Gracias a Anita

7 de octubre de 2021 22:06 h

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El 11 de octubre de 1991, Anita Hill, una profesora de Derecho de la Universidad de Oklahoma, se sentó durante más de seis horas ante un panel de senadores -todos hombres, todos blancos- y explicó cómo Clarence Thomas, candidato a juez del Tribunal Supremo y su ex jefe, la había acosado durante años. Con voz pausada y gesto serio, repitió una y otra vez los detalles de cómo Thomas la había presionado para que saliera con él, le comentaba el tipo de porno que le gustaba o hacía chistes sobre el vello púbico. También cómo la amenazó con las consecuencias que tendría contar sus comentarios y acciones en la oficina. 

El aspirante a un puesto vitalicio con poder de marcar la vida de millones de personas durante décadas era entonces la apuesta del presidente George H. W. Bush y su candidatura tenía un peso simbólico al ser el segundo afroamericano que podía servir en el Supremo. Thomas y sus defensores utilizaron esta carta. El magistrado dijo que estaba sufriendo “un linchamiento de alta tecnología para negros arrogantes”. La comunidad afroamericana se dividió y muchos, conservadores y no, simpatizaron con su causa. 

Joe Biden dirigía entonces el procedimiento en el que a menudo se trató a Hill como si estuviera en un juicio en el que ella era la acusada. Los chistes y las risitas entre los políticos se repitieron, y los republicanos la retrataron como lesbiana, enamorada de Thomas, mojigata o adicta al sexo, según el día. Biden no impidió que el procedimiento se alargara tanto como para que en la audiencia no se pudiera incluir el testimonio en público de al menos otras dos mujeres que contaban experiencias parecidas con Thomas y que estaban listas para declarar. Sus testimonios quedaron por escrito, pero pasaron inadvertidos. 

El Senado confirmó al juez Thomas con 52 votos a favor y 48 en contra. Hoy es el juez que más tiempo lleva en el tribunal y sus posiciones muy conservadoras definen en gran medida lo que es ahora el Supremo de Estados Unidos.

Jane Mayer, periodista del New Yorker, escribió junto a Jill Abramson, que después sería directora del New York Times, un libro sobre el proceso de confirmación de Thomas titulado Strange Justice. Mayer y Abramson descubrieron “toneladas de pruebas” de que Thomas había mentido bajo juramento. Mayer dice que en 2018 el juez Brett Kavanaugh repitió “el mismo manual” en su audiencia de confirmación y se presentó con éxito como víctima ante las acusaciones de Christine Blasey Ford. 

“La idea de que potencialmente tenemos dos jueces en el Tribunal Supremo, dos de nueve, que probablemente mintieron bajo juramento al negar que acosaron a mujeres tiene enormes ramificaciones”, dice la periodista en el excelente y recién publicado podcast Because of Anita. Cree que estas dos audiencias han dañado la credibilidad del Supremo y la confianza de los estadounidenses en el Gobierno.

Anita Hill contaría después que no tenía ninguna ilusión sobre su capacidad para parar el nombramiento de Thomas. No buscaba ninguna compensación ni denuncia. Sólo contar la verdad. Le preguntaron por su experiencia y creía que era su deber como ciudadana de Estados Unidos contarla. No esperaba más. La consecuencia más inmediata para ella fue que tuvo que abandonar su puesto en la Universidad de Oklahoma por las presiones para que dimitiera después de la audiencia. 

Anita Hill tampoco esperaba lo que pasó después. Aquella audiencia, con el aparente compadreo entre aquellos senadores, removió conciencias. Uno de los efectos fue la primera ola de candidaturas de mujeres para el Congreso y las asambleas locales. 1992 es conocido todavía como “el año de la mujer” por la elección de un número récord para entonces de mujeres al Senado y otros puestos políticos. 

También agitó la primera conversación sobre el acoso a las mujeres en el trabajo y el efecto que eso tenía para la igualdad de oportunidades. Las mujeres, sobre todo las de generaciones más jóvenes, se movilizaron.

“Se despertaron sobre el acoso sexual que la mayoría de las mujeres, incluida yo, ignoraban. Casi no sabía ni que existía algo así de lo que te podías quejar. Parecía un modo de vida. Mujeres en todo el país se enfadaron y se organizaron”, cuenta Jane Mayer.

El segundo “año de la mujer” para la política en Estados Unidos fue 2018, tras la elección de un presidente acusado por más de una docena de mujeres de agresión sexual y la confirmación de Kavanaugh. 

Anita Hill, que ahora publica un libro de memorias, pasó años en silencio, dedicada a su trabajo académico lejos de las cámaras.

Hace una década, cuando decidió empezar a aparecer en público, se encontró con algo que no esperaba. En una charla que dio en la cafetería de un instituto, un chico adolescente levantó la mano y le preguntó: “¿Qué se siente sabiendo que has cambiado el mundo?”