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Sálvese quien pueda

Un equipo de médicos atiende a heridos en el ataque estadounidense contra Médicos sin Fronteras en Afganistán / MSF

Olga Rodríguez

En un alarde de “nosotros sí que sabemos darle la vuelta a la tortilla”, Estados Unidos culpa al Ejército de Afganistán del ataque contra la sede de Médicos sin Fronteras, donde murieron 19 civiles, entre ellos 3 niños y varios integrantes de la ong. Es decir, sostiene algo así como “si yo bombardeé y maté a 19 personas fue por culpa ajena”.

Ante ello, Médicos sin Fronteras, que ha mantenido mucha prudencia, ha tenido que contestar recordando una obviedad: “La realidad es que EEUU ha lanzado las bombas”. Y, por mucho que trate de echar balones fuera, lo cierto es que, como sostiene MSF, “el Ejército de Estados Unidos sigue siendo responsable de los objetivos que golpea. No puede haber justificación alguna para este terrible ataque”.

Así estamos. Teniendo que recordar que si alguien mata a civiles es responsable de su muerte, por mucho que, como un niño malcriado, señale a otro diciendo que la culpa fue de él.

Los trucos en el argumentario y en el lenguaje están a la orden del día y no son exclusivos de los gobiernos. Ahí está el diario El País, por ejemplo, con una portada bajo el título: “Aviones de Rusia atacan en Siria y EEUU actúa en Afganistán”. Porque si eres Estados Unidos, no atacas: actúas. Al día siguiente de esa publicación, Estados Unidos “actuó” -con sus bombas- sobre la sede de Médicos sin Fronteras.

También observando dónde se coloca la lupa y dónde no se encuentran hallazgos llamativos. Un joven activista es condenado por el régimen de Arabia Saudí a ser crucificado y decapitado. Por mucho menos se han originado acalorados debates en nuestro país. Pero quizá el hecho de que los saudíes sean buenos aliados del Gobierno español y del estadounidense -y que su monarca sea amigo de la Casa Real española- ayude a que las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en territorio saudí no sean objeto de reiteradas condenas por parte de nuestras autoridades.

Por no hablar de los asesinatos en Yemen. Más de 2.000 civiles han muerto en los últimos meses, entre ellos al menos 500 niños, en territorio yemení, donde una coalición liderada por nuestros amigos los saudíes bombardea todo tipo de localizaciones: desde una planta embotelladora de agua (36 civiles muertos), pasando por una boda (135 muertos) o viviendas familiares.

Arabia Saudí cuenta en Yemen con el respaldo de Estados Unidos y de Reino Unido. Ha empleado municiones de racimo, diseñadas en EEUU. Este armamento tiene un efecto indiscriminado, porque matar de forma indiscriminada es considerado a día de hoy un arma de guerra más para ganar.

Si nos descuidamos un poco, en Yemen la coalición encabezada por los saudíes no bombardea, ni siquiera “actúa”. Simplemente, no existe en buena parte de los espacios informativos. Cuanto menos ruido, mejor. Quizá por eso a alguien se le ocurrió la gran idea de permitir que Arabia Saudí presidiera una comisión que asesora al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Eso sí que es una intolerable muestra de humor negro. Ni Orwell hubiera ideado semejante guión.

La semana pasada se dio la circunstancia de que cuando llegó el momento de redactar una resolución sobre Yemen en dicho Consejo de Derechos Humanos de la ONU, a alguien se le olvidó pedir una investigación independiente sobre los crímenes de guerra que se acumulan en territorio yemení. Adivinen quién se hizo cargo de la redacción. Sí. Los saudíes.

Como ha denunciado Amnistía Internacional, la resolución ni siquiera hace mención expresa a la campaña militar de la “coalición” en Yemen. Nada. Todo limpio. Vía libre para más bombardeos. Civiles, ong´s, periodistas,... sálvese quien pueda.

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