No, señor Feijóo, el Estado no se comporta como una familia
De vez en cuando me gusta compartir con los lectores ciertos ejercicios predictivos relativos a la evolución futura de la economía global y/o española, especialmente cuando me desvío del consenso. Estaba echando una ojeada a un tweet de uno de los responsables económicos del equipo de Feijóo, donde repiten una y otra vez un mantra falso y cansino, que el Estado debe comportarse como las familias, cuando el INE anunció la revisión al alza del PIB del primer trimestre de 2023 y también del perfil de 2022. Pretendo, en este sentido, relacionar ambos hechos para hacer un ejercicio introspectivo de por dónde se moverá la economía global, y, por ende, la española.
Uno de los chascarrillos que más me preocupan del señor Feijóo y su equipo económico, en lo que ya podemos definir como una 'feijooada' más, es aquel que dice que el Estado debe comportarse como las familias porque está sujeto a las mismas restricciones. Este tipo de análisis empieza a ser muy preocupante. Sin duda el desconocimiento de las balanzas sectoriales de Wynne Godley, una identidad contable que todo economista debería conocer, está detrás de ello. Denota, sinceramente, una ignorancia difícil de entender. En cualquier economía, el desapalancamiento o ahorro del sector privado tiene como contrapartida un mayor endeudamiento público, y/o un desahorro adicional del resto del mundo.
En nuestra querida España, el ahorro del sector privado siempre va a acompañado con un repunte del endeudamiento público, y, viceversa, el apalancamiento del sector privado conlleva una reducción del déficit público o un superávit público. Veamos un ejemplo. La infame burbuja inmobiliaria cebada por los gobiernos de Aznar, y continuada por el primer gobierno de Zapatero, conllevó una reducción importante de los déficits públicos, como ocurrió bajo la batuta de Aznar, o, incluso, superávits fiscales como sucedió en el primer gobierno de ZP. Dicho de otra manera, el hecho de que el Estado tuviera un ínfimo déficit presupuestario e incluso superávits, como en los primeros años de ZP, no era un síntoma de buen hacer. Todo lo contrario, 'escondía' el peor de los males posibles desde un punto de vista económico: un apalancamiento (desahorro) récord del sector privado (familias y empresas) alrededor de la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, la nuestra. Una vez que el colateral de esa deuda privada cae en precio (vivienda), boom, se produce una recesión de balances privados que suele acabar en una Gran Depresión o en una Gran Recesión.
El PIB de España, desde segundo semestre de 2020, se revisará al alza
Estaba aún en shock ante tanta charlatanería económica de Feijóo y sus muchachos cuando el INE anunció una revisión alza del PIB del primer trimestre del 0,5% intertrimestral al 0,6%. Además, se revisó también la tasa interanual del 3,8% al 4,2%, es decir, el PIB creció más de lo esperado en 2022, cuyo perfil desde el segundo trimestre fue más robusto de lo inicialmente estimado. Ahí mi primera previsión. Todos estos datos, especialmente desde el segundo trimestre de 2020, se deberán revisar aun más al alza. Para ello me baso en modelos econométricos denominados, utilizando su terminología en inglés, “Dynamic Factor Models”, donde las propuestas realizadas por económetras españoles -entre otros Gabriel Pérez Quirós y Manuel Camacho, que han cristalizado en el modelo Ñ-STING, disponible por Banco de España; el Euro-Sting, disponible por el comité del Banco Central Europeo, y el MIPred de la Airef- son las mejores del mundo.
Los datos económicos de España de los últimos dos años, y a pesar de los augurios de ciertos economistas adscritos ideológicamente a la derecha, están siendo mucho más positivos de lo esperado. España crecerá alrededor del 3% este año, tras un 5,5% en 2022, y su tasa de inflación interanual se aproximará al 2% al cierre de 2023. Se crece más del doble que nuestros socios europeos y con la inflación más baja. Las claves hay que buscarlas en la relajación presupuestaria; el papel del Banco Central Europeo en lo que supone la aplicación de algunos de los principios de la Teoría Monetaria Moderna; y la subida salarial, que no está afectando a la productividad de las empresas. Desde el lado de la inflación, el tope al gas, decisión que no apoyó el PP, ha sido la clave. Falta por analizar si los márgenes de beneficios están detrás de la segunda ola de la espiral inflacionista que, aparentemente se está diluyendo.
Pero se detectan primeros síntomas de desaceleración
Curioso, cuando ahora todos los economistas rehacen sus predicciones al alza, porque no entendieron el ciclo actual, es cuando yo empiezo a detectar los primeros síntomas de desaceleración. Desde Europa, burócratas que no han sido elegidos por la ciudadanía están proponiendo una mezcla de política económica que hará implosionar el crecimiento económico de Europa, y, en menor medida, de España. Los actuales irresponsables del Banco Central Europeo, en un diagnóstico erróneo de la inflación actual, han emprendido una loca carrera por subir los tipos de interés. Sus efectos ya empiezan a notarse en nuestra economía. El MIPred de la Airef ha corregido a la baja el PIB del segundo trimestre de tasas intertrimestrales próximas al 1% a cifras alrededor del 0,6%. Pero si, además, a los burócratas de Bruselas se les ocurre implementar en 2024 consolidación fiscal, de esas que le gusta a la muchachada de Feijóo, da igual lo que propongamos, en la segunda mitad de 2024, esa 'policy-mix', unida a una inexorable crisis de deuda privada en los países anglosajones, nos haría entrar en recesión.
Hay dos países anglosajones candidatos a sufrir en el período 2024-2025 una Gran Recesión similar, porque los motivos son idénticos, a la registrada en nuestro país en 2008-2011: Australia y Canadá. Resulta irónico que hace relativamente poco el ministro de economía laborista de Australia fardara de aquello que les gustaría a los asesores de Feijóo, tener una maravilloso superávit fiscal. De nuevo, desconocimiento de las balanzas sectoriales. ¡Elemental querido Godley! Ese superávit esconde un desahorro privado alrededor de otra burbuja inmobiliaria, la australiana. Pero ello se puede extender, en menor medida, a Canadá y Reino Unido. En el caso de Estados Unidos, será el pinchazo de la deuda corporativa estadounidense, en su mayoría bonos emitidos en mercados de capitales, y cuya calidad crediticia promedio es de las peores de la historia.
Ahí va mi segunda previsión, si a la restricción monetaria absurda del BCE le añadimos una vuelta a la consolidación fiscal, y lo aderezamos con una crisis de deuda privada en los países anglosajones, nuestra economía entrará en recesión entre la segunda mitad de 2024 y 2025.
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