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Mejide, Machado y Lorca

José Saturnino Martínez García

Una polémica frívola puede ser un buen caso para analizar cómo evoluciona el orden social. Veamos el noviazgo del cuarentón Risto Mejide con la teenager Laura Escanes. Vivimos en una sociedad liberal en las costumbres, así que si dos adultos consienten, ¿quiénes somos los demás para cuestionarlos? Mejide ha estado acertado a medias al afirmar lo siguiente: “un país que se actualizó casando parejas del mismo sexo, pero que aún critica parejas de distinta edad”. Es verdad que nos hemos actualizado en el matrimonio igualitario, pero lo de la crítica a las parejas de distinta edad también es una actualización. Para entender mejor esto, vayámonos a la España de hace casi un siglo. Fijémonos en la vida amorosa de otros dos grandes creadores y magos de la palabra, aunque prefirieron poner su talento al servicio de la lírica en vez dedicarlo al espectáculo y el dinero. Antonio Machado, cerca de la cuarentena, tuvo una relación con una adolescente, Leonor, a la que daba clase. Empezó a escribirle poemas de amor cuando ella tenía trece años. A día de hoy sería poco menos que un delincuente. Es paradójico que haya institutos que lleven el nombre de una persona que en el mundo actual podría acabar en la cárcel por relacionarse así con sus estudiantes. Esto nos recuerda que no podemos juzgar a las personas de otras épocas por los valores del presente, como muchas veces se hace. Como veremos, hace falta entender el contexto.

En el caso de Lorca, la evolución ha sido opuesta. Su opción afectivo/sexual era un delito, y ahora es legal y cuenta con gran apoyo social en España. Esto no ha sido casual, sino que es el resultado de una lucha política pacífica y sólida a largo de muchos años del movimiento LGTBI, con mucho sufrimiento. Tendemos a pensar que esta evolución ha sido a mejor: dejemos que los adolescentes se desarrollen en su vida afectiva y sexual sin la intromisión de los adultos, y que los adultos se relacionen entre ellos como gusten. Pero esta forma de ver el problema nos oculta que la evolución moral no algo natural hacia un mundo más digno, sino resultado de muchos factores socioeconómicos.

Hace un siglo en España, a los 13 años una persona podía llevar varios años trabajando, cosa que es impensable actualmente. Es decir, a pesar de su corta edad, contaba con serias responsabilidades de adulto. Más importante desde el punto de vista de lo que aquí tratamos, una mujer no era una persona adulta. El estatus legal de la mujer era inferior, necesitando de la firma de un “cabeza de familia” para diversas gestiones. Es decir, entre un menor, una mujer de edad adulta, y un hombre adulto, había diferencias que hoy no existen. Daba lo mismo la edad de la mujer (siempre que tuviese capacidad reproductiva), pues era considerada inferior al varón, pero superior al niño. Este posiblemente sea uno de los puntos por los que ha saltado la polémica. Actualmente se supone la relación amorosa debe ser una relación entre iguales, pero entre una persona de 19 años y otra de 41 no parece que haya mucha igualdad.

Ha habido otro cambio profundo. Cuando Machado expresó su amor por Leonor, todos entendieron que era un amor para dedicar una vida, para formar una familia, y “hasta que la muerte los separe” (cosa que desgraciadamente pasó muy pronto). Nadie en su momento pensó que la intención de Machado fuese relacionarse con adolescentes, sustituyendo una por otra a medida que cumplían años, sino que buscaba una mujer para compartir su vida, y hace un siglo, una fémina de trece años (tras la menarquía) era una mujer. Era una época en la que la forma dominante de entender la sexualidad era con un fin sagrado, dentro del matrimonio. Ahora la visión de la sexualidad ha cambiado por completo, y se ve como un objeto más de consumo. Por eso un cuarentón con una tennager no se interpreta como una relación plena dotada de sentido transcendente, como sucedió en el caso de Machado y Leonor, sino como una relación de consumo, en la que se intercambia estatus por belleza. Mutua y consentida, pero no sagrada.

Realmente no es la diferencia de edad lo que ha generado el tono de la polémica. La cosa sería muy distinta sin en vez de tener veinte años menos que Mejide, ella hubiese tenido veinte años más (y no tuviese estatus, ya sea cultural o económico). Estamos acostumbrados a ver a personas ricas/poderosas/prestigiosas con gente más joven y guapa. Pero no estamos acostumbrados a ver a personas con estatus, jóvenes y guapas con gente pobre (en dinero y espíritu) y de mucha más edad. El amor será un sentimiento muy libre y auténtico, pero la sociología (y cualquier hijo de vecino) es capaz de detectar ciertas pautas en Cupido, que no parece tan ciego.

Esta polémica nos recuerda que si combinamos libertad con capitalismo, a poco que nos despistemos podemos terminar relacionándonos con otras personas como si fueran mercancías. No digo que sea el caso de Mejide y Escanes, no cabe dudar de la sinceridad de su amor, pero creo que explica que en última instancia haya gente que se haya sentido ofendida.

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