Suma y sigue. Cada día, un desmentido. A Mazón y a Feijóo –que ya son lo mismo porque han unido sus destinos a una misma estrategia– se les agotan las excusas y las mentiras. Las últimas que han quedado en evidencia son con las que pretenden ahora apuntar sobre la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) para eludir las responsabilidades propias y la ya más que evidente negligencia. No fueron uno, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino 198 los correos que la CHJ remitió a Emergencias el día de las riadas en Valencia. Dos de ellos, concretamente sobre el barranco del Poyo, fueron enviados directamente a Protección Civil, dependiente de la Generalitat.
La Confederación advirtió a Protección Civil a las 16.37 horas y de nuevo a las 16.50 para dar la alarma por la lluvia acumulada en Chiva, en la cabecera letal del barranco del Poyo. Del mismo modo, avisó a Emergencias de la Generalitat a las 16.57, 17.02, 17.27 y a las 17.57. Y, ante la desesperación por la tardanza en el envío de la alerta, el mismo presidente de la CHJ procedió a advertir a alcaldes de la zona, algunos del Partido Popular como han reconocido ellos mismos, para que pusieran a sus vecinos a salvo.
Pero Mazón, en una dinámica que desprende aroma de estrategia de defensa ante lo que pueda pasar en los tribunales, sigue insistiendo en que no tenía conocimiento durante ese tramo horario, algo que se ha demostrado ya completamente falso con los documentos que puede aportar la Confederación Hidrográfica.
Y aun así, en el planeta que habita Feijóo, Mazón lo ha hecho todo bien, ha dado la cara desde el primer instante y es el único que ha practicado la autocrítica tras la tragedia de la DANA. Hacerlo todo bien en el universo popular significa avisar a los valencianos de los posibles efectos de la riada cuando decenas de personas ya habían perdido la vida.
En el planeta que habita Feijóo, hacer autocrítica es además que el presidente de la Generalitat mintiera deliberadamente sobre su paradero durante los momentos decisivos para la toma de decisiones, no haya dado aún una sola rueda de prensa y no vaya a comparecer ante las Cortes valencianas hasta pasados 20 días de la tragedia.
En el planeta que habita Feijóo, es habitual, entonces, que a quien todo lo hace bien, asume errores y da la cara se le intente apartar de la responsabilidad que ostenta, que es lo que el presidente del PP lleva pidiendo a gritos desde el pasado día 30. Y esto es que Sánchez lidere la crisis valenciana de emergencia y reconstrucción ante la evidencia de un gobierno regional incompetente y negligente
En el planeta que habita Feijóo, el 'todo vale' con tal de eludir responsabilidades es una máxima que se repite con demasiada frecuencia, incluso sacar partido de la pugna de poder entre los conservadores Von der Leyen y Manfred Weber para quitar el foco sobre las responsabilidades judiciales y políticas de Mazón en la tragedia de la DANA. Y también ser partícipe de una bochornosa exhibición de desnutrición moral como la que asistimos en estos dos días para embarrar el nombramiento como comisaria europea de la vicepresidenta Teresa Ribera.
En el planeta que habita Feijóo, es habitual que un jueves se despotrique en medio de la tragedia contra Sánchez, darse mus después durante tres días, reaparecer al cuarto para pedir que se quite el mando a Mazón, pontificar más tarde sobre la necesaria unidad y arrastrarse acto seguido por el barro de la indignidad en Europa para convertir el examen de Teresa Ribera en una auténtica ciénaga que la prensa internacional califica de “espectáculo de mierda”.
En el planeta que habita Feijóo, hay un clamor sobre la falta de autoridad y liderazgo del gallego, algo que si hasta ahora se había visto solo en su habitual sometimiento a las directrices de Ayuso ha quedado nuevamente en evidencia después de que Mazón decidiera atrincherarse e ignorar toda indicación de la calle Génova.
En el planeta que habita Feijóo, ya hay quien ha marcado la diferencia respecto a cómo actuar frente a una alerta meteorológica, cómo asumir las responsabilidades propias y dónde se ha de estar en todo momento. Ha sido el presidente andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla quien, ante la amenaza de DANA en su territorio y los primeros avisos de la AEMET, se desplazó este miércoles de inmediato al centro operativo de emergencias. El gesto buscaba, como es lógico, distinguirse de Mazón, que quedaba nuevamente retratado y también de un Feijóo que inexorablemente ya ha unido su destino al del valenciano. Moreno, por cierto, ha sido también quien ha desvelado que el moribundo presidente de la Generalitat no dimitirá “ni en directo ni en diferido”, pese a lo que pretende Génova.
En el planeta Feijóo, son muchos los que aún recuerdan cómo Mariano Rajoy, siendo también jefe de la oposición, empujó a Francisco Camps a la renuncia como presidente de la Generalitat, después de que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia encontrara indicios de un delito de cohecho impropio en la llamada “causa de los trajes” de la que luego el dirigente popular saldría absuelto. Tu elección, le dijo, está entre la “deshonra y la dimisión”. Horas más tarde, Camps anunciaba: “Voluntariamente, ofrezco mi sacrificio para que Mariano Rajoy sea el próximo presidente del Gobierno”. Mazón no está por la labor ni del sacrificio ni de que Feijóo alcance la presidencia del Gobierno. Ya lo cortocircuitó en 2023 al precipitarse, con nocturnidad y alevosía, a un pacto con Vox que lastró las posibilidades de que el líder del PP habitara La Moncloa y ahora parece dispuesto a repetir la misma operación. Lo dicho: ni liderazgo ni autoridad.