Por fin, y tras larga intriga, ha salido la lotería de confinamientos decretados en la Comunidad de Madrid tras el enorme avance de los contagios por coronavirus. Con tono serio y denso, la presidenta, el vicepresidente y el consejero de Sanidad han hablado del momento preocupante que se vive y de las restricciones que se van a poner en marcha. Son 37 zonas de Madrid, como pueden ver en este documento, no exactamente barrios o distritos, en donde por ejemplo queda fuera del confinamiento de Alcobendas, el barrio de lujo de La Moraleja, a pesar de ser el municipio el tercero con más contagios de España. O los típicos contrasentidos como poder ir al bar pero no a los parques. Salir a trabajar o consumir pero quedarse en la casa, muchas veces de dimensiones reducidas en los barrios con menos recursos que están entre los más afectados. Han asegurado que los centros de atención primaria están a pleno funcionamiento tanto de forma telefónica como presencial, algo que no se ajusta a la verdad ya que se encuentran a medio gas desde hace meses, desde el principio, desde marzo.
La incidencia del coronavirus en Madrid es cuatro veces mayor que en el resto de España. De las diez ciudades europeas con mayor porcentaje de contagios, nueve están en Madrid, con la capital ocupando el primer lugar del continente. La Atención Primaria ahora parece ir en caída libre, y vuelven a entrar en saturación los hospitales y las camas de UCI que andan ya ocupando el 60% de las disponibles. Por más que hablen de colaboración ahora y se autoexculpen, la gestión del gobierno de Madrid ha sido caótica, sin paliativos, y no tenía que haberse producido. De hecho, cuesta entender cómo se puede mantener aún a Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad a pesar del caos provocado, sin parangón con lugares que fueron muy problemáticos, como Nueva York, en donde no hay segunda oleada de la COVID-19 al menos por ahora.
Saber por qué sigue Ayuso en el cargo es clave, atañe al funcionamiento del país, incidiendo una y otra vez en sus fallos estructurales. Se han ido dando los pasos que componen la crónica de una muerte anunciada, pero las víctimas se han desplegado entre la población y la credibilidad de la política salvaguardando en buena parte a los ejecutores. La gestión de Ayuso ha sido y es caótica, pero en Madrid el PP y su entramado libran una batalla política desplegada sobre la salud y la vida de las personas.
Basta mirar la foto del 2 de mayo de 2020 cuando Pablo Casado, presidente del PP, se permitió pasar revista en la Puerta del Sol a la sociedad civil en esa festividad madrileña. Desde el principio, Casado se planteó Madrid como el feudo con el que confrontarse al gobierno de España, tras haber sufrido una sangría de votos. Y cabe pensar cuántos mecanismos de la lógica fallaron para que fuera Isabel Díaz Ayuso la que ocupara ese lugar.
Con la “experta en comunicación” que había llevado la cuenta de Twitter de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre, el PP perdió en mayo de 2019, 184.794 votos. Un 32% de votos se dejó desde los comicios de 2015. No llegaría a la presidencia de la Comunidad hasta agosto de 2019, tras largas negociaciones. Lo hizo con los votos de PP, Cs y Vox. El Régimen de Madrid, S.A., había decidido al parecer quien fuera su gestora. Da la impresión que solo basta carecer de escrúpulos y manifestarlo con osadía para ocupar ese tipo de puestos. Cualidad extensible también al escalafón de poder de España, S.A. El periodismo la recibió con calor, al punto de apodarla “La nueva Dama de Hierro del PP”, ella que llora en las fotos cuando se disfraza de Santa Isabel de la COVID. Por los empresarios, por supuesto.
Es evidente que por más que la situación sea insostenible en Madrid, para los ciudadanos, el entramado ha decidido mantener a Ayuso. Todavía al menos. Ciudadanos es decisivo y así lo quiere. Ignacio Aguado, el vicepresidente, pidió ayuda al gobierno central ante el caos desatado pero culpándole de haberlos dejado solos, en la misma línea que ella. Y el remedo de periodismo que apoya esta gestión –que ellos sabrán a quién y qué beneficios aporta- lo secunda, a pesar de una hemeroteca plagada de despropósitos.
