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8M: Hagamos memoria feminista

Mañana, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, como todos los años, habrá movilizaciones, actos y manifestaciones. Este año se prevé que serán multitudinarios porque se ha convocado una huelga feminista. Por este motivo, nos gustaría plantear algunas cuestiones que lleven a la reflexión. En primer lugar, ¿existe algún partido político de declarada ideología feminista? Sabemos que para poder participar en la toma de decisiones políticas es necesario organizarse en partidos con representación en los órganos de decisión y de gobierno. A nivel nacional, no existe ningún partido feminista, pero en el Parlamento Europeo tiene representación Feministiskt Initiativ, F!, Iniciativa Feminista, partido feminista sueco que en las pasadas elecciones europeas consiguió un escaño. Este partido se incluye en el Grupo Parlamentario de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo. La eurodiputada por F! es Soraya Post. Hasta aquí, todo en orden. La sorpresa viene cuando se sabe que Soraya Post es gitana. Sí, gitanaF!. Es más, la sorpresa va en aumento cuando se explica que Soraya no es una rara orquídea, ni una excepción, ni un capricho del destino sino una más de las muchas gitanas valientes, supervivientes, comprometidas, estrategas, conciliadoras, empoderadas y feministas que han luchado por el bien de su gente y de todas las gentes, desde su llegada a Europa allá por el siglo XIV. Porque, le pese a quien le pese, las gitanas y los gitanos somos europeas y europeos. Europa no sería la misma sin nosotras, ni tampoco nosotras, a pesar de los pesares, seríamos nosotras sin ella.

Estos son solo algunos ejemplos de mujeres gitanas de diferentes épocas que deberían formar parte de la memoria feminista.

María Cabrera

Fue bailaora, amazona y volatinera, es decir, que se ganaba la vida bailando y haciendo acrobacias y equilibrios en la cuerda floja y que montaba a caballo con maestría, se cree que nació en 1467 ya en territorio español. Es, por tanto, la gitana española más antigua que conocemos por su nombre. Y se calcúla que faltó en 1527, o sea, en plena persecución antigitana.

Su hijo Martín de Mendoza (1489-1555) fue Arcediano de Talavera y Guadalajara y abad de Santillana y de Santander gracias al empeño que puso María en dotarlo de una esmerada formación para que su “integración” fuera lo más exitosa posible.

Este tuvo una hija, Martina de Mendoza, que sería la prima del tan honrado escritor, el famoso payo Miguel de Cervantes ¡Príncipe de las letras! Autor, entre otras cosas, de la aplaudida y antigitana novela ejemplar La gitanilla, en la que podemos leer: “Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte”

Las numerosas desavenencias y quimeras particulares entre los Mendoza y los Cervantes surgidas al hilo de esa relación “familiar” influirían en la creación del más perdurable de los estereotipos que sustentan el odio antigitano. Un odio que, además, hizo que la imagen, la vida, la honra de la gitana María Cabrera se viera manchada y eliminada de la historia con la obra de Cervantes.

La primera mujer gitana española de la que tenemos memoria: audaz, valiente, luchadora, borrada de la historia por un hombre payo. Así le pagaba la sociedad a María sus esfuerzos.

Presas de la Gran Redada

El marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla, instigado, ayudado, correspondido, apoyado en todo momento por don Gaspar Vázquez de Tablada, presidente del máximo órgano legislativo de entonces, el Consejo de Castilla, y obispo de Oviedo, urdieron la trama siempre en connivencia absoluta con el rey Fernando VI de España, llamado ‘el Prudente’ o ‘el Justo’. Lo prepararon todo para que la noche del 29 de julio de 1749 todas las gitanas y todos los gitanos de España ¡entre 9000 y 12000! fueran capturadas y capturados. Aquella redada, la Gran Redada, tenía el objetivo declarado de “exterminar a tan perniciosa raza”.

Para lograr su propósito separaron a las mujeres de los hombres, así se aseguraban la exterminación. El destino para los hombres estaba claro: una muerte segura condenados a trabajos forzados en los arsenales de la Marina. Pero los gitanos se resistieron, se amotinaron, se fugaron.

El fin de las mujeres no estaba tan claro. No había previsión de resistencia. Presumían el Marqués, el Obispo, el Rey y sus secuaces que las mujeres se extinguirían sin más; que las niñas gitanas serían reconducidas como servidoras esclavas de las familias acomodadas. Creían estos señores que nuestras mujeres y nuestras niñas serían sumisas. Y no fue así. Cientos de cartas de queja llegaban al Marqués de la Ensenada de parecido tenor: las mujeres se rebelaban, inundaban los pozos, iban desnudas por la casa, hiriendo violentamente el pudor de los curas y monjas, evitando las misas o los trabajos forzados. “El deseo de volver a su libertad las hace tan resueltas y aún despechadas que es raro el día que no cometen uno u otro atentado, lo que nos induce al prudente recelo de que se extienda su arrojo y temeridad de dar fuego a la casa para frustrar nuestra providencia”, se afirma en una de estas misivas.

Otro ejemplo histórico de como el Patriarcado Machista Payo Español intentó asesinar la identidad gitana literalmente y otro ejemplo de la memoria feminista gitana invisibilizado y negado.

