Opinión y blogs

Sobre este blog

¿Existe una moralidad universal?

0

El discurso político suele adoptar un lenguaje moral, una división del mundo entre buenos y malos. Algunos se refieren a esta moralización como sectarismo y lo definen como la tendencia a adoptar una identificación moralizada con un grupo político y en contra de otro. Lo hemos visto recientemente en la campaña de las elecciones estadounidense o en la comunicación de la crisis provocada por la DANA en Valencia. Esta moralización puede generar división social si los grupos políticos adoptan valores morales distintos. El mayor problema se da cuando esta división deriva en intolerancia acerca de cómo piensan los otros. Pero, ¿realmente los valores morales dependen de nuestra ideología?

Algunas investigaciones recientes nos pueden dar pistas sobre esta pregunta. La línea que seguiré aquí es la que ha popularizado el psicólogo moral Jonathan Haidt y sobre la que se pueden encontrar multitud de referencias en su web MoralFoundations.org. El subtítulo del celebrado libro de Jonathan Haidt La mente de los justos era: por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Una respuesta rápida es porque la política tiene mucho que ver con la religión o, dicho de otro modo, porque las dos comparten las mismas bases morales. La teoría de los fundamentos morales de Haidt y Graham sostiene que, a pesar de las grandes diferencias entre culturas, podemos encontrar elementos comunes en la moralidad de poblaciones diversas alrededor del mundo. Esto se debe a que los humanos disponemos de sistemas psicológicos innatos que dan lugar a intuiciones éticas.

La teoría de los fundamentos morales tiene apenas dos décadas y, hasta hace muy poco, la mayoría de estudios empíricos sobre la misma se centraban en Estados Unidos. Sin embargo, en 2023 se publicó una investigación sobre 19 poblaciones alrededor del mundo y este año en el IPP-CSIC hemos realizado un estudio dentro del proyecto NORPOL que nos permite disponer de los primeros resultados sobre esta teoría en una muestra representativa de la población española. En esta entrada presentaré de forma sucinta la versión más reciente de la teoría de los fundamentos morales de Haidt y Graham, mostraré datos de su estudio internacional reciente y terminaré centrándome en la relación entre ideología y moralidad en España.

En su formulación más reciente Haidt y Graham se refieren a seis fundamentos morales presentes en mayor o menor medida en la mayoría de sociedades: el cuidado, la igualdad, la proporcionalidad, la lealtad, la autoridad y la pureza. El cuidado se relaciona con el apego y la capacidad para sentir el dolor ajeno; es la base de las virtudes de la bondad, la amabilidad y la protección. La igualdad tiene que ver con las intuiciones sobre la igualdad de trato y de resultados entre personas. La proporcionalidad se refiere a las intuiciones sobre la recompensa a los individuos en proporción a sus méritos o contribuciones. La lealtad se activa siempre que se dan situaciones de “uno para todos y todos para uno”; subyace a las virtudes de patriotismo y abnegación por el grupo. La autoridad es la base de las virtudes de liderazgo y seguimiento, incluida la deferencia hacia figuras de autoridad y el respeto a las tradiciones. Finalmente, la santidad o pureza se fundamenta en las virtudes de autodisciplina, superación, naturalidad y espiritualidad.

En distintas investigaciones anteriores, los valores de cuidado e igualdad han sido identificados como valores “individualizadores” y están más presentes en las poblaciones WEIRD (blancas, educadas, industrializadas, ricas y democráticas, por sus siglas en inglés). Los valores de lealtad, autoridad y santidad están más presentes en poblaciones que no comparten algunas de estas características. También existen diferencias por religiones. Las poblaciones donde predomina el islam puntúan de forma más alta en todos estos fundamentos morales y las que no profesan ninguna religión de forma más baja, situándose las cristianas en una posición intermedia.

