Democracia en España: referéndum catalán
Lo que haga un Estado es principalmente responsabilidad de los gobernantes elegidos democráticamente pero una parte recae en cada uno de los ciudadanos y ciudadanas. Y creo que recae ahora en nosotros la responsabilidad de defender la vida democrática; es necesaria una movilización democrática dentro de un sistema político degradado y que se cae a pedazos, como es el vigente en el Reino de España.
El sistema político nacido de la Transición se agotó hace tiempo, ahora son unas ruinas administradas perversamente por enemigos de la democracia de siempre. Esta democracia está seriamente dañada o vaciada, el Partido Popular se ha apoderado completamente del Estado y usa de manera partidista las instituciones identificándose con el Estado mismo. Su política ha conducido finalmente a un verdadero dilema: aceptar y asumir la inevitabilidad de sus políticas o rebelarse contra el Estado.
Y la única verdadera respuesta no ha nacido como una reacción a unas medidas antisociales sin paliativos sino en la movilización cívica catalana. Ése es el desafío democrático a este sistema político que está siendo tan antidemocrático. Y debe ser apoyado por cualquier persona que se considere demócrata; defender la democracia en España hoy es exigirle al Gobierno que dialogue con la Generalitat para encontrar la forma legal de que los catalanes decidan libremente. Para eso no es preciso ser catalanista, basta ser demócrata.
Los gobiernos de Mariano Rajoy utilizaron todos los medios legales y aun ilegales para presionar y coaccionar a la ciudadanía catalana y atemorizarla. Se ha llegado a una situación de uso abusivo de la administración del Estado y de utilización del poder judicial, reduciéndolo a un empleado del Gobierno.
Fue y es la política de la derecha y los intereses centralistas la que originó un cambio de opinión tan profundo en la sociedad catalana acerca de su relación con España. Es el PP de Rajoy el causante de esa exigencia cívica. Todas sus acciones lo han sido, desde el posado orgulloso ante los cientos de miles de firmas recogidas contra el estatuto catalán hasta la última o penúltima operación ilegal y sucia para desprestigiar a los políticos catalanes. Si hay temor a que los catalanes expresen su opinión será porque saben que ha sido una ciudadanía que ha sido ofendida.
Pero no es por temor realmente sino porque el centralismo español fue la soga con la que la derecha española ató a la izquierda, el PP al PSOE. Y en la que viene educando a la población a través de un sistema de medios de comunicación que se ha degradado deontológicamente como nunca, siendo cómplices e instrumentos de operaciones políticas.
La negativa al referéndum es el único desafío a la burla a la democracia que es la política de este Gobierno. El verdadero dilema democrático, si vivimos en democracia o no, es permitir votar a la población catalana. Aunque algo tan serio es ocultado de modo planificado y casi unánime por ese sistema de medios de comunicación, impidiendo conocer a la ciudadanía española lo que siente y piensa la catalana.
No debemos ser ciudadanos y ciudadanas de un estado donde una parte de la población no es escuchada y se siente ocupada o encerrada. Lo que pide esa ciudadanía catalana es lo que queremos los demás, democracia. Y eso ahora y aquí es permitir ese referéndum.