La resistencia de las gitanas en el Samudaripen

Otro de los actos de rebeldía silenciados de la memoria feminista gitana, y de la historia en general, ocurrió en el llamado campo gitano de Auschwitz el martes 16 de mayo de 1944. Fue una insurrección liderada por mujeres.

Las autoridades nazis habían decidido liquidar el campo gitano, acabar con los 6000 hombres y mujeres, niños y niñas, gitanos y gitanas que en esos momentos tenían allí prisioneros. Y la red de resistencia interna del campo avisó a los gitanos. Entonces, las prisioneras y los prisioneros romaníes se armaron con piedras, con palos y con las herramientas que pudieron. Montaron barricadas y se refugiaron en los barracones a la espera de que la SS viniera a por ellos y ellas. Resistieron todo el día y toda la noche. Hubo muchas bajas por el lado gitano. También hubo bajas por el lado de los nazis. Aquel día no mataron a ningún gitano ni a ninguna gitana en las cámaras de gas. Las SS se vieron obligadas a posponer el intento de liquidar el campo de familias gitanas por otros pocos meses. Los días y semanas siguientes sometieron a los gitanos al ayuno. A la mitad, más o menos, los trasladaron a otros campos. Finalmente, el 2 de agosto de 1944 acabaron con los casi tres mil prisioneros gitanos y gitanas que quedaban.

Además, en medio de aquel horror inimaginable de muerte y de sufrimiento que fue Auschwitz, nacieron más de 370 bebés de familias gitanas. Otro acto de resistencia, de supervivencia y de lucha contra el poder payo.

Nuestra historia es una historia de exclusión, de falta de reconocimiento, de negación.

Sería interesante que empezarais a mirar vuestra fragilidad de privilegio blanco para curarla, porque tiene cura como todo en esta vida. Tal vez así podríais empezar a escuchar lo que tenemos que decir y aprovechar nuestro potencial de resistencia, resiliencia y cooperación porque el enemigo, hermanas, es muy fuerte, poderoso y está furioso. Furioso porque ve que su discurso está perdiendo credibilidad.

Si hay algo de lo que todas somos conscientes es que es fundamental que la lucha la ganemos juntas o la perderemos todas, ninguna puede quedarse fuera porque por esa grieta se escapará la oportunidad de las demás. Lo que nos ha traído a todas hasta aquí es la cooperación, la ayuda mutua, la sororidad (phenjalipen decimos en romanó), sabéis que las mujeres somos maestras de eso. Estamos en el mismo barco, todas tenemos en mente el apoyo y la sabiduría de nuestras ancestras, predecesoras y compañeras. Sin ellas no tendríamos ninguna oportunidad. Pensad en ello, no podéis permitíos perder ningún apoyo, ningún conocimiento, ninguna estrategia. Ya no solo por justicia, que también, sino por mera eficacia.

Abrid vuestras mentes porque el camino a nuestra libertad no lo haremos a lomos del caballo blanco de un príncipe encantador, hace tiempo que lo sabemos, pero tampoco a lomos solo de los libros de Simone de Beauvoir, Silvia Federici[1] y otras valiosísimas feministas blancas. Nosotras conocemos a vuestras referentes y agradecemos y valoramos sus ideas y esfuerzo. Tened el valor y la inteligencia de conocer a las nuestras, trabajando juntas estaremos más cerca de conseguir la verdadera igualdad.

[1] Nos gustaría señalar que el último libro de Silvia Federici, Calibán y la bruja, utiliza como nombre propio el sustantivo romanó calibán ‘negritud’ ya usado por Shakespeare y por otros autores.

Mañana, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, como todos los años, habrá movilizaciones, actos y manifestaciones. Este año se prevé que serán multitudinarios porque se ha convocado una huelga feminista. Por este motivo, nos gustaría plantear algunas cuestiones que lleven a la reflexión. En primer lugar, ¿existe algún partido político de declarada ideología feminista? Sabemos que para poder participar en la toma de decisiones políticas es necesario organizarse en partidos con representación en los órganos de decisión y de gobierno. A nivel nacional, no existe ningún partido feminista, pero en el Parlamento Europeo tiene representación Feministiskt Initiativ, F!, Iniciativa Feminista, partido feminista sueco que en las pasadas elecciones europeas consiguió un escaño. Este partido se incluye en el Grupo Parlamentario de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo. La eurodiputada por F! es Soraya Post. Hasta aquí, todo en orden. La sorpresa viene cuando se sabe que Soraya Post es gitana. Sí, gitanaF!. Es más, la sorpresa va en aumento cuando se explica que Soraya no es una rara orquídea, ni una excepción, ni un capricho del destino sino una más de las muchas gitanas valientes, supervivientes, comprometidas, estrategas, conciliadoras, empoderadas y feministas que han luchado por el bien de su gente y de todas las gentes, desde su llegada a Europa allá por el siglo XIV. Porque, le pese a quien le pese, las gitanas y los gitanos somos europeas y europeos. Europa no sería la misma sin nosotras, ni tampoco nosotras, a pesar de los pesares, seríamos nosotras sin ella.

Estos son solo algunos ejemplos de mujeres gitanas de diferentes épocas que deberían formar parte de la memoria feminista.