Este fin de semana, dos de mis mejores amigos fueron padres. Han tenido un niño muy majico que deseo que crezca sano y fuerte. Alto dudo mucho que sea. Un niño nacido en el Hospital Militar Gómez Ulla, un hospital del barrio de Carabanchel, que será criado en Carabanchel y que probablemente, si siguen viviendo allí, vaya a estudiar en una escuela de Carabanchel. Después, cuando se haga mayor, le tocará a él decidir dónde va a vivir. Probablemente, ya que nacen más de 110 niños cada día en la ciudad de Madrid, otro bebé haya nacido el mismo día en el distrito de Salamanca, en el centro de la capital, de padres residentes en ese distrito y que pueda crecer y vivir en esa zona toda la vida. Sin embargo, según la poco sospechosa de opositora Oficina Estadística del Ayuntamiento de Madrid, un recién nacido en el distrito de Carabanchel, vivirá de media dos años menos que uno recién nacido en el distrito de Salamanca.
Gráfica 1. Evolución de la esperanza de vida en años por distritos en la ciudad de Madrid.
Fuente: Oficina estadística del Ayuntamiento de Madrid.
Con todo, lo grave no es sólo que existan estas diferencias demográficas y que, en la misma ciudad, a menos de cinco kilómetros de distancia, unos vayan a vivir más y mejor que otros. Lo vergonzoso es que estas diferencias, entre barrios y entre clases sociales, en la esperanza de vida vayan en aumento. Del año exacto de diferencia que había en 2006, entre ambos distritos, hemos pasado al 1,8 en 2013. De 2014 todavía no hay datos oficiales, pero la estimación va a estar cercana a los dos años.
Eso les pasa a los más pequeños, pero con los más mayores la situación no es mucho mejor. Las diferencias entre las condiciones de vida, las privaciones y las pensiones de los jubilados de uno y otro son distrito son abismales y van en aumento. Quisiera darles una pequeña muestra.
Gráfica 2: Porcentaje de pensionistas por la cuantía en euros en los distritos madrileños de Salamanca y Carabanchel en 2013
Fuente: Muestra continúa de vidas laborales
Así, podemos observar que casi dos de cada tres pensionistas carabancheleros (62%) sobrevive con menos de 900 euros mensuales y, en muchos casos, sosteniendo económicamente a hijos y a nietos. Frente a ellos, uno de cada cuatro pensionistas salmantinos (24%) disfruta de unas pensiones superiores a los 1.800 euros. Por mi parte, no aspiro a que esta cifra descienda. En absoluto. Si ganan ese dinero es porque cotizaron lo suyo durante el periodo laboral. No obstante considero que las pensiones mínimas, especialmente en las grandes ciudades, son ridículas (5.136 euros anuales, 366 mensuales) y creo que es necesario redistribuir mejor la riqueza y que sean estas las que más suban.
Hoy, ya no digo nada de que unos puedan tener bicis públicas de alquiler y otros no, porque puede resultar frívolo y porque tengo una profunda esperanza en un cambio inminente en la ciudad de Madrid. Una esperanza debida que no pasa, en modo alguno, por la llegada de Esperanza Aguirre al Palacio de Cibeles. Espero que, por fin, los niños como el hijo de mis amigos puedan vivir en una ciudad digna que garantice la igualdad de oportunidades para todos, independientemente de la orilla del Manzanares en la que se viva.