rehabilitación y adaptación bioclimática del parque residencial, que facilite unas condiciones dignas de habitabilidad y eficiencia energética. Igualmente, hay que controlar la evolución de los precios a través del impulso del observatorio municipal de la vivienda y que el Gobierno de la nación se decida a regular el precio del alquiler, sobre todo en zonas tensionadas.  

Por último, intervenir en el espacio público desplegando una red de servicios culturales, educativos, sanitarios, asistenciales y áreas infantiles de proximidad a los que se pueda llegar a pie en muy poco tiempo por itinerarios amplios, atractivos y seguros con una presencia importante del pequeño comercio. En definitiva, se tiene que complementar la flaqueza de los ingresos con un salario indirecto en forma de servicios públicos suficientes y de calidad ¿Imposible? No lo creo: vivimos en Vallecas, donde sus vecinas y vecinos consiguieron la remodelación urbanística más importante de toda Europa.

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