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Podemos: 2ª primavera

Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. / Efe

Ariel Jerez Novara

Profesor de Ciencia Política y miembro del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos —

El abandono de la dirección de Juan Carlos Monedero ha sido un momento duro. Como se pudo comprobar en las redes, la tristeza embargó a amplios sectores de las bases que tienen en la figura de Monedero un referente de intelectual comprometido, sin pelos en la lengua, con la perspectiva crítica y radical necesaria para encarar la crisis. En la oficina central se ha respirado un ambiente desasosegado, entre la inicial incredulidad ante la renuncia inesperada y la angustia de tener que encauzar un nuevo tsunami informativo en el arranque de campaña.

Ojeando en la ola informativa que todavía continúa, se pueden ver cómo los argumentos se mueven en tres paquetes básicos. El primero anuncia a toda voz que Podemos se rompe, interpretando la dimisión como muestra del descontento y la desunión, fruto de una crisis que evidencia que es un partido “como todos”, que ya no tiene frescura y que su voluntad está sometida al insensible dictado electoral, siempre engañoso. El segundo no ahorra tinta en insistir en grandes titulares que Podemos ha tocado techo, que el suflé se desinfla sin haber llegado a tocar poder, que el electorado vuelve a ser sabio porque si bien la muchachada ruidosa del “Podemos malo” pateó el tablero, ahora nos presentan a Ciudadanos como el “Podemos bueno” que viene a estabilizarlo.

Hay un último y curioso argumento manejado por los medios alineados a la izquierda tradicional, que tras décadas de descafeinados argumentarios socialiberales hoy sacan pecho izquierdo, achacando el trance que pasa Podemos a la confusión ideológica derivada de la búsqueda de centralidad renunciando al eje izquierda derecha que al parecer orienta a la sociedad española. Pero frente al relato de que Podemos es casta, burbuja e indefinición, bien cabría debatir cuestiones que no resisten un mínimo análisis, manejadas como simples etiquetas que denotan un importante anquilosamiento ideológico para enfrentar el actual contexto de crisis.

Monedero lo ha dicho claro tras cumplir sus obligaciones como responsable de programa: “He dejado los cargos de dirección de Podemos con una sola intención: empujar con mucha más fuerza este proyecto”.  Pero poco se informa que, si bien la salida ha sido atropellada en una dinámica vertiginosa, fue amistosa y elegante como para debatir el desencuentro político e ideológico en un cara a cara televisivo en La Tuerka. ¿Recuerdan algún debate de este tipo dentro de algún partido? La tan voceada crisis interna no ha tenido mayor recorrido y deja clara su intencionalidad respecto a la voluntad y capacidad transformadoras de Podemos.

En lo mínimo se pueden apuntar tres novedades importantes que ha traído este año con Podemos. La primera son las primarias, que se han convertido en un referente fundamental del último año de nuestra vida política –al punto que llegan a reclamarse en el Partido Popular–. En el intenso proceso participativo de Podemos, las primarias han abiertos interacciones, debates y lógicas políticas que hasta ahora la dinámica orgánica tradicional habían cortocircuitado. Sin duda tendrán que ir siendo evaluadas y adecuadas en su sedimentación a lo largo de los próximos años para pautar la dimensión conflictiva de la competición y potenciar sus efectos benéficos en diversificación discursiva y programática.

La segunda novedad no es menos importante, y contiene una dimensión político-ideológica que podría ser mucho más valorada en el campo progresista: Podemos es el único partido que no depende de los bancos. Muchos nos hemos emocionado frente al ordenador viendo la respuesta a las convocatorias de los crowdfunding y micropréstamos: la gente comprende que es la única garantía para salir de su nefasta influencia especuladora. Esto marca una diferencia que lamentablemente no llama la atención de nuestros medios.

