Del silencio al reparto de culpas
Primero el silencio y, luego, el reparto de culpas. Cinco días de circunspección en Colombia y, aterrizada ya en Madrid, Yolanda Díaz compareció por fin ante los medios de comunicación para hablar del escándalo Errejón por las denuncias por acoso sexual y violencia machista. No era cualquier bochinche, sino un torpedo en la línea de flotación de la izquierda en general y, muy en particular, del espacio que lidera la vicepresidenta segunda del Gobierno. Ella fue quien hizo las listas electorales. Y ella fue quien, de forma unilateral, lo designó portavoz parlamentario.
En toda gestión de crisis, se considera fundamental el manejo de los tiempos. El lapso que transcurre desde que surge el escándalo, se reconoce el problema y se toman decisiones es fundamental para una buena comunicación política. Y Yolanda Díaz dice estar satisfecha porque actuó con “prontitud”, “transparencia” y “contundencia” para expulsar a Errejón de la vida pública en cuanto la informaron de los hechos que se conocieron la semana pasada, tras la denuncia anónima que difundió la periodista Cristina Fallarás en su cuenta de Instagram sobre una agresión sexual a la que no puso nombre ni apellido, pero que desató una cascada de comentarios en X que apuntaban sobre su diputado.
Durante sus días fuera de España en viaje institucional guardó silencio. Un mutismo tan criticado por propios como por extraños cuando, al ser preguntada en Colombia por el asunto, echó balones fuera con un “pregunten ustedes en Sumar”, como si ella no fuera la líder natural y moral del espacio, aunque dimitiera del liderato orgánico.
Eso de los “partidinhos”, ya saben, que no va con ella. Ni siquiera cuando el tiempo de circunspección ha servido para que, entre especulaciones y rumores, los partidos que integran la coalición exigieran responsabilidades por lo ocurrido, que es justo lo que no ha hecho la vicepresidenta. Y es que insiste en que ella no supo nada de la denuncia en X de la joven agredida en junio de 2023 hasta que la informó su equipo; que habló con Ione Belarra (Podemos) y con “las compañeras de Más Madrid”; que fueron estas últimas las que la informaron primero que habían abierto una investigación y, después, que había sido archivada; que el tuit fue borrado y que bla, bla, bla. ¿Nunca preguntó a Errejón? ¿Jamás se interesó por la víctima? ¿Dejó correr el asunto?
Con la mención a Más Madrid distribuía las culpas durante una intervención en la que afirmó, solemne, ser consciente de que la decisión de expulsar a Errejón tenía un coste e iba a suponer una crisis política, pero que lo volvería a hacer una y mil veces. “Entre la impunidad y la crisis política, siempre escogeré la segunda. Lo haría una y mil veces”, afirmó. Lo que no explicó es cómo fue tan contundente y expeditiva ante una denuncia anónima que conoció la semana pasada y no lo fue antes, cuando tuvo conocimiento de la que se produjo en la primavera de hace un año en el festival feminista. Claro que tampoco respondió qué tipo de ayuda profesional había pedido Errejón hace un año, tal y como él informó, ni cuál era su dolencia.
La culpa, como decía Al Pacino en El Padrino, es como un saco de ladrillos, solo hay que descargarlo, que es lo que hizo este lunes Díaz porque, más allá de enviar un mensaje de “apoyo” a las mujeres “que están contando sus historias” (violencias, se dice violencias, vicepresidenta) y de ser consciente de que sus decisiones tenían un coste, no entonó ni una sola vez el yo también soy responsable. Pues no, no basta con el no sabía, ni con “me contó mi equipo”, ni con “me dijeron en Más Madrid” … Si algo debiera saber a estas alturas es que en la vida, como en la política, las culpas no se reparten sino que se comparten.
Todo esto sin mencionar que tampoco parece muy razonable que no informara del escándalo al presidente del Gobierno, que se enteró de la destitución de Errejón cuando lo leyó en la prensa. Y eso que el día que tuvo conocimiento de los hechos, según su propio relato, ambos estaban en la cumbre hispanolusa celebrada el pasado miércoles en Faro.
Pues aun así el diagnóstico de Yolanda Díaz se queda en que en España se ha instalado “una nueva cultura política feminista que no tolera ya la impunidad caiga quien caiga” y que Sumar debe comprometerse ahora a “recomponer la confianza rindiendo cuentas”. Ah, eso sí, que lo de la confianza no afecta solo a su partido, sino a todos.
P.D. Al menos Más Madrid ha asumido el “error” y admitido que actuó de manera “insuficiente”.
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