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No había oráculo en Andalucía

La presidenta andaluza, Susana Díaz. / Efe

Suso de Toro

El resultado de las elecciones andaluzas es bueno para unos y malo para otro y, como la política es lucha, hay vencidos e incluso liquidados.

UPyD estaba sentenciado por quienes lo habían creado, que ya le habían retirado todas las apuestas y las habían colocado en Ciudadanos/Ciutadans. Si alguien algún día contase las peripecias de ese personaje llamado Rosa Díez nos daría un reportaje curioso, pero el mismo partido merece su pequeña crónica. El terrorismo vasco no solo fue una tragedia ciega, como toda tragedia, que desgració a la sociedad vasca, también fue una desgracia española, además de las víctimas de atentados hubo un envenenamiento de la vida pública. De ese episodio nace Basta Ya, que no en vano recibió dinero negro del PP, y luego UPyD.

Los poderes dominantes  comprendieron que el desgaste electoral del PP aconsejaba ahora tener un partido de recambio que recogiese el descontento con el Gobierno, un partido que más adelante pudiese ayudar a componer un gobierno favorable a sus intereses. Tenían para escoger UPyD o Ciutadans, que nació como un partido españolista pero catalán, ¿por qué apoyar a Ciudadanos en lugar de UPyD? ¿Porque es más joven y atractivo un candidato que otro? Es por un motivo político e ideológico profundo: hasta hace poco Basta Ya y UPyD ayudaron a tensar el nacionalismo español contra el separatismo vasco, pero al desaparecer ETA, el gran motivo, el modo de mantener esa tensión tan útil a la derecha española es enfrentar el separatismo catalán. Total, que jubilan a los vascos buenos, que dejaron de ser útiles, y lanzan a los catalanes buenos a la arena española. Rosa Díez estuvo poseída por una fantasía personal y hace unos meses no aceptó la fusión con su competidor que le proponían quienes habían sido sus patrocinadores, estos le han obsequiado un panteón en Andalucía.

Para IU no pudo ser una sorpresa el resultado. Pero hay mucha más amargura en su derrota, pues no se trata de una organización creada con cálculo como UPyD, sino de la historia de los comunistas españoles. A la mayor parte de la gente eso no le dirá nada, pero es mucha memoria histórica y muchas historias personales dramáticas. Ese resultado electoral tan duro en Andalucía se suma a una organización extraviada en el tiempo, el caos organizativo y político en Extremadura, Andalucía y, sobre todo, Madrid son los estragos en la nave de un temporal llamado historia. La política es despiadada, las sociedades nunca premian los servicios prestados en el pasado, los resultados electorales nunca son “justos”, son los que son, aunque duelan.

Pero para Podemos el resultado también es un golpe de realidad, objetivamente es un resultado magnífico pero a sus dirigentes tiene que saberle mal pues podría ser interpretado como un fracaso político. Se puede decir que las pasadas elecciones europeas alumbraron en la sociedad una nueva corriente política y este nuevo partido y pudiera ser que las elecciones andaluzas le hayan indicado un límite. El proyecto de sus dirigentes es la de un movimiento político que desborda el sistema de partido, avanza como una ola y alcanza el Gobierno y eso no ha ocurrido y, previsiblemente, no ocurrirá en las elecciones municipales.

Hay un episodio histórico que opera como un fetiche en los políticos españoles de izquierdas, y también en los catalanes: el recuerdo, o más bien la idea, de que en una ocasión hubo unas elecciones municipales e inmediatamente el Rey se piró a la frontera y, en ese vacío, se proclamó la II República. Nuestra imaginación se alimenta del pasado y, a veces, el pasado actúa como un hechizo que nos impide ver. Los dirigentes de Podemos son inteligentes y hábiles, reaccionarán y ajustarán el proyecto a la realidad social y política. No está escrito su futuro, puede que consigan su sueño, ganar a una parte de la sociedad tan amplia que los lleve en volandas al Gobierno, o puede que desborden al PSOE, ocupando su espacio y relegándolo a partido minoritario, o puede que no lo consigan y se queden en un partido más o menos útil, como IU, los verdes alemanes o los radicales holandeses. La vida dirá.

Pero lo perturbador es la extraña victoria de Susana Díaz, porque aunque haya perdido votos, mantiene los diputados y lo hizo en una situación complicada por los casos de corrupción de su administración. El caso es que atacó a un Rajoy antipático y con una política odiosa por muchos motivos y eso le permitió conservar prietas las filas. Lo que no está claro es en nombre de que lo atacó, sin duda por sus políticas sociales pero no parece que lo criticase desde la izquierda sino desde ese populismo que tanto le señalan a los otros. Y un populismo regionalista o nacionalista o como quieran llamarlo, atacó a Rajoy en nombre del pueblo andaluz. Andalucía contra Rajoy era su argumento y en esa historia parecía que “Andalucía” fuese el segundo apellido de Susana Díaz. Si un político catalán, vasco o gallego hubiese hecho una campaña con ese discurso los hubieran acusado de nacionalismo étnico y cualquier otra cosa. En todo caso, para bien o para mal, fue la campaña de Susana Díaz y no la del PSOE, que es lo que está en la calle Ferraz de Madrid. Es su mérito particular y de esa organización andaluza.

Susana Díaz demostró lo esencial en un político, tiene la ambición, la inteligencia y el coraje necesarios para conquistar el poder, pero lo que mostró fue a una política formada en las limitaciones del socialismo andaluz. Esa cultura política no funciona del mismo modo fuera de Andalucía. Lo perturbador de su victoria para quienes buscaban ahí una salida a la política española es que no hay otra lección política que la mera lucha por el poder. Frente a un secretario del partido, Pedro Sánchez, levantado en el aire, ella demostró quien tiene poder efectivo en el PSOE, pero su poder es regional.

El PSOE ya no es lo que reclamaba ser, un partido que estructuraba territorialmente el Reino, pues la dialéctica entre el estado y la política catalana provocó que el PSC se haya transformado en un espectro del pasado. El vaciamiento político, la falta de un liderazgo sólido y con el centro de gravedad en Susana Díaz muestran un partido desequilibrado internamente que ha agudizado aquel carácter fundacional de partido andaluz.Pero el principal problema del PSOE es el mismo que el de IU: la historia. La vida es un río y quedan cosas en el camino. La socialdemocracia no puede seguir siendo lo que fue porque ya no les sirve a quienes dice querer servir, solo puede transformarse en otra cosa o ir quedando a un lado.

Esas elecciones tan auscultadas por los medios de comunicación españoles como si fuesen un oráculo no ofrecieron grandes novedades, no hacen prever terremotos. Y puede que eso sea lo peor, porque es inaceptable y difícil de concebir a un Gobierno al que le ha sido probado precisamente estos días que se levanta sobre 18 años de corrupción sistemática. ¿Quién va a la cárcel en España? Los dirigentes del PP y el Gobierno, seguro que no. Cualquiera de ustedes, o yo, sí.

Pero, después de todo, unas elecciones son lo que la gente quiere, no hay para quejarse tanto, lo malo es morirse. Como le pasó a personas que no lo esperaban a bordo de un avión.

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