Mientras atendías al himno...
España vive un nuevo apasionado debate por sus esencias y sus patrias. Ahora con música, ministros de cultura y cultura de ministros, presidentes de partidos de derechas en función de gobierno y los coros habituales de apoyo a la moción y palo al disidente. Entretanto, hay movimientos decisivos -mucho menos entretenidos para el gran deporte nacional del chismorreo-, que cualquier ciudadano sensato debería tener en cuenta.
Luis de Guindos será vicepresidente del BCE. A los expertos les preocupaba que “los próximos altos cargos del BCE (…) serán quienes lidien con la próxima gran crisis (…) los líderes europeos deberían elegir a los mejores”. Lo Explicaba Paul de Grauwe, de la London School of Economics, a Claudi Pérez en El País. La “próxima gran crisis”, anoten. La van anunciando. El sistema corrompido en el que vivimos se alimenta de esos movimientos. Cruje, y unos ganan y otros pierden. Sin importar las víctimas que orillan.
Los intereses han inclinado la balanza a favor De Guindos. En contra de la opinión del Europarlamento que prefería al candidato irlandés, Philip Lane. Doctor en economía por la Universidad de Harvard, profesor adjunto en la cátedra de Economía y Asuntos Internacionales de la Universidad de Columbia y actual gobernador del Banco de Irlanda. De Guindos es licenciado en economía por el Instituto de Estudios Financieros, CUNEF, en Madrid y Doctor por la Complutense.
El ministro del gobierno español carga en su maleta de marca haber sido el director para España y Portugal (y asesor para Europa) de Lehman Brothers, en el momento justo en el que quebró para ser históricamente la espoleta de la crisis que padecemos. Su gestión en España se saldó con recortes y mentiras. Los ciudadanos no íbamos a pagar nada del rescate y lo pagamos casi todo. El Banco de España dio por perdidos no menos de 60.000 millones del dinero público entregado para sanear el sistema bancario.
Así nos dirigimos a la “próxima gran crisis”.
Así y con una cadena de datos en España tan contundentes como indicadores de seria alarma.
Estamos con los bolsillos vacíos. Como país –amarillo y rojo y no pido perdón- con la Deuda Pública más alta de la historia y saqueando la hucha de las pensiones. La Deuda la han triplicado durante la “crisis”. La de la Seguridad Social creció más en 2017 que en los 22 años anteriores juntos.
Como sociedad, con la tasa de ahorro bordeando el mínimo de su historia. El colchón se desinfla. Solo se ahorra un 6% de los ingresos, como media. Pero un 38% de los ciudadanos no puede afrontar ningún gasto extra. Los que ni les cabe encender la calefacción, ni hacer las tres comidas al día, parecen ya descontados.Y hay quien nada en la abundancia. La media se saca con todos ellos.
Los ingresos del Estado, vía recaudatoria, flaquean también y con manifiesta injusticia. En los impuestos han ejecutado una auténtica revolución en las últimas décadas. En este recorrido que analiza Joaquín Estefanía vemos que desde los años noventa, ha habido un “desplazamiento de la carga tributaria desde las rentas del capital hacia las del trabajo”. Añadamos el consumo, con la espectacular subida del IVA. Los ciudadanos sostenemos el tinglado, con cada menos servicios a cambio. La evasión de capitales a paraísos fiscales goza, entretanto, de una salud envidiable.
Un panorama que afrontamos como país con sueldos cada vez más precarios. El asalariado medio español ha perdido, al menos, 347 euros de poder adquisitivo desde 2015. Y eso que al auténtico tajo se arrastra desde 2012, año en el que el PP implantó su Reforma laboral, aquella que, precisamente Luis De Guindo anticipó, satisfecho y haciendo méritos, en la UE como “extraordinariamente agresiva”. Esto sí lo cumplieron. Ha arrojado un 26% de temporalidad y un 32% de asalariados cobrando el salario mínimo, entre otras pérdidas de derechos. Visto en millones, los contratos temporales han pasado de 12,8 millones en 2012 a 18 millones en 2017. Las mujeres y los jóvenes son quienes más lo sufren. Casi la mitad de los contratos formativos actuales son de peones, camareros y dependientes, según CCOO.