La tercera novedad es la de impulsar debates necesarios. Si los pretendidos analistas mediáticos en vez de especular sobre la naturaleza ideológica del fenómeno, tuviesen voluntad real, tendrían fácil analizar la envergadura y complejidad de la agenda de debates que empuja Podemos. Sólo con mirar con un poco de curiosidad los muchos contenidos que producen muchos podemistas reconocibles en espacios de militancia cognitiva-cultural desarrollados en los últimos años. Por ejemplo, en los debates y entrevistas de La Tuerka, de Fort Apache, la revista La Circular del Instituto 25-M y el Círculo Cultura, de Espacio Público, de la Universidad del Teatro del Barrio y tantos otros espacios que han logrado empezar a abrir nuestra esfera pública en los últimos años. 

De hecho, las bases consumen esta información crítica, la conocen como parte de la argamasa política e intelectual con la que el partido proyectará transformaciones en los próximos años. Sin duda en los Círculos existen reclamos de mayor amplitud y recorrido en los debates internos, porque los protagonizan. Pero este background de pensamiento crítico es fundamental para su comprensión de un proceso acelerado de construcción orgánica. En la Asamblea fundacional de Vistalegre se apostó por la estrategia relámpago del Equipo Pablo Iglesias, que a pesar de sus tensiones, internas y externas, sigue siendo exitosa en un contexto de enorme escasez de recursos. Creo que mucha gente de más edad que ha vivido otros procesos de construcción política sintetiza bien la dimensión casi épica del proceso cuando nos dicen “estáis construyendo en un año lo que en otros lugares se ha tardado 10 o 20”, asumiendo lo ineludible de estas tensiones y rozaduras. Cerrado el proceso orgánico interno y las elecciones autonómicas, sin duda tendrá la oportunidad de trabajar de unirse e ilusionarse en el marco de una campaña contra el tripartidismo aggiornado por Ciudadanos.

La dimisión de Monedero ayudará a que estos debates sean atendidos. Los pendientes, desde hace décadas en la propia reflexión de la izquierda. Que poco ha dicho, y menos articulado, sobre la propia forma de partido, su relación con los movimientos sociales, entre dirigencias, cuadros, bases y ciudadanos. Pero con las dinámicas abiertas por las primarias ya es inevitable pronunciarse. También sobre el papel de la participación más allá de las elecciones, tanto en el Estado como en las bases comunitarias; o la comunicación pública y la política mediática, la multidimensionalidad de la crisis y la construcción de alternativas, entre una larga lista de temas a atender.

También Juan Carlos nos ayudará a abordar los debates postergados en relación a nuestra propia organización, sobre las formas y agendas de trabajo dentro y fuera de los Círculos territoriales y temáticos, sobre los procesos de construcción programática y la delicada recomposición del tejido municipalista. También la política de alianzas, la necesidad de hacer dialogar a tradiciones ideológicas y culturas militantes para desarrollar nuevas pedagogías políticas para repolitizar una sociedad con un proyecto transformador de largo aliento.

Considero a Monedero un amigo cercano de hace mucho tiempo, de enorme generosidad y con una envidiable capacidad de trabajo, que no dudo que las dedicará a delinear la hoja de ruta de estos debates fundamentales. Desde esos nuevos espacios de militancia cognitiva e intelectual, Juan Carlos contribuirá a diseñar nuevas iniciativas para reformular nuestra cultura política, y permitirnos pensar el cambio con la nueva formación de los cuadros políticos transformadores del siglo XXI. 

Al contrario de los analistas interesadamente pesimistas, que insisten en interrogar sobre sus consecuencias electorales, creo que la renuncia de Monedero, tras el martirio mediático al que fue sometido y que tanto dañó a Podemos, no afecte tanto al voto. Incluso puede que nos encontremos con un efecto Pimentel: aquella renuncia ministerial, que dejó temblando al PP a un mes de las elecciones, no le impidió alcanzar la mayoría absoluta en el 2000. Son amplios los sectores de la ciudadanía los que pueden valorar esta inusual renuncia amigable también como positiva. No podemos olvidar que en buena medida las proyecciones demoscópicas están altamente mediatizadas, que la interpretación del estancamiento es altamente interesada cuando, por ejemplo en Madrid, el 43% del electorado todavía no tiene decidido el voto. La campaña está abierta: Podemos tiene todavía que conseguir mostrar su programa de cambio y no hay duda que seguirá echando el pulso en su segunda primavera.

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