Cuando uno cree que los niveles de decepción y desengaño hacia la política no pueden ir a más, llega una campaña electoral como la que acabamos de sufrir y compruebas que no, que como dicen en el Rey Lear: “aún no está ocurriendo lo peor cuando pensamos que esto es lo peor”.
Ha sido bochornoso comprobar cómo, mientras el interés por el medio ambiente empieza a calar hondo en la conciencia ciudadana y la sociedad se moviliza a favor del planeta y contra el cambio climático, los políticos continúan sin prestarle atención al tema en los debates electorales. Acaso algún leve intento, siquiera una cita, pero nada de compromisos firmes: miseria y compañía.
Me gustaría saber qué tipo de asesores de campaña han aconsejado a los líderes políticos a los que hoy estamos votando. Dónde aparcaron el ovni. De qué mundo vienen quienes les aconsejaron que de medio ambiente nada. Quienes no incluyeron el tema en sus discursos y les sugirieron que lo evitaran en los mitines porque, total, eso del cambio climático no le interesa a nadie.
¿Es que no ven, no escuchan, no sienten a la gente? ¿Es que no se dan cuenta de que aquella lejana ola de conciencia ambiental a la que no prestaron mayor atención se ha convertido en un auténtico tsunami de movilización social a favor del planeta, de la vida, del futuro?
Cambio climático, contaminación por plástico, calidad del aire, acceso seguro al agua potable, energías renovables y autoconsumo energético, conservación de la biodiversidad, modelos alternativos de transporte, gestión de residuos, consumo responsable, protección de los mares, economía circular… ¿es que no acaso han dejado de escuchar al mundo?
Quienes consideramos que estos temas y el resto de los que forman parte de la agenda medioambiental deben ser atendidos de manera urgente, quienes creemos que no puede haber acción de gobierno sin acción por el clima, hemos quedado (de nuevo) desamparados en esta campaña electoral. Pero nos consuela saber que va a ser la última vez que ocurra.
Por eso, a pesar del desencanto, quienes defendemos que no hay mayor urgencia social que la de unir esfuerzos para cuidar y mejorar el medio ambiente, estamos yendo hoy a votar. Desde la decepción y la desconfianza, quienes no tenemos a quién votar lo estamos haciendo.
Gane quien gane estas elecciones, lo hará a pesar de no haber hablado de medio ambiente. Sea el que sea, el gobierno que surja hoy de las urnas no va a continuar ejerciendo la inacción política respecto al cambio climático. Y no va a ser así porque los ciudadanos no se lo vamos a tolerar.
En este rincón del diario venimos defendiendo desde hace años que el medio ambiente es demasiado importante como para dejarlo en manos de los políticos. Y el paso del tiempo nos está dando la razón. La gente ha decidido tomar las riendas de la defensa del medio ambiente en sus casas, en el trabajo, en las calles. A pesar de tanto y de tantos.
Las movilizaciones que se están produciendo en todo el mundo no pueden ser catalogadas de revolución, todavía. Pero la próxima revolución va a ser la ecológica.
Los millones de jóvenes que se han echado a la calle para asumir el liderazgo de la sociedad al margen de los políticos lo tienen claro: no van a permitir que nadie que aspire a gobernarles lo haga sin declarar antes su lealtad al planeta y su firme compromiso con el cuidado y la mejora del medio ambiente.
Los que hoy elegimos serán los últimos líderes políticos que se permitan el lujo de concurrir a unas elecciones sin presentarnos unas propuestas de acción claras y concretas para eludir los peores escenarios hacia los que nos arrastra el cambio climático. Por eso confío en que ésta haya sido la última campaña sin medio ambiente.