Y, mientras, vuelven a inflar la burbuja del ladrillo. Los pisos para vivir se siguen diseñando como objeto de especulación y no como una necesidad social. Con algún matiz añadido. La construcción de vivienda de protección oficial se ha reducido un 93% entre 2007 y 2016. Los alquileres están por las nubes, sobre todo por su potenciación como uso turístico, caiga quien caiga. Los alquileres son mas caros que las hipotecas, dicen en las inmobiliarias. Pero las hipotecas exigen un compromiso de pago -so pena de desahucio-, que requiere un trabajo o unos ingresos fijos que, hoy por hoy, no se pueden asegurar. Ahora asistimos al boom de los autónomos, a los que aún se lo ponen peor en este punto.
Al mismo tiempo, no solo restan, sino que expolian servicios esenciales. La escuela pública ha vuelto a las cifras de inversión de los años 80, como detallaba Antón Losada. “Tras sobrevivir a los recortes y a la precarización de los docentes, la escuela pública soporta una nueva oleada de acoso y abuso por parte de la vieja y la nueva derecha”, destacó Losada. Y ya ni se esconden. Defendemos la educación concertada, claro que sí -de pago, y subvencionada- declara Cifuentes presidenta de la Comunidad de Madrid.
España ha perdido 12.000 científicos desde 2010 por los brutales recortes a la ciencia bajo la excusa de la crisis. Algunos por completo, se dedican a otra cosa. Las empresas españolas, entretanto, invierten la mitad que la media europea en investigación.
Mientras atendías al himno, rojo y amarillo, para emocionarte o abochornarte, supimos por eldiario.es que la ministra Tejerina frena en Europa una bajada de tóxicos en los fertilizantes. Fue alta directiva de Fertiberia, el mayor productor español de fertilizantes, que pertenece al grupo Villar Mir. El Gobierno se opone a que la nueva regulación introduzca límites de cadmio estrictos: “Nos sacaría del mercado”, dice un documento interno de Agricultura. Ni con la salud, se conmueven, no como con el himno de la exiliada fiscal en Miami Marta Sánchez.
Ese punto hemos de tenerlo claro. El negocio de la salud es un bocado muy apetecible para el sistema que nos gobierna y aplican políticas que lo favorecen como tal. La sanidad privada crece imparable a costa del deterioro del sistema público. La inversión en la sanidad pública cae 4.000 millones en 5 años. La sanidad privada ingresa 5.000 millones más. Entre 2009 y 2015.
En el diario de la corrupción, tenemos hoy la declaración en juicio de uno de los grandes conseguidores de la Gürtel. 'El Bigotes' apunta al marido de Cospedal y dice: “Venía a soltar 'el mondongo' y no le he visto en ningún banquillo”. Los espectadores del Telediario de TVE han recibido una versión muy recortada de la realidad, el marido de la ministra de Defensa no existe para la tele pública. En nivel presunto, surge la número dos del PP de Málaga pagándose un máster y cenas de lujo con dinero público.
Los próceres del PP, inquietos por el ascenso en las encuestas de Ciudadanos, se dieron un buen homenaje hasta con carabineros y jamón de bellota en una comida, al tiempo que el PP pedía ahorrar para la educación de hijos y nietos y para la pensión. Desde jóvenes incluso propugnan en un anuncio que los jóvenes empiecen ahorrar. Porque ya no se esconden. Es ideológico. Calculan que los jubilados perderán 350 euros al mes, a la larga, por las últimas reformas de pensiones.
La cultura oficial la tenemos en listón Marta Sánchez.
Ricos sí somos ahora, en recortes de derechos y demagogia. El Supremo acaba de confirmar la pena de tres años y medio de cárcel para el rapero Valtonyc, al que considera culpable de injuriar al rey Juan Carlos en sus letras. Lo que lleva a plantearse lo impropio de tal sentencia en un país democrático.
Todo esto y más pasaba mientras mirabas lo que se cotillea del himno. Los medios lo han ido contando, pero sin obtener el potente foco mediático y político del que disfrutan los temas viscerales. Aguanta Marta Sánchez. Sube puntos Anna Gabriel. Puigdemont es pieza fija.
Es para estar amarillo de ira y rojo de vergüenza.