Más allá de las diferencias entre grupos, resulta especialmente interesante que el ranking de importancia de estos 6 fundamentos morales es muy estable en distintas sociedades. Para poder comparar el estudio de Atari y otros y el nuestro, en la Figura 1 utilizamos las mismas medidas de encuesta para ambos. En concreto, presentamos tres conjuntos de datos: los referidos a los 19 países del estudio internacional (puntos amarillos), la media de los países europeos (Bélgica, Francia y Suiza) incluidos en esa muestra (punto azul) y los datos que nosotros hemos obtenido para España (punto rojo).

Fuente: Elaboración propia a partir de Atari y otros y del proyecto NORPOL del IPP-CSIC.

En los tres conjuntos de datos observamos un ordenamiento de principios morales similar: cuidado/autoridad, proporcionalidad, lealtad, igualdad y pureza. En el caso de los tres primeros las diferencias entre grupos de países son minúsculas. Se trata de tres principios compartidos y altamente valorados por estas sociedades. En los principios menos valorados encontramos algunas diferencias. La igualdad es más importante en países del centro de Europa que en España o el conjunto de la muestra y la lealtad y pureza son mucho menos importantes en España.

Fuente: Elaboración propia a partir de Atari y otros y del proyecto NORPOL del IPP-CSIC.

Los datos de la población española de la Figura 2 muestran algunos patrones similares a los observados en otros lugares del mundo, como Estados Unidos, y otros que son diferentes. Entre las similitudes encontramos que las personas de derechas valoran más la autoridad y la proporcionalidad como principio de justicia. Las personas de izquierdas tienen como valor principal el cuidado. Sin embargo, este último valor también es bastante valorado por las de derechas. En cuanto a lealtad y santidad, aparecen como menos valorados por el conjunto de la sociedad, aunque bastante mejor puntuados para los de derechas. En este sentido, se cumple el hecho, observado en otros países, de que la izquierda es monocromática en cuanto a valores, valorando muy positivamente sólo el del cuidado y la derecha es más poli-cromática, uniendo al cuidado las cuestiones de autoridad y proporcionalidad.

Más allá de los resultados concretos, resulta fascinante que las diferencias morales tengan que ver más con características individuales como la religión o la ideología política que con el país donde uno vive. Por supuesto, separar a la persona de su contexto no es completamente posible y las influencias mutuas son enormes. Aun así, que la moralidad esté tan relacionada con nuestra ideología puede ayudarnos a entender por qué muchos conflictos sociales actuales no se producen entre países, sino en el interior de cada sociedad.

El discurso político suele adoptar un lenguaje moral, una división del mundo entre buenos y malos. Algunos se refieren a esta moralización como sectarismo y lo definen como la tendencia a adoptar una identificación moralizada con un grupo político y en contra de otro. Lo hemos visto recientemente en la campaña de las elecciones estadounidense o en la comunicación de la crisis provocada por la DANA en Valencia. Esta moralización puede generar división social si los grupos políticos adoptan valores morales distintos. El mayor problema se da cuando esta división deriva en intolerancia acerca de cómo piensan los otros. Pero, ¿realmente los valores morales dependen de nuestra ideología?

Algunas investigaciones recientes nos pueden dar pistas sobre esta pregunta. La línea que seguiré aquí es la que ha popularizado el psicólogo moral Jonathan Haidt y sobre la que se pueden encontrar multitud de referencias en su web MoralFoundations.org. El subtítulo del celebrado libro de Jonathan Haidt La mente de los justos era: por qué la política y la religión dividen a la gente sensata. Una respuesta rápida es porque la política tiene mucho que ver con la religión o, dicho de otro modo, porque las dos comparten las mismas bases morales. La teoría de los fundamentos morales de Haidt y Graham sostiene que, a pesar de las grandes diferencias entre culturas, podemos encontrar elementos comunes en la moralidad de poblaciones diversas alrededor del mundo. Esto se debe a que los humanos disponemos de sistemas psicológicos innatos que dan lugar a intuiciones éticas.