No les importa quedar en evidencia, con que trague el número suficiente para mantenerse, sobra. De todo lo hablado, escrito, insultado, sobresale quizás cuando Ayuso enarboló las cacerolas con sus afines ideológicos contra el gobierno de Sánchez y el mando único, porque querían libertad, libertad de contagio incluida. Y, en esa línea, lo más patético hoy aquella amenaza de mayo: “Lo de Núñez de Balboa va a ser una broma”. Y en efecto sus fieles ultras nos atronaron los oídos durante semanas. ¿Lo harán ahora contra Ayuso?
Madrid, sin rastreadores, ni medios suficientes, sin potenciar el transporte público, los sanitarios, los profesores, habiendo esfumado en algunas otras partidas los 3.400 millones de euros que les entregó el Ejecutivo para afrontar la situación, dicen que no pueden hacerlo solos. Nunca han estado solos, siempre han pisado la mano del gobierno central porque querían desestabilizarlo a su favor y al de los beneficiarios de las políticas ultraliberales que defienden. Ahora piden ayuda a Sánchez para que aporte un despliegue policial sin precedentes. Solución policial en la más pura esencia ultraderechista.
Lo primero es la salud, pero para cuidarla hay que disponer de medios y de una gestión que prioriza a las personas. La apuesta de Ayuso, de Madrid S.A, de PP S.A., de España S.A. ha sido lo que llaman economía: la bolsa sobre la vida. Cuando combatía el estado de alarma, cuya supresión podría causar más muertes respondió: “Todos los días hay atropellos y no por eso prohíbes los coches”. Ella es muy fría con esto de las víctimas ajenas, no hay más que ver lo sucedido en los geriátricos a su cargo.
Pablo Casado también salía a la palestra este viernes. A defender territorio con uñas y trampas: “Las pandemias son responsabilidad exclusiva de los gobiernos estatales, por mucho que la coalición de PSOE y Podemos pretenda derivar su negligencia a las comunidades autónomas”. Con las competencias transferidas, tras un cuarto de siglo de privatizaciones y recortes, devolviendo “la libertad” de gobernar la comunidad que presiden y que con tanto ahínco reclamaban. Ellos solo están para repartir el presupuesto como les plazca, según se deduce.
Pablo Casado ha unido su destino al de Ayuso, que le dio la ilusión de parecer presidente. Presidente de un partido enjuiciado por una corrupción insuperable de larga trayectoria, ejerce una oposición tabernaria, en la que no tiene empacho en utilizar mentiras y la mayor mezquindad. De tierra batida, arrasada, caiga quien caiga en la sociedad.
En Madrid tenemos un problema serio, de supervivencia incluso, con esta gestión. En España completa con semejante derecha, unida en piña para defender su poder. La reunión con Pedro Sánchez difícilmente mejorará la confrontación política. Los medios del clan ya crean ambiente. Todos son culpables, todos han de colaborar, que sí pero sabiendo el terreno que se pisa, se ha pisado y sigue estando, y las minas enterradas en él.
6.600.000 personas dependen de esas variables. Con la salud en peligro, la estabilidad económica y hasta los humores. Esta historia interminable no tendrá siquiera alivio hasta que la derecha española no haga una cura de honestidad y piense siquiera un poco en el bienestar de los ciudadanos. O los ciudadanos les obliguen a hacerlo.
No se entiende que Ayuso siga gestionando Madrid. En realidad, no se entiende tampoco que este PP y sus cómplices continúen más o menos impunes ante la ciudadanía. Millones de ciudadanos están muy preocupados. Y no se merecen semejante gestión y semejante desbarajuste. No viene de hoy. Las heridas que ha venido dejando esta situación son profundas, aunque las encubran los medios del clan. La situación de Díaz Ayuso es insostenible desde hace mucho tiempo.